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From Dust

Análisis de From Dust

En algún momento del desarrollo, From Dust era un auténtico RTS. Ahora es un juego tipo-Dios en el no controlas a los humanos, solo sus vidas.

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Se te ha dado el poder de controlar a los últimos miembros de una tribu humana, y su extinción solo depende de lo que tarde la Madre Naturaleza en borrar su huella de la faz de la Tierra.

Por suerte, Eric Chahi y su estudio han encontrado la forma de hacer de su existencia algo divertido y, gracias a su editor de pantalla han podido expandirlo tanto como para que esta tribu pueda cargar sobre sus hombros con un juego completo. Atrás quedaron las interacciones directas con las tribus y la jugabilidad original en la que controlarlo todo hasta crear un mundo perfecto.

¿En qué se habría convertido From Dust si Ubisoft Montpellier hubiera seguido el camino inicial? Nunca lo sabremos. Tampoco importa, porque lo que ha llegado a Xbox Live Arcade bien merece esos 1.200 Microsoft Points. Este juego rebosa la potencia de una demo técnica, de esas que demuestran de lo que es capaz un nuevo hardware pero que jamás llegan a convertirse en un videojuego.

From Dust
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Las cataratas ahondan los ríos sobre las llanuras, los maremotos mueven dunas como si fuesen piezas de un puzle, los volcanes escupen columnas de lava que arrasan bosques. Es un planeta Tierra de una era bíblica y eso permite ofrecer imágenes impactantes. Los rayos del sol se cuelan entre las nubes cuando retraes la cámara hasta la segunda posición, más alejada de la acción (y que será la primaria cuando comiecen a acumularse las tareas y necesites un buen ángulo), y las lágrimas brotan de la cara de un hombre al observar cómo arde su choza, si haces un primer plano.

Hasta que queda reconstruida por arte de magia. Tu tarea es esculpir el mundo, o al menos 13 trozos de él, para ayudar a tus seguidores a prosperar y a reproducirse lo suficiente como para pasar al siguiente nivel. Y vuelta a empezar.

Incluso si quieres ignorar el misticismo que le han dado a cada aspecto del juego, desde los diálogos esquizofrénicos que introducen cada nivel y cada misión hasta las larguísimas descripciones de los Recuerdos escondidos en este mundo, sigues siendo Dios.

Todas las pantallas comienzan con un puñado de personas de la tribu cerca de un tótem. La interacción con la tribu se limita a rondar sobre ellos con tu retícula, que en la mitología de From Dust se llama The Breath, y a ordenarles que se acerquen a investigar algo de interés.

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Para crar una aldea hacen falta como mínimo cinco personas, siempre en torno al tótem, y hay bastantes repartidos por todo el escenario, pero con el paso bloqueado. A medida que un poblado crece se abre una nueva ruta y es tu tarea llevar hasta allí a cinco aldeanos para crear una nueva colonia. Irán cambiando el paisaje, reverdeciéndolo.

A diferencia de otros juegos tipo-dios este es tranquilo y relajante, no un estrés continuo, al menos al principio. Pero tampoco es un Animal Corssing porque todos los esfuerzos pueden acabar en saco roto por una inundación, un incendio o cualquier otro desastre natural, cada vez más frecuentes. Como buen dios tendrás varias formas de afrontarlo, siempre por dos vías, la contrucción o la deformación del terreno.

Gracias a un sistema de control simplificado y a los avisos en pantalla tratar de salvar cualquier situación se convierte en una tarea muy divertida.

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Por otra parte, The Breath tiene la capacidad de absorver materia y de reunirla en una bola compacta para depositarla después en otra parte del mapa. Al principio se aprende con el agua y con la arena, pero después se da un salto de calidad que permite continuar con la lava o con una selección de árboles alienígenas con propiedades peculiares.

Como si fuese arena, la materia solo puede ser volcada desde la retícula, por eso es básico entrenar esta habilidad. La mayor parte de las veces será más importante ser rápido que preciso, aunque también hay ocasiones para la templanza y la tarea cuidadosa.

Por ejemplo, crear un muro que proteja a un asentamiento de los peligros de la destrucción requiere magma, y ese magma puede prender fuego a cualquier construcción o maleza situada en torno a ese muro protector, lo que podría acabar conviertiéndote en el propio asesino de tu gente. La gestión de la cámara será clave muchas veces en situaciones como esta.

Al igual que la Madre Naturaleza tiene muchas formas de provocar el caos, el dios controlador también tiene varios poderes con los que defenderse. Sin embargo, al principio no estarán todos disponibles, una forma de mantener ese ritmo tranquilo y una progresión asumible en toda la partida.

Lo primero que se aprende es a repeler el agua, y a continuación, el fuego. Para poseer estos hechizos hay que encontrarlos primero en unas rocas, brillantes para mayor orientación, que hay que llevar para trabajarlas. Una vez aprendido un conjuro aparecerán un estandarte y un chamán, el encargado de transmitir la palabra aldea por aldea.

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Por otro lado están los tótems especiales. Algunos monumentos poseen poderes secundarios que aumentan la probabilidad de éxito de las misiones. Sin embargo, no se ejecutan de forma automática, sino que quedan a merced del jugador, se descargan tras un tiempo de uso y requieren espera; finalmente desaparecen si la ciudad queda destruida.

Al principio pueden parecer inútiles o innecesarios, pero van adquiriendo sentido a medida que avanza el juego y son básicos en un punto de la partida que no os vamos a desvelar.

Uno de ellos es la capacidad para solidificar parcialmente el agua, aunque sea solo durante 60 segundos. Cuando un maremoto esté a punto de golpear a una de las aldeas este poder permite ganar el tiempo suficiente como para recoger materia de otras partes del mapa y construir los muros de contención necesarios para proteger la zona. Además, como ha sido parcialmente solificada, la ola ha perdido casi toda su fuerza.

Como los poderes secundarios se asignan al D-Pad tienes la opción de utilizar hasta cuatro a la vez, y de una combinación sensata saldrá una solución mucho más eficiente a un problema. En From Dust no hay una forma correcta de resolver una situación ni de pasarse una pantalla, es la que tú elijas y permita sobrevivir a los tuyos.

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Hay un aspecto de la jugabilidad que no es tan positivo y no podemos pasarlo por alto: la desconexión con tu tribu. Cuando resaltan un tótem o un objeto llegará la gente necesaria para activarlo, pero se quedarán ahí, esperando a ese dios-salvador que les tiene que rescatar de todo. Aunque hay gente que afirma que eso es parte de la mecánica de juego, no estaría de más poder alertarles un poco de alguna forma, sobre todo tras pasar tanto tiempo tratando de abrir caminos.

Y sin embargo, cualquier molestia desaparece cuando echas un vistazo a este trabajo como un todo. Los escenarios se quedan como los dejaste la última vez para que te recrees en tu <i>creación<i/> cuando vuelvas (aunque también se pueden resetear). Además, hay un modo Challenge que da más libertad a las pantallas para quienes buscan competir en puntuación.

From Dust es evocador, encantador e impresionante a partes iguales. Sé Dios, construye cordilleras, escribe profecías en la arena o haz lo que quieras, pero asegúrate de que lo juegas.

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09 Gamereactor España
9 / 10
+
Gráficos fantásticos, buena jugabilidad, puzles integrados en los desastres naturales
-
demasiado corto
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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ANÁLISIS. Autor: Ingo Delinger

From Dust es evocador, encantador e impresionante a partes iguales. Sé Dios y haz lo que quieras, pero juégalo.



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