Análisis de Shadow of the Beast

El Shadow of the Beast original se remonta a 1989. Este juego era una peculiar mezcla entre plataformas en niveles laberínticos y duros combates contra enemigos salidos de nuestras peores pesadillas. Todo esto recreado con unos gráficos impresionantes y una banda sonora inusual.

Desde entonces, se ha debatido continuamente la influencia e importancia que ha tenido este título. Quizás el juego te resulte familiar, quizás haya formado una parte importante de tu infancia o incluso puede que nunca hayas oído hablar de él. Sean o no este juego y sus dos secuelas (que salieron tras el primero bastante rápido) un clásico, ha llegado el momento de una nueva versión moderna que recupere la sed de venganza de la bestia Aarbron contra el malvado Maletoh. Pero, ¿cómo traes a la bestia de entre las sombras al siglo XXI?

Pues para empezar, creas el juego con el moderno motor gráfico Unreal Engine, de manera que no solo resulta impresionante a simple vista sino que funciona a una tasa de imágenes estable de 60 frames por segundo. Luego, diseñas una dinámica de juego que recuerde de forma superficial al original y que se inspire en algunos de los videojuegos de acción más influyentes de la última década. Por último, y lo más importante, reúnes a un equipo de desarrolladores entregados que comprendan a la perfección las raíces de la serie y voilà, ya tienes una ilustre reinterpretación que fusiona lo nuevo y lo antiguo.

Igual que su predecesor, Shadow of the Beast combina plataformas y combate. Por suerte, las cosas han cambiado desde 1989 y resulta difícil no beber de las inspiraciones más modernas. Las partes de barrido con la cámara y las magníficas vistas derivan claramente de God of War, mientras que el brutal combate centrado en los combos se presta más a la comparación con los videojuegos de Arkham, aunque en dos dimensiones. Al mismo tiempo, aparecen intercalados por los niveles elementos online inspirados en Souls.

Así que sí, podemos decir que el juego es una especie de Frankenstein. Sin embargo, además de las evidentes inspiraciones modernas, el título rinde homenaje a su texto original de una forma ligeramente más sutil. El Shadow of the Beast original gustó y fue aplaudido por sus escenarios dinámicos y complejos en los que se usaba 'parallax'. Como no podía ser menos, su sucesor está lleno de intensas escenas panorámicas que dan la sensación de que este mundo de dos dimensiones es mayor de lo que realmente es. El combate del juego original exigía precisión, paciencia y un perfecto conocimiento de tus alrededores. Esta nueva versión sigue un estilo similar y recompensa a los jugadores que se memoricen números de enemigos, estrategia y posiciones.

En sentido estricto, el 'gameplay' puede dividirse en dos partes. Por un lado saltas entre plataformas, trepas por las paredes, tiras de palancas y resuelves puzles. En la otra mitad tienes que echar mano de un arsenal lo suficientemente fuerte de movimientos mortales para destrozar, morder, rebanar o cortar en pedazos a oleadas de enemigos.

Aarbron no se parece ni al ligero Mario ni el alegre Kirby; sus movimientos son exagerados y pesados. Controlar y dominar a la bestia lleva un tiempo y hay que acostumbrarse, pero eso es un halago para el personaje. Cada salto, cada finta y cada golpe ilustran la agresividad que mueve a esta criatura.

Aunque Aarbron pueda parecer un corderito, en realidad es un monstruo con sed de sangre. El ambiente está cargado de sangre, gore y miembros a medida que este destroza al enemigo. Por otro lado, aunque el combate sea comparable con el de otros juegos, se le ha dado una vuelta. Por ejemplo, los enemigos mueren de un solo golpe. Hay muchos enemigos y en este caso tener éxito en el combate depende menos de aprenderte difíciles combinaciones de botones e importa más memorizar la posición de los enemigos y sus debilidades. Obviamente, que no te hagan daño también ayuda. Es una aventura llena de vísceras, rápida y desafiante, sobre todo para aquellos que quieran luchar por un buen puesto en los marcadores.

De entre las plataformas y el combate, desde luego el segundo destaca como el atractivo más fuerte del juego. Es satisfactorio y está racionalizado, por lo que nos hubiese gustado tener más. En términos generales, los dos aspectos del juego nunca llevan a converger o a fusionarse de una forma interesante o significativa. Al menos, no de una forma en la que los dos se convierten en uno y formen un conjunto excepcional. Cada uno de ellos tiene su propósito, pero únicamente ha sido la idea de desgarrar y cortar lo que nos ha atraído para seguir jugando a Shadow of the Beast.

Por último, tenemos que decir que la rejugabilidad es fundamental en este juego. Es demasiado corto: no tiene más de siete u ocho niveles que se pueden pasar en total en más o menos tres o cuatro horas. Suponemos que esto se trata de otra similitud con el original. Sin embargo, creemos que los desarrolladores han hecho un buen trabajo para prolongar la vida del juego. Ofrece también niveles de dificultad, puntuaciones altas y marcadores. Junto a esto, te encontrarás también con árboles de habilidades, coleccionables y breves biografías que proporcionan detalles sobre el texto original. De entre las ideas más interesantes, podemos destacar la habilidad de desbloquear jefes extra, finales alternativos, subtítulos para los galimatías de los enemigos y hasta una simulación del juego original.

En general, hemos disfrutado de la compañía de Shadow of the Beast y nos hemos divertido. Es una combinación interesante de los diseños de juegos nuevo (o bastante nuevo) y viejo. Desde un punto de vista técnico, es toda una proeza y la calidad de producción no es proporcional al tamaño del equipo de desarrollo. Podríamos decir que los dos puntos débiles del juego son los largos tiempos de carga y el número limitado de niveles. La PlayStation 4 no está precisamente carente de atención en la actualidad, pero si tienes presupuesto o estás buscando una mezcla entre la vieja escuela y la generación actual, entonces échale un ojo a Shadow of the Beast, porque la criaturita no merece quedarse en la sombra.