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Diablo III: Ultimate Evil Edition

Análisis de Diablo III: Ultimate Evil Edition

Es la última versión del fenómeno action-RPG de Blizzard en llegar al mercado. Descubre si es para ti con una review para los que no saben nada de Diablo... y para los demás.

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Este paquete que llega mañana a consolas lo hace después del juego original Diablo III - a su vez el tercero en la serie- y el consecuente 'port' para las consolas antiguas, incluyendo además la expansión Reaper of Souls que se estrenó a primeros de año en PC. Si te lías, en pocas palabras, The Ultimate Evil Edition recoge todos estos lanzamientos en un sólo disco que da para horas y horas de la versión más refinada y completa de Diablo. ¿La 'definitiva, entonces?

Si ya has jugado a Diablo III en PC o en la generación de consolas que se despide, puedes pasar página y saltarte todo este análisis hasta llegar a los últimos párrafos. Si eres nuevo en la serie (a lo mejor con esta edición por fin te animas con una franquicia tan popular) y buscas algo fresco y novedoso que introducir en la bandeja de discos de tu consola, sigue leyendo.

Diablo III es un action-RPG de perspectiva isométrica. Está repleto de demonios grotescos y monstruos macabros de todas las formas y tamaños. Hay cantidades obscenas de botín por saquear ('loot'), unas localizaciones recreadas maravillosamente bien y una historia de fantasía bastante boba sobre ángeles y demonios que hace de trasfondo argumental. Controlas a tu personaje desde arriba, guiándolo por el mundo mientras se dedica a despedazar literalmente a los miles de monstruos que se cruzan en su camino.

El disco incluye los cuatro capítulos del juego básico, y luego el quinto que incorporó el pack de expansión. Ese contenido por sí solo ya te lleva entre 15 y 20 horas de juego, pero Diablo siempre se ha construido con el concepto de rejugabilidad extrema en mente. Una vez te pasas la campaña quedan varios niveles de dificultad que pueden multiplicar el reto y significar mayores recompensas, junto a un modo Aventura que recicla contenido y propone nuevos estímulos para volver a jugar una y otra vez.

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Al nivel más fundamental, Diablo III va de optimizar tu personaje y de repartir destrucción constantemente. Blizzard hace uno de sus mejores trucos clavando el ritmo adecuado; te ves como un héroe, un 'crack', y casi todo el rato sientes que tienes todo el control, lidiando con las situaciones de forma deliberada y resuelta.

La mencionada optimización sucede de forma progresiva, mediante una serie de métodos distintos. El más evidente es el equipamiento que vas cogiendo y las habilidades que vas desbloqueando conforme subes de nivel. El equipo se va descubriendo mediante el botín que dejan caer los enemigos derrotados o que aparece en los cofres durante la exploración. El XP se va acumulando con el tiempo y los personajes van subiendo de nivel de forma regular, cada promoción liberando nuevas habilidades y/o runas que se pueden emplear para alterar o reajustar cómo funcionan esas habilidades en el campo de batalla.

Por lo tanto, jugar a Diablo es un proceso evolucionario. Cuanto más equipo encuentras/ganas y habilidades desbloqueas, más se va convirtiendo tu personaje en una máquina de matar que refleja exactamente cómo te gusta jugar. Este proceso comienza con la decisión inicial que tomas cuando pones el juego por vez primera. Existen seis clases de personaje: Bárbaro, Cazadora de demonios, Cruzado, Maga, Monje y Médico brujo, y cada una representa un estilo de juego diferente.

