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Total War: Attila

Análisis de Total War: Attila

Atila hizo caer todo un imperio, por lo que esta nueva entrega de Total War queda muy bien como continuación y conclusión de su predecesor Rome II.

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Esta vez, Creative Assembly ha añadido una serie de novedades que han contribuido a crear un mundo abierto rebosante de posibilidades. Una vez más, nos encontramos con un modo campaña por turnos que se desarrolla en un mapa del mundo y que se complementa con batallas en tiempo real que tienen lugar en una gran variedad de localizaciones diferentes. Sin embargo, en esta ocasión, no solo tendremos que levantar un imperio, ya que un cambio climático y la llegada de un ejército de merodeadores de la estepa desencadenan una enorme agitación en todo el continente. Durante la campaña, los distintos pueblos emigran para huir de los largos inviernos y las encarnizadas luchas, y la reubicación de las tribus provoca un cambio dinámico por toda Europa. Uno de los puntos fuertes de Attila es que, a pesar de presentar multitud de paralelismos históricos, también deja margen a acontecimientos inesperados que pueden cambiar el curso de la campaña.

El juego nos permite controlar un buen número de facciones. Las tribus bárbaras, esto es, los sajones y los francos, constituyen un reto, ya que tendremos que reubicarlos y expandir su territorio. Los góticos y los vándalos, pueblos nómadas, tampoco son fáciles de dominar gracias a la nueva mecánica de las hordas, que nos permite hacer que nuestra tribu se desplace hasta encontrar un nuevo hogar y conseguir diferentes extras en el camino hacia nuestro nuevo reino, pero, al igual que los bárbaros, también nos ofrecen posibilidades de expresión en el mapa del mundo. Como ocurre en el resto de entregas de Total War, se nos da un punto de partida y libertad para reescribir la historia. Así, podemos seguir los acontecimientos tal y como ocurrieron (por ejemplo, si controlamos a los visigodos, uno de los objetivos es saquear Roma, mientras que si manejamos a los vándalos, podemos dirigirnos al norte de África) o irnos por la tangente y llevar la historia en una dirección más fantástica.

Los sasánidas representan una opción más asequible (sobre todo para los jugadores sin experiencia en Total War) gracias su posición de partida, que nos permite gestionar una base más estable y expandir nuestro imperio con facilidad. Por su parte, los hunos y su ejército de caballería son una opción atractiva tanto para los novatos como para los que ya hayan jugado a otras entregas la serie, aunque aprender a controlar un ejército de este tipo puede llevar un tiempo. Los hunos ofrecen destrucción a escala global y están constituidos por un ejército nómada que se dedica a provocar conflictos constantes. Por tanto, manejarlos no consiste en conquistar territorios en el sentido tradicional, sino más bien en saquear y robar a las facciones enemigas o exprimirlas para obtener tributos.

Total War: Attila
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Total War también nos da la posibilidad de controlar tanto el Imperio romano de Oriente como el de Occidente. Ambas opciones son buenas para aquellos que convirtieron una pequeña nación en un gigantesco imperio en Rome II y quieran continuar resistiéndose al curso de la historia y aguantando el avance de los hunos. Como podéis ver, hay algo para cada tipo de jugador. Podemos optar por ponernos al frente de un enorme imperio y mantenerlo estable o llevar a una pequeña tribu a la gloria, aunque, en realidad, puede que liderar una pequeña tribu no nos traiga demasiada gloria, y probablemente debamos marcarnos unos objetivos algo más humildes por una mera cuestión de supervivencia. En Attila no es difícil extralimitarse. De hecho, perdimos un par de partidas por querer abarcar más de lo que podíamos.

El contexto histórico de caos en el que nos encontramos hace que se mantenga el interés y el mundo abierto dinámico nos ofrece multitud de sorpresas, ya que, con tantos pueblos desplazados y nuevas potencias surgiendo por el continente, nuestras decisiones suelen traer consigo giros inesperados. Por si crear un imperio fuera poco, los de Creative Assembly también han incluido una serie de novedades en el elemento de turnos. De entre ellas, la más destacable es que el juego se centra más en la intriga política y la lucha por el poder dentro de cada una de las facciones. Además, han intentado darle algo de personalidad a nuestro séquito mediante eventos in-game, pero muchas de las decisiones que toman son tan impersonales que es difícil establecer una conexión con los personajes.

