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Análisis de Driveclub

Una nueva súper-producción de carreras quiere hacerse un hueco en un reñido género con una propuesta diferente y muy conectada.

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Las manos tiemblan cuando la puerta del brillante Ferrari California se abre, al mismo tiempo cazando a la perfección la luz del atardecer sobre su pintura carmesí. La bandera de nuestro club ondea al viento sobre la parrilla de salida. Los pilotos rivales hacen un gesto en nuestra dirección y se ponen al volante. El rugido de los motores ocupa de repente toda la escena, lo que hace que nos concentremos al 100% en agarrar bien el volante y posar el pie sobre el acelerador. La luz roja se enciende. Quedan cinco segundos para salir disparados, pisando a fondo para seguir sumando para las ambiciones de nuestro club en un circuito norteamericano. Cuando los últimos rayos del sol se esconden tras las colinas cubiertas de verde, arranca la cuenta atrás. 5, 4, 3, 2, 1... ¡verde!

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El equipo propio de Sony Evolution Studios se ha tomado su tiempo con DriveClub, y eso ha servido entre otras cosas para que ahora el juego tenga que cumplir con unas expectativas considerablemente altas. Por un lado, este siempre ambicioso título de carreras se esperaba de lanzamiento junto a la consola PlayStation 4 el noviembre pasado, como su gran juego de coches exclusivo. Pero para sorpresa de todos, fue retrasado a última hora tras, aparentemente, atascarse el desarrollo en algunos problemas con los menús del innovador multijugador dinámico. Por otro lado, habrá quien piense que la propuesta de Evolution choca o al menos se roza con la de Gran Turismo, simulador por excelencia en consolas Sony (si bien el acabado visual es muy realista, este juego se inclina mucho menos hacia la simulación y tiene un gran componente social que después mencionaremos). ¿Puede DriveClub a la vez estar a la altura de lo esperado tras tan largo retraso y superar la presión de ofrecer una buena alternativa a GT con carácter propio? Para los amantes de los juegos de coches que lo vean de pasada en la estantería puede parecer lo mismo, pero no lo es, ni mucho menos.

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Si pintas una línea para dividir todos los juegos de coches, la verdad es que DriveClub no caería claramente en el terreno 100% arcade. Los juegos más frenéticos, indulgentes y desenfadados, los que se inspiran en las antiguas recreativas, ofrecen otro tipo de diversión directa o incluso a lo loco. Luego están los simuladores puros y duros que exigen conocimientos y práctica para dominar las máquinas con un equipo en condiciones. Y finalmente juegos de carreras que cogen de los simuladores cierta imitación del mundo real, prestando especial atención a las reacciones físicas de los coches, la autenticidad de los trazados y la fidelidad visual para atraer a los amantes del motor. DriveClub podría quedar en ese punto, con un acabado impresionante pero sin llegar a la exigencia en circuitos tradicionales de Gran Turismo o Forza, apostando por una mayor sencillez de manejo.

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La base en casi todos los casos es una selección de coches deportivos con la que puedes competir en carreras de varios tipos. En DriveClub este conjunto incluye carreras clásicas con 12 coches, tramos contrarreloj y desafíos de derrape, cada uno exigiendo un estilo de conducción y un dominio concreto.

Estas carreras forman parte del Modo Tour de DriveClub, un espacio que simplemente te pone a competir en cada categoría a través de un puñado de circuitos por todo el mundo, al mismo tiempo desafiándote con retos cara a cara y pequeños objetivos secundarios dentro de las propias carreras.

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Lo cierto es que esta estructura nunca resulta especialmente innovadora o sorprendente, pero funciona como introducción a los diversos bólidos, mientras que los mencionados retos cara a cara son la forma que tiene el juego de picarte. Por desgracia, es inevitable notar que el Modo Tour se hace algo repetitivo hacia el final del juego, cuando todos estos retos ya están superados y los impresionantes circuitos empiezan a resultar demasiado familiares.

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También por desgracia, las decepciones no se quedan ahí, pues la naturaleza repetitiva de la propuesta se ve exagerada por la relativamente limitada colección de coches que llegas a tener en tu garaje. Mientras que el mayor rival de DriveClub este otoño, el Forza Horizon 2 de Playground, tiene más de 200 coches, y el simulador (con muchos más matices entre cada máquina) Project CARS se estrena con 67, el juego de Sony se queda en el medio centenar. Y si lo comparas con su predecesor en PlayStation en juegos de coches -los Gran Turismo suelen alcanzar los cuatro dígitos con mucho más trabajo en manejo y respuesta- al final sabe a poco.

