Análisis de Total War: Shogun 2 - La Caída de los Samurái

La Caída de los Samurái es la expansión independiente de Total War: Shogun 2. Para aquellos que no estén familiarizados con estos juegos, los juegos de Total War examinan un particular periodo de la historia combinando un combate épico en tiempo real con la construcción de un imperio por turnos. Así, permite a los jugadores reescribir la historia como decidan, experimentando batallas épicas y caóticas en su viaje por un pasado alternativo.

Total War: Shogun 2 salió a la venta el año pasado para recibir la aclamación universal, y se centró en los acontecimientos japoneses del siglo XVI. Como el título sugiere, no fue la primera incursión de Creative Assembly en ese determinado periodo histórico. En el año 2000, Soghun: Total War llegó al mercado, describiendo los momentos claves de la historia japonesa en el periodo Sengoku. Ambos títulos marcan las fronteras en los juegos de Total War, uno por establecer la franquicia, y el más reciente por consolidar todo lo que se había aprendido en las entregas anteriores y por conformar el que se considera el juego más pulido de la serie.

La Caída de los Samurái mantiene el escenario de Shogun 2, pero la historia es muy diferente. El juego se centra en la guerra Boshin de 1869; una lucha entre los modernistas pro-imperiales y los tradicionalistas que defienden con fiereza el sogunato. Los acontecimientos de La Caída de los Samurái ocurren unos 300 años después de aquella campaña principal, dando tiempo de sobra para que el panorama geopolítico haya cambiado considerablemente. En este nuevo escenario histórico, los jugadores hacen frente a la elección de ponerse del lado del emperador o del sogunato. Desde tienen que usar la guerra, la diplomacia y la intriga como herramientas para expandirse por las islas niponas.

La guerra Boshin hizo de telón de fondo de la revolución industrial japonesa. La influencia de occidente avivaba las tensiones y provocaba un rápido crecimiento económico. Este cambio a nivel nacional se refleja en la campaña de esta expansión, con ejércitos que se modernizan notablemente conforme avanza el juego. Las primeras batallas estarán pobladas con tropas que, en mayor parte, no quedarían fuera de lugar en la campaña original, pero al final se van liberando unidades en el nuevo árbol tecnológico que nunca se habían visto en los juegos de Total War.

No pasa mucho hasta que lo antiguo deja paso a la novedad, así que con la mejora tecnológica llegan ejércitos más eficientes y más explosivos. Las unidades se vuelven más poderosas, con mayor rango y precisión mejorada. Esto queda también reflejado en el mapa de la campaña, que más tarde se poblará con buques de guerra, estaciones de tren y mercenarios extranjeros.

El nuevo mapa de campaña presenta una realización maravillosa. Los poblados están salpicados alrededor de las colinas y las montañas, con los campos rodeando las ciudades. Los efectos del agua son bastante agradables, y los avatares que representan tus ejércitos y agentes son distintivos y fáciles de identificar.

El mapa secciona Japón en provincias. La división básica entre las distintas facciones es la lealtad al emperador (o la ausencia de ella). A la hora de tomar las decisiones más tácticas, este es el factor que predomina antes que nada. La IA de la campaña puede ser de gran ayuda combatiendo a un enemigo común; por el contrario, entablar combate con una provincia puede causar hostilidad por parte de otras regiones con la misma alineación política.

A medida que progresas en la campaña, hay una buena ración de gestión de recursos, pero nunca parece algo demasiado intrusivo. Por otro lado, el juego por turnos es suficientemente profundo para estar absorbido por él, pero nunca es excesivo o demasiada pérdida de tiempo. Construir un imperio sólido es esencial para tener éxito en el campo de batalla.

Al tiempo que el mapa va cogiendo el color de tu dominio poco a poco, mantener el equilibrio dentro de los confines de tu imperio se vuelve peliagudo. Lealtades divididas y desconfianzas en general normalmente generan revueltas aisladas dentro de las provincias que capturas. Hay algunos agentes nuevos, llamados Ishin-shishi y Shinsengumi, que pueden incitar y reprimir rebeliones políticas, aunque una guarnición del ejército suele producir el mismo efecto. Mantener a todo el mundo contento durante este decisivo periodo de la historia japonesa no es fácil, definitivamente.

A pesar de los esfuerzos para mantener a todos sonriendo, las tensiones no duran mucho antes de convertirse en una rebelión. Incluso duran menos una vez que tu territorio haya incrementado, teniendo facciones opuestas bajo control. El desafío real en la campaña de esta expansión es suprimir estas rebeliones, al mismo tiempo que mantener un esfuerzo coordinado para expandir las fronteras de tu dominio. Encontrar este equilibrio puede ser difícil al principio.

La velocidad normal de la campaña de Total War ha bajado para reflejar la rápida transición nipona: de la economía rural al Japón industrial, cada año son 24 turnos. Hay una significante implicación en esto; el invierno, y el desgaste que viene consigo, ahora dura 6 turnos. Las penalizaciones por mantener un ejército fuera de tus fronteras no son severas, pero el desgaste gradual de la fortaleza en tu ejército es notable en combate.