También tiene su dificultad descubrir cómo se cruzan los sistemas. Aunque no llegamos a hacerlo tan mal como para desencadenar una guerra civil en ninguna de nuestras facciones, se trata de una posibilidad real. Creemos que añadir más carácter a la parte política del juego es una buena idea, pero quizá se podría haber llevado a cabo de un modo más sencillo, porque resulta difícil dedicarle tiempo a los personajes cuando están representados como un menú más por el que navegar. Sin ninguna duda, este aspecto es mejorable y tenemos muchas ganas de ver qué harán los de Creative Assembly al respecto en el futuro.

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En lo que se refiere al campo de batalla, todo sigue más o menos igual que siempre, pero se han añadido nuevos elementos, como el fuego dinámico y las unidades con relevancia histórica, que hacen que los combates sean más entretenidos. También se han incluido algunos cambios sutiles y mejoras en las unidades con respecto a Rome II que seguro los fans más fieles de la serie sabrán valorar. Como de costumbre, parece que los de Creative Assembly han hecho los deberes.

Los asedios también han experimentado mejoras, y se han añadido más opciones tanto para atacar como para defender fortalezas. Además, ahora contamos con más posibilidades para defender los pueblos pequeños, y ver a los ejércitos rompiendo las barricadas y luchar por varios puntos de captura (algunas unidades son mejores capturando que otras) hace que la lucha por el control de ciudades y pueblos se haya vuelto mucho más interesante.

También hay muchos más vaivenes en las batallas porque las tropas se reorganizan mucho mejor que antes. Este es probablemente el mayor cambio en lo que respecta a los enfrentamientos. Las fluctuaciones en el frente cambian notablemente la sensación en los combates, que resultan menos estáticos, por lo que contamos con más oportunidades de recuperarnos cuando estamos a punto de caer al abismo. Esto es genial si juega a nuestro favor, como cuando una unidad que se había dispersado vuelve a la carga y cambia el curso del combate, pero, por otra parte, resulta muy molesto cuando es una unidad enemiga la que se había replegado y regresa para atormentarnos. Así es la guerra.

Total War: Attila

Las batallas del modo campaña cuentan con opciones de personalización que, al igual que en el modo online, nos permiten gastarnos una cierta cantidad de puntos en unidades para machacar a los enemigos. También podremos movernos por varios escenarios reales y podremos luchar en enclaves donde se libraron algunas de las más importantes batallas de la historia. Además del modo multijugador online, el juego también cuenta con un modo campaña cooperativo, aunque no llegamos probarlo. En definitiva, hay mucho que hacer.

Para cuando terminó abruptamente nuestra segunda campaña y nos habíamos embarcado en una tercera, llegamos a la inevitable conclusión de que nos gustaba mucho Total War: Attila. No obstante, también empezamos a pensar que en Creative Assembly deberían probar cosas nuevas en vez dedicarse simplemente añadir nuevas funciones al mismo marco de siempre. Si bien es cierto que, por lo general, la nueva mecánica del modo campaña complementa a la antigua, no podemos evitar sentir que la campaña es un poco excesiva por momentos. De todos modos, la fórmula subyacente del juego sigue funcionando. La última entrega de la serie está más centrada en un tema que Rome II, pero también deja margen a escenarios emergentes bien conseguidos y giros inesperados. Quizá Attila no suponga una evolución para la franquicia si lo comparamos con Rome II, pero sí que es una buena pieza complementaria y coloca unos buenos cimientos para lo que sea que planeen hacer los de Creative Assembly en el futuro.

08 Gamereactor España
8 / 10
+
Buena selección de facciones jugables.
-
No supone demasiado avance respecto a Rome II.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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