Análisis de Shadow Warrior 2

En 2013, Filying Wild Hog se decidió a recuperar y relanzar un clásico como Shadow Warrior, y el resultado espectacular. Logró convencer a los jugadores con las mecánicas de un shooter moderno y divertido sin olvidarse de la identidad del original y del humor infantiloide que tan buena acogida tuvo entre los jugadores. Ahora le toca al turno a este Shadow Warrior 2 que tanto presión soporta por ser tan animado como el anterior, pero con algo más que aportar.

La primera escena del título es una tarjeta de presentación inigualable. Lo Wang, el protagonista para quien no lo conozca, conduce en su coche jugueteando con un muñeco cuando de repente aparecen unos enemigos para reventarlo. Ahí enlaza con una sección jugable en la que tienes que bajarte del vehículo y poner a cada uno en su sitio por causar esos destrozos.Esta sección es suficiente para que la gente entienda que aquí se viene a por más de lo mismo, a por más diversión, locura y paripé de Wang, tan ridículo como entrañable.

Hace falta dedicarle aproximadamente una hora y media para empezar a ver por dónde van los tiros de la trama. Han pasado cinco años desde los hechos del primer juego y la tarea principal es rescatar a Kamiko. Pero su alma está en peligro y antes de que ocurra nada malo debe esconderse dentro de la cabeza de Wang. Ahí arrancan una serie de situaciones y conversaciones hilarantes entre los dos que son las que llevan el peso del guión. Entre medias, mucho matar y contar demonios y enviados de Zilla.

En Shadow Warrior 2 hay muchísimas armas entre las que escoger. