No termino con el que creía el último soldado del grupo cuando un misil explota justo a mi lado. Me vuelvo para confirmar mis sospechas: en lo alto de un edificio queda un rezagado, dándome la lata con su enorme lanzacohetes. Nada que preocupe al ninja más chulo que ha aparecido jamás en un videojuego, pero aun así hay que derribarlo. Con un toque en L2, Ryu saca su arco y fija automáticamente al enemigo en la mirilla, despachándolo inmediatamente con una flecha explosiva.
Hay muchas cosas diferentes en Ninja Gaiden 3, algo que quizás no sorprenda como el Team Ninja ha realizado grandes cambios desde el lanzamiento de Ninja Gaiden II y la salida de Tomonobu Itagaki con algunos de sus talentos para formar Valhalla Games. Ninja Gaiden 3 se ha diseñado con una filosofía central bien distinta.
Como jugador, guardo un gran recuerdo del primer Ninja Gaiden para Xbox, pues significó una experiencia apabullante visualmente y extremadamente desafiante a la hora de jugar. Estudiaba los patrones de los enemigos, y cuando derrotaba a un jefe todo había sido dedicación y habilidad. El juego corría a 60 imágenes por segundo sin inmutarse, por lo que me decepcionaron las primeras versiones de Ninja Gaiden 3, con aquellos evidentes problemas de framereate. El reto parecía haberse esfumado y los Quick Time Events (QTEs, eventos de pulsación de botones) se cargaban parte de la sensación de tener un control total sobre Ryu.
Tampoco me sorprendía. El nuevo líder del Team Ninja, Yosuke Hayashi, ahora lleva los juegos del estudio en una dirección que no me agrada. Ninja Gaiden Sigma tenía elementos de control por movimiento y otras incorporaciones que lo separaban de la "sensación hardcore" de la serie. Lo mismo pasaba con Sigma 2, que casi se deshace por completo de la sangre y el 'gore'. Llegó Ninja Gaiden 3 y se hablaba de abrir el juego a una audiencia más amplia, como si quisieran dejar de lado a los fans. Naturalmente, estaba escéptico cuando introduje el código final en la consola.
Pero me gusta admitir cuando me equivoco, y Ninja Gaiden 3 demostró rápidamente que estaba equivocado. El caso es que durante el primer nivel me siento incómodo con las constantes interrupciones por culpa de los dichosos QTE, mientras que ya esperaba esa poca variedad en los enemigos y la falta de dificultad. El juego es demasiado indulgente, a barra de salud se rellena después de cada combate.
Si tengo alguna duda sobre la dirección que debo tomar en unos niveles realmente lineales, sólo tengo que apretar el analógico derecho para que me lo diga el juego. Los checkpoints son frecuentes, y si te matan vuelves rápidamente a la acción, exento de cualquier penalización. Luego está la magia ninja, que se recarga rápidamente y sirve para deshacerse de los enemigos más pesados o curar a Hayabusa. Y el arco que decíamos al principio, que auto-apunta y nunca se queda sin flechas.
Ya sabéis por dónde voy. Los enemigos son presas fáciles, no hay que pensar mucho, los elementos de aventura han desaparecido, los QTE se mezclan con escenas más duras y los menús se han simplificado hasta un punto en el que ni siquiera puedes cambiar las armas en el modo normal del juego. Ninja Gaiden se ha vuelto casual, algo que me carcome por dentro. Se parece más a Ninja Blade que a sus desafiantes predecesores.
Lo que pasa entonces es que... realmente me gustó Ninja Blade. Todo encajó en algún momento, después de esquivar los rayos rojos de las mirillas en una zona cubierta por el humo, donde iba derribando a cada soldado despistado brutal y silenciosamente. Justo antes de que convirtiera a la espectacular araña-robot (el primer mini jefe) en chatarra: ahí me di cuenta de que este juego está muy bien, pero a su manera.
La cámara se permite ejecutar veloces giros y hace un zoom súper rápido cuando hay una ejecución especialmente llamativa (y hay que realizar movimientos ninja de locos constantemente). Y los ninjas son la leche. No es nada fuera de lo común que saltes desde un quinto piso y vueles hasta caer encima de un pobre diablo, cortándolo por la mitad. Tampoco pasa nada si despedazas un helicóptero gigante y vas saltando entre los restos mientras caes.
Me devuelve a mis sueños mozos, así que voy alucinando y avanzando mientras trituro a los enemigos con una eficiencia brutal. Salto desde los tejados, escalo edificios, me deslizo entre lianas y cuerdas mientras me deshago de los enemigos a base de kunais. Me cuelo por debajo de los obstáculos, corro por las paredes, asesino sin que nadie se entere o me engancho a un vehículo que pasa cerca clavando mis cuchillos en el metal. Añade a todo esto las diversas (y enormes) batallas con jefes finales, en las que un bicharraco siempre está seguido por uno aún más grande. Sin estropear nada, me gustaría señalar algo que te encuentras en un laboratorio, sobre la mitad del juego...
La historia también es algo que brilla en Ninja Gaiden 3. A diferencia de la extraña trama de la segunda entrega, se trata de un relato sobre terroristas que pone algo más los pies en la tierra (siempre hablando en términos nipones). La aventura te lleva por una amplia selección de escenarios, así que en ese sentido sí que han cuidado la variedad. Te abrirás camino a tajos en ciudades góticas, desiertos al más puro estilo Uncharted, junglas exuberantes, laboratorios secretos y mucho más.
Además, Ninja Gaiden 3 también supone un gran avance en el aspecto gráfico respecto a Ninja Gaiden II. Los entornos presentan un diseño más inspirado, la iluminación es más avanzada y Ryu Hayabusa está increíblemente detallado. El tema visual ha quedado mucho más fino y contundente, así que sólo la falta de anti-aliasing y una tasa de imágenes aún algo inconsistente lo penalizan.
En pocas palabras, simplemente me lo he pasado en grande con la nueva raza de ninjas que propone Ninja Gaiden 3. Nunca volverá a ser lo que era, pero eso no tiene por qué ser algo malo. Simplemente, es diferente. No hay que olvidar que tampoco es un juego genial, y que como han reducido el desafío el juego se hace algo más repetitivo. Casi me paso el juego aporreando el botón cuadrado, mientras que cualquier enemigo elevado caía en un periquete con el arco auto-apuntador.
Está claro que Ninja Gaiden 3 fastidiará a diversos seguidores acérrimos de la serie, y hasta cierto punto es algo necesario. Es cierto que es diferente, más casual y dirigido a una audiencia occidental, pero aun así es muy divertido. Este chorro constante de escenas de acción pura y violencia bien coreografiada no te dejará soltar el mando hasta que acabes el juego. Una prueba de que Ryu Hayabusa sigue siendo uno de los grandes.