Llevamos un fin de semana jugando en el ring de WWE All Stars, un nombre que enlaza con el intento de THQ de conectar con una audiencia aún más joven y con su ética actual de ofrecer algo nuevo en lo familiar. Deja a un lado el peso de la simulación elaborada y en su lugar apuesta por algo mucho más inmediato e interesante para más gente.
Resumiendo, NBA Jam con wrestling.
El reparto tiene ese estilo exageradísimo que encaja con los personajes de WWE: los amas o los odias, pero siempre son más grandes que todo. Les han quitado las restricciones de las barras de resistencia o la lentitud que convertía a SmackDown Vs Raw en una atracción para los fans y en un imposible para otros.
En lugar de eso, los treinta luchadores están divididos por su estilo de lucha: tanques contra técnicos inquietos, poderosos contra acróbatas... Su dinámica individual lleva medio combate como mucho para que te acostumbres, pero ofrece técnicas más profundas: combinaciones, distancias de alcance, timing para los finishers... Todo va surgiendo cuanto más juegas. Es una disposición a la que estamos acostumbrados en Street Fighter o Tekken, pero la primera vez que se ofrece la misma accesibilidad en la WWE que en los juegos de lucha lateral, y la alteración es extremadamente positiva.
Cada luchador da acceso a dos botones de cogidas (sumados a los dos ataques componen los cuatro botones frontales), ligera y fuerte. Una cogida exitosa te permitirá moverte alrededor de tu oponente y soltar un ataque, diferente según el ángulo.
Sin embargo, para mantener el espíritu deportivo, todo puede ser contrarrestado. Un flash de un botón rápido aparece todo el rato que intentas un reversal. Es complicado hacerlo correctamente: la experiencia me ha enseñado que aporrear los gatillos no engaña al sistema para permitir un reversal. Pero es que los reversal también pueden ser revertidos. Lo mismo pasa con los combos, o con los ataques propulsados desde las cuerdas.
Cuentas con dos barras de movimientos especiales. Las rachas van cargando ambas, pero el exuberante remolino de la barra del Finisher se rellena mucho más lento que la de los movimientos especiales. De la primera conseguirás llenar una, quizás dos barras durante un combate si tienes suerte. La otra se llenará más rápido que el vaso de pinta de un estudiante inglés la noche de su promoción, y con pulsar dos veces se inicia un especial en cámara lenta con mucho estilo.
Estos especiales pueden esquivarse si estás fuera del rango, y de forma crucial para el equilibrio del juego, los Finisher son procesos de dos pasos: una pulsación para activar, una más para soltar. Esto es importante para eliminar la frustración, porque si no sería cutre por repentino e imparable.
Todo está bien y quiero seguir jugando más y más. Cargar una partida rápida o echar una tarde de combates con amigos y unas cervezas. WWE All Stars podría incluso funcionar junto a otros juegos sociales. Eso es lo bueno, pues a la larga será el multijugador el que mantenga el juego, porque no tiene mucho en los modos para un jugador.
Tienes los partidos de exhibición y Fantasy Warfare, que une a un luchador actual y otro de los clásicos rompiendo la barrera temporal para demostrar quién es mejor.
Hay una Ruta del Campeón guiada por una especie de historia: tres tramas para elegir, progresar a través de combates hasta que te encuentres con el antagonista líder de ese hilo. Pero ya está respecto a las modalidades (más allá de la función Xbox Live). Algo más habría alargado la longevidad del título.
Pero aun con las opciones racionalizadas y los pesadísimos tiempos de carga (¿no se había quedado eso en los tiempos de PSOne?), es difícil que no te mole WWE All Stars. Desmonta las técnicas del wrestling en piezas fáciles de digerir para los que juegan ocasionalmente, pero tiene suficiente profundidad que tildarlo de affair esporádico sería injusto. Accesible, divertido y lo suficientemente diferente respecto a los otros de lucha para hacerse un hueco en tu estantería.
Después de demasiado tiempo, está bien ver que otro deporte ha conseguido casarse con la fórmula NBA Jam. Bueno, un "deporte-show".