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Para la primera vuelta a este Diablo de nueva generación hemos pasado de una clase Monje a la que ya nos acostumbramos de sobra con la versión para PC, así que saltamos directamente a la clase Cruzado (que además es la más novedosa, pues después de todo se estrenó en marzo con la expansión Reaper of Souls). El Cruzado es un poco un tanque, y puede absorber el daño mientras reparte otro tanto. Durante la campaña nos hemos ido inclinando hacia los movimientos que más nos gustaban, toqueteándolos, añadiendo nuevas destrezas, recuperando otras antiguas y poniendo runas para ajustar de forma sutil la forma en la que nuestros ataques afectaban a nuestros rivales. Al final teníamos un estilo establecido y una comprensión íntima sobre cómo jugar mejor con nuestra configuración particular. Cada jugador tiene la suya.

Diablo III: Ultimate Evil Edition

Y lo mismo pasa con cualquiera de las cinco clases restantes; tienes opciones para aburrir. Puedes apostar por ataques a distancia, cuerpo a cuerpo, fuerza bruta o quizá magia y astucia. En realidad es como te apetezca, y Blizzard ha hecho un trabajo fantástico a la hora de facilitar esta flexibilidad, no solo en cuanto a las distintas clases de entre las que puedes elegir, sino incluso con el elenco de opciones disponibles dentro de cada una. Y luego están los seguidores que se pegan como una lapa durante la aventura, por lo que si eres un personaje especialista en larga distancia, puedes llevar contigo a un aliado centrado en las cercanías, ampliando así las tácticas disponibles en cualquier momento o situación (también puedes escoger habilidades de una selección limitada para tus seguidores, complementando aún más las decisiones tomadas para la configuración de tus personajes).

Tu viaje a través del relato te llevará por algunos lugares de preciosa recreación (y como acostumbra Blizzard, algunas escenas de corte CGI espectaculares). El trabajo artístico es impactante en ocasiones, considerando desde el intricado detalle en los escenarios hasta los sobresalientes fondos. Estos niveles también están bien construidos en cuanto a la presencia de ítemes rompibles (te dan más velocidad cuando encadenas rupturas del decorado), y se suelen encontrar o múltiples rutas para atravesar mazmorras de túneles enmarañados, o extensas áreas repletas de gemas ocultas.

Las bestias que deambulan por estos niveles son de una variedad pasmosa. Blizzard no deja de proponerte algo nuevo a cada paso, y dada la gran rejugabilidad que ofrecen a los jugadores más dedicados, es un trabajo loable. Los diseños de los enemigos cambian constantemente, mientras que interarctuar con ellos (más bien pegarles porrazos con martillos/espadas/flechas/hechizos) resulta inmensamente satisfactorio. Los combates presentan unos momentos álgidos que se agradecen y multiplican la emoción, e incluso en las situaciones más caóticas, cuando muchos, muchos enemigos te rodean, suele ser bastante fácil interpretar lo que está pasando y actuar en consecuencia. Cuando matas enemigos en rápida sucesión va aumentando el multiplicador de puntuación, y por tanto te recompensan por enfrentarte a las peores (mejores) criaturas y despacharlas con estilo. Los enemigos más pequeños a los que te enfrentan suelen estar a una pulsación de botón de la erradicación, pero también hay un buen número de adversarios más temibles que esperan al acecho desde eventos que se pueden descubrir por muchos rincones del mundo (o que te esperan al final de las misiones de la historia principal).

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Pero, como empezábamos, si ya has jugado a Diablo, ya conocías todo esto, así que vamos a pasar ahora a lo que es nuevo en esta última edición.

En primer lugar, está el Modo Némesis, una opción de juego asíncrono por el que los demonios enemigos que matan a tus amigos aparecerán haciendo un 'cameo' de cuando en tu partida, para 'saludarte'. Cada vez que se cargan a un jugador se hacen más fuerte y pasan a la partida de un amigo del caído. La verdad es que conseguimos derrotar a los demonios que llegaron a nuestra consola de visita (si bien al no haber salido todavía el juego sólo contábamos con un grupo reducido de gente con el que intercambiar enemigos), pero la verdad es que es una forma buena e interesante de conectar nuestra experiencia en solitario con la de aquellos que figuran en nuestra lista de amigos. También recibes regalos por completar estos desafíos, y los puedes compartir con los demás.