Además, por mucho que el juego no sea un arcade puro, no hay opciones de personalización. Vale, se puede pintar el coche o lucir vinilos muy chulos, pero todo lo que tiene que ver con el comportamiento y respuesta del coche viene fijo de fábrica. El diseñador jefe Paul Rustchynsky asegura que esta decisión se tomó para garantizar la autenticidad de cada vehículo, pero lo cierto es que la excusa no convence y resulta en una flagrante falta de opciones de ajuste y personalización de la conducción. Porque si bien los circuitos son una maravilla, repletos de elementos y muy variados, la reducida selección de coches y la falta de 'tuning' se convierte en unas horas en el mayor problema de DriveClub.

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Dicho esto, el título del juego sigue indicando cuál es su as en la manga: el elaborado sistema de clubes de conducción. Cuando arrancas DriveClub por vez primera, el juego te deja bien claro que ese escaso Modo Tour significa únicamente arañar la superficie. El sobretodo social con el que Evolution Studios cubre todas las partidas del juego es lo que más importa y por tanto lo que debe atraerte principalmente si quieres sacarle el máximo disfrute al título. Lo primero son los desafíos creados por los usuarios, ideales para empezar a rodar en el sentido más social.

Tu Club, al que te debes, un grupo online que puedes crear o al que puedes apuntarte, es como un equipo de carreras bastante libre y poco definido, en el que tú y otros cinco amigos colaboráis para dominar los trazados ganando puntos y prestigio. Los desafíos cara a cara también pueden implicar a tu Club, de modo que en lugar de completar un reto por tu cuenta, puede que pidan a tu Club que sume puntos de derrape en conjunto. Este tipo de sugerencias y tentaciones alteran por completo la naturaleza del juego. Por eso decimos que debe ser el gancho que te haga decidirte por DriveClub o no.

Aparte de estos desafíos prefabricados, los clubes se pueden comunicar entre sí y enviarse retos concretos. Por ejemplo se puede desafiar a un rival a superar tu tiempo en un tramo concreto con unas condiciones meteorológicas específicas.

Por todo esto, el planteamiento dinámico de las carreras sociales se hace rápidamente mucho más interesante que el poco inspirado Modo Tour. Durante nuestras horas de juego llegamos a abandonar completamente el Modo Tour y terminamos realmente picados en los desafíos del Club, los cara a cara online o los tiempos de vuelta online difíciles de recortar... pero que teníamos que bajar sí o sí. Aquí es donde DriveClub cobra toda su vida, explotando el mejor componente online que hemos visto hasta ahora en un juego de carreras de este tipo.

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Y aunque también a nivel visual resulta un pelín repetitivo, tenemos que volver a subrayar que DriveClub pone en pantalla unos gráficos que te dejan absolutamente boquiabierto. Los juegos de carreras suelen hacer de buen escaparate para la potencia bruta de una consola, y en este sentido DriveClub cumple con todo lo que quieras pedirle. Los circuitos (un total de 55) son de una increíble factura y están repletos de brillantes pequeños detalles, como los charcos que se forman cuando llueve o los árboles que se agitan con el viento más fuerte.

Los modelos de los coches también son de un detalle inaudito, y la vista interior de cabina impresiona con su gran sensación de velocidad y colección de réplicas. Todos y cada uno de los velocímetros, palanca de cambios, parabrisas o panel del salpicadero es completamente único y diferencia a cada bólido de los demás. Visualmente, no hay nada como DriveClub en PS4.

Otro de los puntos fuertes de DriveClub es ese cierto alejamiento del arcade puro que comentábamos al principio, pues cada coche se comporta de forma distinta. Primero están las categorías (Hot Hatch, Performance, Sport, Super y Hyper), pero luego cada máquina propone un estilo de conducción único y relativamente fiel al coche real en cuestión. El veloz pero rebelde Pagany Huarya es muy distinto del Pagani Zonda R, por mucho que se parezcan por fuera. Está genial corroborar que los coches no solo ofrecen controles precisos y cuidados, sino que también tienen sus diferentes conjuntos de pros y contras a la hora de afrontar cada carrera.

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Pero los gráficos y el cuidado sistema de control no duran demasiado, y por mucho que DriveClub esté bien diseñado, sea una preciosidad y venga hasta arriba de funciones sociales, su contenido de serie no da el juego suficiente y las inevitables comparaciones lo dejan en mal lugar. La competencia ofrece muchos más coches y todos con posibilidad de meterles mano en el taller.

Con todo, afortunadamente tampoco eso es lo único que importa, y hay que reconocer que los Clubs inyectan a DriveClub una gran dosis de dinamismo y energía muy necesaria, convirtiéndose de lejos en la mayor baza del juego (y por lo tanto el motivo por el que convencerá a un sector de los fans del género). Donde Forza ofrece una experiencia superior en términos generales, puede que DriveClub te dure más a la larga gracias a su mejor porción online.

07 Gamereactor España
7 / 10
+
Entornos increíblemente realistas. Preciosos coches. Refrescantes y cuantiosas opciones multijugador.
-
No se pueden ajustar los aspectos mecánicos de los coches. Nada inspirado Modo Tour. Garaje corto frente a otros títulos.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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