Análisis de Red Goddess

El género popularmerte conocido como Metroidvania no necesita ninguna clase de presentación. La variante laberíntica con poderes escondidos de los juegos de acción y plataformas en dos dimensiones ha podido mantenerse viva e interesante gracias entre otros aportes a los que hacen los desarrolladores de juegos independientes. Red Goddess: Inner World es una nueva iteración de esta fórmula imperecedera del videojuego, pero ¿merece un sello divino, o se queda en una producción mundana?

A primera vista, el juego se gana la etiqueta del subgénero de pleno derecho, ya que basa prácticamente todas las premisas de su concepto en torno a este planteamiento. Por ejemplo, el estilo narrativo que emplea para contar la historia se basa en mensajes y elementos visuales que se entrelazan durante la marcha y no durante escenas de vídeo, y hay que admitir que aunque no es el mayor punto fuerte del juego, es interesante desentrañar el misterioso pasado de la protagonista.

El estilo artístico y acabado visual de Red Goddess: Inner World es el mayor atractivo del título. Se trata de un juego bonito, con un colorido en sus escenarios y un detalle en cada esquina que hace realmente curioso explorar cada una de las diferentes zonas.

En cuanto a la premisa básica de esta aventura en dos dimensiones es muy sencilla. La jugabilidad está marcada por un fuerte componente de plataformas y exploración con una sencilla mecánica basada en explorar una zona para obtener alguna clase de poder o llave que permita el acceso al mapa siguiente. El viaje está aderezado con escenas de combate en las que hay que sacar a relucir el principal poder de la protagonista de convertirse en una especie de elemental de miedo y rabia, teniendo que usar uno u otro poder para acabar con ciertos enemigos.

Por desgracia, Red Goddess: Inner World cae en algunos errores que lo hacen menos inspirado e incluso más frustrante de lo que debería. Para empezar, la mecánica de salto es algo pobre, costando bastante acostumbrarse al mismo y generando caídas fastidiosas. Esto se acentúa por la incapacidad de la protagonista de agarrarse a bordes. El combate tampoco goza de mayor profundidad y suele limitarse a cambiar la transformación de la protagonista y machacar un botón. Por último, también cabe destacar que a pesar de que antes hemos alabado el estilo artístico de los niveles, su diseño en términos de estructura y propuesta de juego queda bastante por detrás, ofreciendo casi ninguna innovación. Se podría decir que lo único que hace cambiar cada uno de los mapas es su temática visual. Saltos, combates y diseño de niveles son mejores en los exponentes de los Metroidvania, y siempre hay una mayor sensación de progresión y aventura.

Concluyendo, Red Goddess: Inner World no es un mal juego, de hecho marca un estilo visual bastante avanzado y rebosa potencial, pero de algún modo parece que su lanzamiento ha sido precipitado porque la sensación general es la de jugar a un proyecto poco pulido. Evolucionando y profundizando en sus mecánicas se puede leer que con algo de tiempo podría haberse obtenido una experiencia mucho mejor.