La otra novedad destacable es el Modo Aprendiz, en el que los jugadores de nivel más bajo pueden recibir un bienvenido empujón cuando juegan en co-op con compañeros de mayor nivel, tanto en la misma consola como online. Esto también es un buen toque, y garantiza que la experiencia no esté totalmente inclinada hacia un lado cuando dos personajes de niveles y destrezas muy distintas tienen que compartir partida. Probamos esta modalidad tanto en local como en línea (mucho más tiempo lo primero, en el mismo sofá), y parece que el sistema funciona sin problemas. Nuestro compañero de nivel bajo seguía muriendo más que nosotros, pero aun así se sentía útil e implicado en la aventura. Otro gesto bueno es que el 'loot' que cae sirve para ambos personajes, y conforme se va recogiendo se filtra automáticamente para el jugador adecuado.

Finalmente, está la novedad del Modo Aventura (nueva de este año, pues se estrenó en PC con la expansión Reaper of Souls). Con esta propuesta de juego se pueden volver a visitar lugares ya conquistados, masacrando enemigos concretos previo contrato para recoger botín adicional. Matar a los jefes también sirve para conseguir fragmentos de falla, que en conjunto abren las denominadas fallas nephalem. Estas zonas son duras mazmorras aleatorias y abarrotadas de enemigos, que culminan en una batalla con el Guardián de la Falla (y de una recompensa muy jugosa). Una vez más, otro aspecto en pos de la rejugabilidad.

Por lo tanto, resumiendo, Diablo III: Ultimate Evil Edition sí que es la versión definitiva del action-RPG de Blizzard. Se ve fenomenal tanto en PS4 (versión analizada) como en Xbox One si tienes una de estas consolas más nuevas, especialmente porque el framerate mejorado asegura una experiencia mucho más suave y fluida. Quizás lo que más nos sorprendió fue que, ¡herejía!, llegamos a preferir el control de consola con mandos antes que la combinación tradicional de ratón y teclado; con el ratón siempre parecía que estábamos arrastrando al personaje por ahí, forzándolo a ir al combate, pero con el stick analógico se sentía como realmente llevando a nuestro Cruzado por las mazmorras, con un movimiento mucho más decidido. Por tercera vez decimos que este juego se puede volver a jugar cientos de veces y que el Modo Aventura y los niveles de dificultad más alta ofrecen a los mayores aficionados a la exploración de mazmorras un montón de cosas que hacer una vez hayan visto los créditos. Además, la continua posibilidad de jugar a dobles en la misma TV es otra gran baza a su favor, y el Modo Aprendiz mencionado antes supone una forma genial de invitar a los amigos a jugar de esa forma, por mucho que uno esté mucho más 'viciado' que otro.

Así que, por muchas versiones que hayamos probado ya, nos hemos quedado muy contentos e impresionados con la Diablo III: Ultimate Evil Edition. Si ya le has echado muchas horas en PC ya habrás visto las cosas más significativas, y para ti no lo recomendaríamos directamente; tendría que apetecerte mucho jugarlo en consola. Por otro lado, si tienes la versión de Diablo III que salió para las consolas antiguas sí que hay bastante chicha como para que merezca la pena volver a este mundo infernal (y por suerte puedes transferir tu vieja partida), aunque puede que te convenga esperar un poco hasta que baje el precio y así te salga una mejor relación. Por último, si estás en el cada vez más reducido grupo de los que nunca han jugado a Diablo, esta es la mejor forma y ocasión para empezar, porque se trata de una versión genial de un juego grandioso, y ahí sí que merece una inversión de tu tiempo y dinero.

Diablo III: Ultimate Evil Edition
09 Gamereactor España
9 / 10
+
Edición muy completa, framerate constante y fluido, genial co-op local u online.
-
Precio caro para los que ya tienen cualquier otra versión.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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ANÁLISIS. Autor: Mike Holmes

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