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The Order: 1886

Análisis de The Order: 1886

Ready at Dawn y Sony aseguran que este juego asienta las bases de la nueva generación en PS4. Esperamos que sólo se refieran a los gráficos y al sonido...

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Quince meses largos hemos tenido que esperar desde el lanzamiento de PS4 para poder experimentar por fin de cabo a rabo el primer juego que, según la propia Sony, explota todo el potencial de la máquina. O, en otras palabras pronunciadas la semana pasada "asienta las bases de la nueva generación de juegos". Tras un año repleto de 'remasterizaciones' y con muy pocas exclusivas de calibre, la compañía lanza mañana su primera gran súper-producción exclusiva de 2015, y por tanto el primer gran gancho para los que han apostado por su nueva consola: The Order: 1886.

Mucho se ha hablado sobre este título en las semanas previas a su lanzamiento, tal vez demasiado. Las expectativas de críticos y jugadores eran y son, como es completamente natural dada la inversión y promesas detrás del proyecto, altísimas, incluso tras la polémica despertada en los últimos días. Y en muchos aspectos, el equipo de Ready at Dawn cumple esas promesas: impresionantes gráficos que se confunden con una película, decente historia, personajes perfectamente caracterizados, emocionante banda sonora, doblaje de cine. Las bazas de The Order son evidentes desde el primer fotorgrama; es un juego que deja boquiabierto a cualquiera. Sin embargo, si las vuelves a leer, te puede parecer que no estamos hablando de un videojuego, para bien y para mal. De la mano con el gran entusiasmo provocado presentación tras presentación, el proyecto también ha ido generando un gran interrogante, una gran preocupación: aparte de unos gráficos alucinantes y una historia por encima de la media, ¿qué papel tiene su parte jugable? ¿Qué sensaciones y emociones transmite al jugador? ¿Qué desafío le plantea realmente?

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Estas preguntas siempre nos las hemos repetido con títulos de corte muy cinematográfico como Heavy Rain o el reciente Beyond: Dos Almas, otras dos exclusivas de Sony en las que la narración y el acabado visual realista quitaban protagonismo a la dinámica de juego. En el caso de estas dos obras firmadas por Quantic Dream, la parte de juego real se resuelve básicamente a base de QTE (combinaciones contextuales y rápidas de botones), secuencias combinadas con un poquito de exploración y diálogos. Pero en el caso de The Order: 1886, el estudio Ready at Dawn ha intentado constantemente separarse de ese tipo de aventuras, asegurando que bajo el aspecto peliculero se esconde un gran juego de acción y tiroteos. De hecho, una propuesta que también daría un paso más en el género shooter. ¿Lo han conseguido y es divertido como juego? ¿En qué se diferencia de otros exponentes del género anteriores? Basta ya de preguntas; tras pasarnos el juego hemos encontrado muchas respuestas, si bien la mayoría no son las que deseábamos.

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The Order: 1886

Vamos a empezar por la base. El universo en el que se sitúa la historia de The Order: 1886 surge de un gran esfuerzo creativo al tratarse de la primera obra propia del estudio (y estar respaldada completamente por Sony), y eso se nota. Toda la ambientación en la Londres victoriana, junto a la historia que combina personajes históricos con ciencia ficción y un toque steampunk, es realmente fascinante, probablemente lo mejor del juego junto a su trabajo audiovisual, y por tanto algo que merece ser explotado en el futuro. El concepto sale de la mente de Ru Weerasuriya, líder creativo de RaD, pero también gran amante de la historia, y que ha conseguido que unas armas extraordinariamente futuristas para la época encajen con la leyenda de los Caballeros de la Mesa Redonda y el encanto de la segunda revolución industrial.

Los jugadores asumimos el papel de Sir Galahad, miembro de la Orden que fuera fundada en el siglo VIII por el Rey Arturo y que todavía opera en la capital londinense, en los días de esta historia centrada concretamente en el barrio marginal de Whitechapel, donde se ha producido un levantamiento popular violento. Pero el cometido de la Orden es en realidad proteger y servir a la corona y a los hombres frente a la amenaza de los híbridos o licanos, criaturas derivadas de una subespecie paralela siglos atrás. Para sobrevivir ante estas bestias y poder vivir durante siglos, La Orden aprovecha un misterioso elixir curativo llamado Agua Negra, un líquido que hace que sean prácticamente inmortales y que sana sus heridas al instante. Y si esta ventaja ya había equilibrado bastante la balanza, los caballeros también cuentan con los inventos y armas de una revolución industrial algo exagerada, e incluso han fichado para tal fin al gran inventor Nikola Tesla. El quid de la historia reside en la nueva amenaza que suponen los rebeldes humanos en Whitechapel, pues La Orden se concibió para luchar contra los híbridos y no contra el pueblo. El conflicto, como imaginaréis, está servido.

El anterior párrafo que parece una lección de historia y ciencia ficción es necesario; tal es la complejidad de un relato fascinante ante el que es imposible permanecer indiferente. Se ha cuidado cada detalle para que el universo resultara creíble, apuntalando la fantasía constantemente con referencias a la historia real. Esto, junto a un guión bastante bien estructurado, aporta al juego una singularidad notable.

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Y por supuesto, para multiplicar la fascinación entra en escena un trabajo gráfico inédito en las nuevas consolas. Puede que molesten las bandas negras, pero más de una y de dos veces nos hemos tenido que parar a contemplar el conjunto o los detalles que aparecían en pantalla, desde las vistas generales elevadas hasta el insultante movimiento de los ropajes, pasando por los interiores de los edificios, los materiales o los efectos. Sabemos que es un trabajo dificilísimo y que requiere mucho talento y esfuerzo. La reconstrucción arquitectónica de la Londres victoriana no tiene que envidiar al cine, con los gigantescos vehículos aerostáticos surcando el cielo de la capital y perdiéndose entre su típica neblina. Es muy, muy fácil sumergirse en la atmósfera del juego, incluso si no te gusta o no te atrae para nada su propuesta, porque el trabajo en este sentido es enorme.