Cuando entras en combate los tiempos de carga son, una vez más, considerables. Puedes contar ovejas mientras carga, menos mal que la espera siempre merece la pena. La música que compaña a las largas pausas ha sido seleccionada cuidadosamente. Como en el propio juego, se moderniza mientras avanza, absorbiendo cada vez más las influencias de occidente. Resulta ser una combinación halagueña.

El combate es intenso y satisfactorio. Los detalles en cada soldado conservan el toque de Creative Assembly para mantener la autenticidad, y las animaciones de combate cuando luchan son detalladas y variadas. No es que haya suficiente tiempo para hacer zoom y maravillarse con la complejidad de cada refriega (deliciosamente gore si bajas el Blood Pack DLC). La mayoría de las batallas requieren una atención constante; la victoria se encuentra muchas veces al hacer el ajuste oportuno en el momento oportuno.

Una vez más, se ponen en fila ejércitos masivos, unos contra otros, en una gran variedad de escenarios distintos, incluyendo la habitual mezcla de asedios y batallas en tierra firme. Algunos son más emocionantes que otros. Una vez la novedad inicial desaparece, las batallas navales pueden ser actividades laboriosas. Los turnos largos y los objetivos frustrantes hacen que el combate en mar sea más recargado que su equivalente en tierra. Aun así, no tienen menos mérito y de vez en cuando sirven de distracción del asedio-conquista.

El combate naval sigue el mismo camino de la modernización que el resto de unidades. Al principio son todo fragatas y cañoneros, pero al final, el mar se encuentra poblado de poderosas naves acorazadas, armadas hasta los dientes con torpedos. El combate naval se desborda desde las simples escaramuzas hasta el mapa de campaña. Los jugadores tienen la opción de usar sus flotas para bombardear posiciones costeras y disparar a los ejércitos si se mueven cerca de los caminos costeros. Incluso es posible usar flotas cercanas para bombardear al enemigo en medio de una batalla en tiempo real. Puede ser salvajemente impreciso, pero un buen disparo puede dañar seriamente a una unidad, lanzando las tropas por los aires. Un límite de dos bombardeos por batalla hace que esto no se convierta en una adicción estrafalaria.

El armamento mejora en el campo de batalla a medida que la campaña progresa. Las ametralladoras Gatling (completas, con la opción de vista en tercera persona desde el cañón) toman su lugar al lado de la artillería, caballería y diferentes unidades de infantería. Los tradicionalistas pueden seguir las viejas enseñanzas y llevar un armamento dominado por las katanas y las armaduras arcaicas, mientras que los modernistas pueden actualizar sus fuerzas rápidamente y con efectividad. Tratando con occidente, la nueva tecnología se puede adquirir rápidamente y el armamento está disponible relativamente pronto.

Estas nuevas unidades han tenido un gran impacto en la importante IA del juego, y Creative Assembly ha equilibrado cuidadosamente la fuerza de estas nuevas unidades con adecuadas debilidades. Por ejemplo, las ametralladoras Gatling son obviamente más peligrosas enfrentadas directamente contra tropas enemigas, pero son más lentas al maniobrar y muy vulnerables desde los flancos.

Una vez más la IA es muy potente. De vez en cuando te enfrentarás a ejércitos con una extraña configuración, pero aparte de eso, el ordenador es un digno oponente. Es un juego que requiere creatividad. La decisión de una táctica sólida normalmente te lleva a la victoria, y lógicamente nada es más importante que la estrategia en los Total War. Las tácticas ganan batallas, y aferrarse a este conocimiento es esencial cuando nos acercamos a situaciones difíciles. Un desafío severo se hace incluso más chungo; los generales son más creativos y decisivos, y resulta más caro reclutar unidades, haciendo que tus propias fuerzas escaseen más que nunca.

Los sonidos en la guerra están ahí, todos los que hacen falta. Los estruendos de la batalla suenan realistas, mientras que el siempre creciente y formidable crujido del fuego cruzado se añade a la ya pulida atmósfera sonora de Shogun 2.

Para quienes prefieren las batallas contra oponentes reales, están las ya conocidas opciones de multijugador. Nuevas armas y armaduras pueden irse desbloqueando, y también están los modos cooperativo y cara a cara. También existe un nuevo mapa de conquista que refleja la situación del siglo XIX.

Ya completada la campaña, aún quedan algunas refriegas clásicas por superar. Te explican un escenario histórico, te dan los objetivos y se coloca el ejército en el campo de batalla. A pesar de que estas batallas independientes son grandes en escala, te lo pasas mejor porque ese miedo por perder todo tu ejército que tienes en la campaña ya no está ahí: no deberás depender de esas mismas tropas otra vez.

Entre la campaña, el modo multijugador y las batallas históricas, La Caída de los Samurái ofrece a los jugadores un gran contenido para explorar. Aunque la han llamado expansión, su tamaño junto al hecho de que no se necesita el juego original de Shogun 2 para jugar la convierten en un paquete completo en sí mismo. Emocionantes y nuevas unidades complementan una probada y testada fórmula para conseguir un efecto excepcional. Si estás buscando un nuevo desafío, nuevas armadas que liderar y nuevas tierras que conquistar, entonces, La Caída de los Samurái es muy, muy recomendable.