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Outland

Análisis de Outland

El plataformas para Xbox Live confeccionado por Ubisoft reúne elementos clásicos y modernos. Afortunadamente, conviven en tanta armonía como el rojo y el azul en esta emocionante novedad. ¿Ikaruga vs Samurai Jack?

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Queridos amigos, amantes de las plataformas clásicas bidimensionales. Ese género que nos dio tantas emociones en el pasado, sólo para caer en decadencia en la segunda mitad de los 90 y volver a pegar fuerte durante la actual generación de consolas. Los estudios han demostrado una y otra vez que a veces la simplicidad es la clave del éxito.

Outland, en pocas palabras, reivindica la fórmula. Es un juego de plataformas sencillo, en el que manejamos a un héroe en enormes y laberínticos niveles, enfrentándolo a los enemigos con ataques básicos. Al principio se puede sentir la dinámica de los éxitos de la vieja escuela: golpe de espada, espadazo por alto, deslizarse, saltar... Me vienen a la memoria los primeros Castlevania, e incluso algunos pasajes de Zelda II: The Adventures of Link.

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Podría parecer un plataformas algo flaco, considerando los cánones que mandan hoy en día. Pero tras una breve sección de lecciones de plataformas para principiantes, el juego presenta sus cartas, entre las que se encuentra un componente muy interesante (aunque no sea totalmente novedoso). Después de la primera media hora de saltos y disparos aparece un poder que permite cambiar el espíritu interior del héroe, si lo decimos en términos poéticos. En términos prácticos, lo que pasa es que cambia de color, poniéndose rojo o azul con pulsar un botón. El cambio de color del personaje abre el juego a una dualidad entre acción y rompecabezas.

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En primer lugar, el color debe contrastar con el de los enemigos para poder atacarles. Es decir, el héroe azul mata al malo rojo y viceversa.
Por lo tanto, es necesario evaluar la situación y cambiar de color adecuadamente para golpear a los enemigos. En segundo lugar, el color debe ser idéntico al de los peligros del escenario (por ejemplo, rayos láser o bolas de energía), para poder pasar sin un rasguño.

Esto obliga a tener que pensar constantemente cómo plantear cada acción, a hacer un análisis rápido pero preciso del entorno. Podemos, por ejemplo, ponernos azules para pasar una barrera de energía y luego cambiar rápidamente a rojo para golpear al enemigo que se acerca amenazante. O cambiar justo antes de un salto y luego hacer lo propio en el aire, todo para superar dos barreras de colores opuestos.

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La idea parece sencilla, pero el ejercicio neuronal que resulta es cuanto menos sorprendente. Sobre todo en algunas secuencias especiales que el estudio ha incluido con el único fin de hacernos blasfemar. O llorar de alegría, según el resultado. También están los jefes finales, con su propio entorno a estudiar para luego cambiar los colores a conciencia.

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Outland es un juego que comienza tímido pero que se pone las pilas en unos minutos. Especialmente interesante es la adquisición gradual de los poderes, que se produce prácticamente durante toda la aventura. No queremos estropear nada, pero baste decir que ese cambio de color no es el único as en la manga del juego, y una vez completado se abre una posibilidad de 'backtracking' que ciertamente amplía la longevidad del título.

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Si quisiéramos encontrar un defecto, sin duda hablaríamos de la historia. Utilizamos el condicional, porque después de todo, en un juego de este corte la historia no es la clave (¿cuántas veces hemos salvado a la misma princesa de rosa?). Sin embargo, hay ejemplos de cómo una "no historia" es capaz de generar tensión o pasión. Tomemos por ejemplo a Limbo, que puede recordar en parte a Outland por sus siluetas y luces misteriosas. En ese juego, es precisamente la ausencia de historia lo que se emplea para comenzar a montar el misterio, dejando al jugador con muchas preguntas rondando en la cabeza que nunca encontrarán respuesta. Outland, sin embargo, prefiere confiar en la narrativa ortodoxa dividida en capítulos, con grabaciones de voz y textos impresos en pantallas. Una trama con mordiente nula.

Repetimos: eso no es lo importante, y sobre todo Outland es un juego que sabe destacar y que tiene momentos emocionantes, así que sin duda merece una partida. Su dificultad es media, nunca frustrante, dibujada con una curva bastante suave. Si bien obliga a darle un poco al coco, el juego se presta perfectamente a la relajación de las sesiones cortas de juego. Sobre todo porque, también por su excelente diseño de niveles, se puede jugar paso a paso sin perder el tiempo. Toda una alabanza a la simplicidad, sin llegar a la trivialidad o el aburrimiento.

08 Gamereactor España
8 / 10
+
Estilo artístico, diseño de niveles, mezcla de puzle y plataformas.
-
Historia poco intrigante, rejugabilidad limitada.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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ANÁLISIS. Autor: Lorenzo Mosna

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