The Order: 1886The Order: 1886The Order: 1886

Pero los jugadores exigimos juego y los desarrolladores llevan un tiempo prometiendo juego del bueno, asegurando que The Order: 1886 no es sólo fachada, sino un gran shooter en tercera persona. Pues bien, no lo es. No encontramos novedades extraordinarias ni medidas sorprendentes. No hay situaciones que no hayamos vivido antes, ingeniosos diseños de escenarios a explorar o acciones que nos emocionen a los mandos. Ni siquiera nuevos retos.

Aunque el arsenal disponible es muy curioso y se nota que han buscado ideas rompedoras (nuestra favorita es por supuesto el fusil termita), la actividad es completamente básica y estándar: cobertura, tiroteo, ataque sorpresa, enemigos parecidos, salas y pasillos con poco o nada que hacer. Lo que propone cualquier shooter moderno normalito.

El ritmo de juego en estas secuencias de acción no está nada mal llevado, apoyándose en una Inteligencia Artificial más o menos reactiva que pone a los jugadores en alerta, sin llegar a exigir mucho con la dificultad. El sistema de combate es preciso, está bien cuidado, y los juegos de efectos de enfoque y cámara al apuntar o finalizar también están a la última, por lo que la satisfacción de alguna acción estelar es considerable.

Sin embargo, para entrecortar el ritmo frenético de las secuencias de shooter o el pausado de las mediocres de sigilo, aparecen los siempre incomprensibles e irritantes QTE (o como el propio Andrea Pessino de RaD los definió el otro día, "cine cuerpo a cuerpo"). Estas combinaciones de pulsaciones en el mando aparecen en múltiples ocasiones durante el juego, y en casi todas nos han puesto de los nervios. Si ya dejaba dudas en las aventuras de Quantic Dream, menos claro tenemos qué pueden aportar a un juego con mucho más control de personaje y un sistema de combate completo. ¿Qué quieres ser, The Order? Esto no solo no aporta diversión, sino que corta el punto alcanzado minutos atrás con una parte de shooter que, por desgracia, tampoco es la repera.

The Order: 1886

La valentía demostrada por Ready at Dawn en la construcción de una experiencia audiovisual-interactiva tan compleja como The Order: 1886 es ciertamente loable. El concepto y su envoltorio artístico son muy interesantes y dan para muchas historias y juegos posibles, mientras que la ejecución técnica es realmente puntera y de verdad permite a PS4 demostrar por primera vez lo que puede llegar a poner en pantalla.

Sin embargo, por muy bonito que sea todo, no hemos podido evitar sentirnos incompletos tras cada partida. Insatisfechos. El título carece de muchos elementos que hay que exigir a un gran juego de acción, más cuando presume de avanzar en la nueva generación. De hecho, su brevedad es tal vez el peor de sus males. Porque un juegazo de esta duración nos habría dejado con otro cuerpo, ya fuera por sus memorables escenas, sus rompedoras acciones a los mandos, sus desafiantes retos, sus inquietantes niveles o sus interesantes secretos. Por suerte, todo esto se puede construir en el futuro sobre la excelente base de The Order: 1886.

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07 Gamereactor España
7 / 10
+
Excepcional súper-producción audiovisual (a niveles artístico y técnico). Interesante trama. Ambientación y doblaje de primera. Algunas armas divertidas.
-
Sabe a muy, muy poco. Ritmo inconsistente. Muy pocas innovaciones en el género o momentazos a nivel de juego puro y duro.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

Segunda opinión

David Caballero

The Order: 1886 es una auténtica pena. Un desperdicio de talento y recursos. Uno de esos juegos que te duelen por lo que podrían haber sido. De hecho, el único consuelo que deja (aparte del gustazo audiovisual) es soñar con lo que se puede hacer en este universo en el futuro. Esperemos que sea un nuevo caso Assassin's Creed y Sony sepa ver el potencial. Y que Ready at Dawn contrate a unos cuantos diseñadores de juego para The Order: 1887.

Porque una vez has visto la primera escena de tiroteo, ya las has visto todas. No esperes que el juego cambie con el paso de las (pocas) horas y de las escenas cinematográficas; es absolutamente incapaz de inventar nada nuevo. Salas similares con exploración nula, combates repetitivos y tontos en escenarios planos. Ni siquiera aprovecha las armas más originales con situaciones que inviten a usarlas de forma interesante. No hay progresión.

De hecho, si le quitas esos gráficos absolutamente escandalosos en el mejor de los sentidos, no te queda nada. Humo. Niebla de Londres. No hay juego. Y si bien coincido con Fabrizia en que la historia es muy interesante y casa perfectamente con la ambientación y con unos personajes muy convincentes, su final es desastroso. Un auténtico bajón a nivel narrativo y de juego (si cabía) que torna la pena en mala leche.

Por todo esto y sin alicientes que inviten a explorar, competir, buscar alternativas o simplemente re-disfrutar, cuando te lo pasas no tienes ninguna gana de volver a jugarlo. No hay argumentos para hacerlo. Alquílalo o pídelo prestado para ver de lo que es capaz tu PS4 y disfrutar de las telas al viento, porque si lo compras te fastidiará.

The Order: 1886 es una enorme decepción y una estupenda base para el futuro. 6/10

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