Análisis de Convoy

Las rocas son nuestra perdición en Convoy. Esas rocas tan mortales, con gusto por aplastar coches y con aún mayor pasión por destrozar partidas. De hecho, estos maravillosos minerales han puesto punto y final a muchos de nuestros intentos por pasarnos este título táctico 'roguelike' al más puro estilo Mad Max. Hasta podría decirse que son... durísimas. Bueno, esperad, que nos estamos adelantando. Volveremos con nuestras amigas las rocas en un ratillo.

Convoy es un juego 'roguelike' con vehículos y muy extravagante que aúna el combate con coches que se puede ver en algunas pelis (como la ya mencionada serie de Mad Max) con los aspectos 'permamuerte' del brillante FTL: Faster Than Light.

La historia es la que sigue: la nave del jugador se estrella en un planeta y necesita reparaciones y, lógicamente, las cuatro partes que le hacen falta estás esparcidas por el desierto. El mundo en el que os estrelláis, Opek Prime, está repleto hasta los topes de canallas, cuyo único deseo es incrustaros una bala entre los ojos y, por eso, con un buen convoy de vehículos armados hasta los dientes, tendréis que explorar el amplio mapa a vuestra disposición para encontrar las partes necesarias y salir de ese infierno como alma que lleva el diablo. Por otro lado, el mapa del título está salpicado de marcadores y escenarios aleatorios. En ellos, se os explicará la situación por medio de un texto y, a medida que juguéis, se reducirán a encarnizadas escaramuzas en las que diferentes tropas se acribillarán a balazos, misilazos, y demás cosas por el estilo.

A nivel de concepto, se trata de una propuesta muy tentadora y, en su mayor parte, consigue casi todo lo que os esperáis y deseáis. Hay mucho combate, con batallas rápidas y hordas de vehículos enemigos atacando a vuestro vehículo principal (el MCV) para sacarlo de la carretera y dejaros fuera de juego (y ahí se acaba la partida). Ahora bien, también podréis rodearos de defensa y de armas y mejorarlas a medida que jugáis. Podréis equipar a las diferentes unidades con varios objetos, de forma que algunas estarán más adaptadas al combate y otras a absorber daño. Por otro lado, también podréis mejorar vuestro MCV, con lo que podrá tener minas y otros truquitos bajo la manga (aunque ya os avisamos de que todas las habilidades tienen un tiempo de enfriamiento, mientras que las unidades de apoyo disparan automáticamente).

El combate se plantea desde una perspectiva vertical y se lleva a cabo en tiempo real, aunque podéis pausarlo y planear vuestras estrategias antes de lanzaros de nuevo a la acción. En lo que respecta a las armas, cada una tiene sus propias ventajas: algunas tienes mayor rango, otras hacen más daño, con algunas podéis disparar varias veces o incluso desactivar un escudo; con las armas cuerpo a cuerpo podéis incluso embestir a vuestros rivales. La clave del éxito es encontrar un buen equilibrio para cada vehículo y para el convoy entero. En el momento en que lo consigáis y tengáis un sistema de armas más o menos competente, vuestros vehículos serán devastadoramente efectivos. La pena es que los vehículos sean tan vulnerables a los elementos.

El MCV mantiene un rumbo constante (y más o menos seguro) a través de cada encuentro en tiempo real. Sin embargo, a cada lado de la carretera, a intervalos regulares, irán apareciendo rocas y obstáculos que destrozan a cualquier vehículo que toquen. De hecho, en algunas ocasiones, si estáis muy centrados en el combate, puede que sea demasiado tarde. En otros casos, puede que las veáis a tiempo para esquivarlas, pero aun así no seáis capaces de apartaros del camino, o puede que vuestros vehículos se encajen de manera que no podáis escapar. A excepción del MCV, esto le puede pasar a cualquier vehículo, ya sea un camión nuevecito que arde en la primera batalla, o el supercoche que habéis ido mejorando y cuidando durante varias misiones.

La 'permadeath' hace lo que se espera de ella: añade tensión a cada encuentro. También hace que las mejoras y la experimentación sean verdaderamente importantes, y el éxito en el combate reside en encontrar una mezcla potente de opciones ofensivas. Por otro lado, tener que esquivar todos los obstáculos es un auténtico coñazo y la verdad es que es demasiado complicado. En nuestro caso, nos amargamos varias veces al intentar pasar un nivel por colisiones casi ineludibles, lo que es todavía más frustrante cuando ves que el choque es inminente; sin embargo, la conducción (por lo menos al principio del juego) es tan lenta que no se puede sacar el vehículo de la carretera a tiempo. (Es una pena que después de una batalla no se pueda volver y arreglar las unidades que se perdieron por culpa de las colisiones, o por lo menos escarbar entre los restos para recoger el equipamiento y las partes que tanto nos costaron).

