Análisis de Crookz: The Big Heist

Es genial cuando todo sale como tiene que ser. Incluso si, con los años, nos hemos acostumbrado a confiar en nuestro instinto, no hay nada como planear bien las cosas, poner en acción una serie de pasos complejos y ver cómo se desarrolla todo. En esas ocasiones, cuando todo funciona como lo habéis planeado, la sensación es inmejorable.

La otra cara de la moneda es cuando todo vuestro trabajo y vuestra planificación se van al traste, cuando vuestros mejores planes se caen cual castillo de cartas. Esa es la eterna lucha entre el orden y el caos, entre el pensamiento racional y el entusiasmo temerario. Esta clase de batalla se puede ver en un título como Civilization, en el que el usuario se esfuerza en investigar y construir un enorme ejército e intenta conquistar el mundo: a veces el plan funciona y a veces fracasa estrepitosamente.

Por otra parte, Crookz: The Big Heist es esa clase de título en el que, si os preparáis bien, ya tenéis media batalla ganada. Aquellos maravillosos 70 como telón de fondo y una trama del estilo de The Sting u Ocean's Eleven pueden aventurar un entretenimiento tranquilito, pero ya os avisamos de que ese no es el caso. Resulta que una banda molona de ladrones ha sido estafada por un viejo colega y claro, juran venganza. Como ya os comentamos, el sistema de juego no es cómico, sino que se centra más en que planeéis cuidadosamente vuestros movimientos. En sí, se trata de un título de estrategia táctica con una fachada cómica y colorida.

Al principio, el juego presenta a los diferentes personajes y las mecánicas posibles. En las 18 misiones de la historia se van desbloqueando los ladrones y los 4 talentos individuales que tiene cada uno. Además, con cada misión también podréis obtener herramientas adicionales, hasta un total de 25, entre las que se incluyen cosas como palancas para abrir las puertas de seguridad y las cajas registradoras con violento entusiasmo. Otro objeto es el cloroformo, con el que podréis sedar un rato a los guardias. La espuma adhesiva cierra las puertas de forma permanente y los aparatejos para interferir en las cámaras os permitirán apagarlas durante unos breves instantes (que pueden llegar a ser vitales para decidir el resultado de la misión).

No obstante, los obstáculos a los que os enfrentáis no son solamente cámaras, rayos láser, puertas de seguridad o suelos electrificados, sino que también están los guardias. Es cierto que a algunos podéis paralizarlos o silenciarlos, pero la ayuda estratégica os permitirá ver los patrones de ruta, los campos de visión y los radios de percepción. En este radio del que hablamos no deberíais hacer ningún ruido (en la medida de lo posible) o los guardias darán la alerta, algo que tendréis que evitar si queréis pasaros el nivel sin que os descubran.

Para mover a los ladrones, tendréis que definir sus rutas y sus acciones con unos pocos clics. En sí, la mayor parte del título os lo pasaréis en modo pausa, planificando habitación tras habitación. En teoría, es posible planificar todo el robo en un solo turno y es más entretenido porque solo tenéis que sentaros, esperar y ver cómo se desarrolla todo y cómo se comportan vuestros compañeros. No obstante, para nosotros es más fácil tomarnos un descanso entre cada acción y pensar bien el siguiente paso.

Además, Skilltree Studios ha intentado establecer un equilibrio entre los personajes y los objetos. Por ejemplo, el viejo hippie, Bishop, es bueno forzando cerraduras y no necesita ninguna herramienta de apoyo, mientras que Cleopatra es rápida y silenciosa, con lo que puede escabullirse de los guardias, sin tener que zurrarles. El adorable Lobkowitz está muy familiarizado con todo lo electrónico y puede acortar o simplificar el camino a través del nivel de diferentes maneras.

También hay que tener en cuenta que el número de ladrones que podéis llevar es limitado y hay varias herramientas esparcidas por el nivel, pero no siempre hay suficientes. Cada ladrón puede llevar tres objetos, por lo que la preparación para cada robo es esencial. Al principio casi todo funciona guay, pero con cada misión iréis viendo que la dificultad aumenta y con ella la necesidad de planear las cosas como Dios manda.

Por otra parte, en ocasiones Crookz: The Big Heist parece un juego de puzles, más que nada porque al final acabamos rompiéndonos la cabeza intentando encontrar la manera perfecta de completar la misión tan pronto como sea posible, sin perder ningún objeto importante. No obstante, el título también da la impresión de ser un 'sandbox' en el que podéis divertiros y experimentar. Por ejemplo, todos los ladrones pueden acabar los mapas, pero algunos personajes son más adecuados para ciertas situaciones y, como suele suceder, el camino perfecto está en alguna parte entre ambas opciones. En resumidas cuentas, el título es flexible, como la forma en que fluye y el ritmo que tiene, y, además, no es únicamente en tiempo real o solamente por turnos.

Y seguramente sea eso lo que lo hace tan atractivo. Aunque tengamos que poner en marcha a nuestras perezosas neuronas para desarrollarlo todo a la perfección, siempre hay hueco para un poco de humor y una pizca de caos y, puesto que el título guarda automáticamente el progreso (algo que solemos olvidar), los errores cometidos no se hacen tan graves. Sin embargo, esos momentos en los que no podemos terminar una misión porque nos falta un objeto o porque hemos seleccionado al ladrón equivocado son completamente diferentes y megafrustrantes, pero eso es culpa nuestra. Sencillamente tendremos que planear las cosas mejor para la próxima.

Además de la sorprendentemente entretenida campaña, también hay un modo desafío que añade varias condiciones, requisitos y límites de tiempo a las diferentes experiencias. En este modo, el plan perfecto es la clave de la experiencia, por el alto nivel de dificultad y los límites de tiempo. De hecho, en este modo, incluso podréis medir vuestras habilidades con las de otros jugadores, gracias a las tablas de clasificación online. A estas alturas, nuestras habilidades para planificar han mejorado un montón y sabemos cómo aprovechar al máximo la mayor parte de nuestros personajes y sus herramientas respectivas. Si nos dejáis terminar así, parafrasearemos a cierto personaje (y a cierto equipo suyo) que nos entretuvo mucho cuando éramos unos críos: nos encanta que los planes salgan bien.