Además, existen otros picos de dificultad, esos momentos en los que el título se vuelve muy injusto. Por ejemplo, la misión secundaria que descubrimos y seguimos hasta el final para encontrarnos, prácticamente sin venir a cuento, con un enemigo tan poderoso que todo nuestro convoy murió en un abrir y cerrar de ojos. Y así se acabó una carrera de lo más prometedora, que por cierto llevábamos jugando bastante tiempo, y en la que ya habíamos mejorado todos los vehículos y completado muchas misiones. Podríamos poneros algunos ejemplos más en los que la muerte apareció de la nada, y justamente esos momentos (junto con los de las rocas de las que ya os hablamos) fueron de lejos los más frustrantes.

No queremos parecer excesivamente negativos, porque lo cierto es que el juego es digno de admiración. Gráficamente está muy bien y el estilo artístico con píxeles es robusto y encantador, como el príncipe azul. Los ataques enemigos son rápidos y fáciles de descifrar, y el lenguaje visual, en líneas generales, es tan claro que el juego acaba siendo accesible y fácil de entender.

El combate, especialmente cuando habéis subido de nivel y mejorado las habilidades del convoy, es muy divertido. Sí, puede resultar un tanto monótono después de un tiempo (el concepto básico del título no permite mucha variedad en este campo), pero siempre tenéis la oportunidad de desarrollar nuevas estrategias y conseguir momentos intensos de satisfacción. Una vez que os adaptáis, es divertido ver cómo se desarrollan las batallas, incluso si no hay matices suficientes dentro de las mecánicas para que enganche totalmente. En lugar de microgestionar el convoy, acabaréis pasando la mayor parte del tiempo viendo cómo las unidades se revientan las unas a las otras, siempre con un ojo puesto en la parte derecha de la pantalla por si aparece alguna roca. Y entonces, cuando las cosas se vuelven más interesantes y estáis haciendo malabares con un montón de elementos a la vez y pasándooslo pipa, inevitablemente vuestro vehículo favorito se chocará contra un tendido eléctrico y se perderá para siempre.

Por otra parte, el juego ofrece la posibilidad de descubrir unos escenarios bastante buenos y, aunque algunos más bien son bastante pesados y os pueden arruinar la partida si tenéis mala suerte, podéis pasároslo muy bien con ellos (y en otros podréis encontrar homenajes en ciertas partes del mapa). En todo caso, los encuentros textuales podrían haber sido más abundantes y así se habría conseguido un mayor equilibrio dentro del combate. En sí, la mayor parte de los personajes que os encontraréis en este planeta tan hostil pretenderán mataros y, después de un rato, la experiencia se vuelve abrumadora; sin duda alguna, no hubiesen venido nada mal un poco más de diversidad y una pizca de personalidad extra.

La gestión de recursos también es muy importante y quedarse sin combustible es una preocupación real (aunque, si se agota, siempre podréis luchar más). De la misma manera, las partes sueltas que os encontraréis durante el viaje os servirán para reparar vuestros vehículos, mejorarlos y comprar más combustible, de forma que, si no os sobran, progresar os va a costar bastante. Los escenarios de la historia pueden plantearos un par de preguntas profundas de vez en cuando, pero las decisiones más interesantes que tomaréis serán aquellas que impliquen escoger entre mejorar vuestro convoy o invertir en combustible y reparaciones necesarias para ir de A a B.

El mapa es grande y está lleno de elementos que ralentizarán vuestro progreso y zonas montañosas en las que tendréis que utilizar más combustible (cuanto más oscuro sea el terreno, más llano será, y por lo tanto será más fácil de atravesar). La forma del mapa es la misma siempre, pero las capas hexagonales que están por encima tienen colores diferentes según los colores de las tres facciones que os encontraréis en vuestros viajes. Los marcadores a los que os dirigiréis también cambiarán con cada partida. Eso altera un poco la experiencia, pero no hay mucha variedad en lo que a enemigos se refiere, por lo que el cambio no es muy grande. De hecho, se podría decir lo mismo de las misiones secundarias, ya que algunas aparecen con más frecuencia de lo que nos gustaría.

La repetición es, sin lugar a dudas, el lastre que retiene a Convoy. Eso y los picos de dificultad duros como piedras. El título ofrece mucha diversión y parte de sus sistemas están ingeniosamente combinados para crear una experiencia que engancha; aunque lo cierto es que uno se puede frustrar después de largos periodos de tiempo e incluso en ocasiones puede llegar a ser injusto. Es todo un reto, eso está claro, y un reto encantador, pero también le falta ese toque de finura y variedad para convertirse en una experiencia esencial. Si lo que estáis buscando es un nuevo 'roguelike' del estilo de FTL, no podéis perderos este juego, pero no esperéis que las tierras yermas de este título ofrezcan la misma riqueza que la aventura de Subset.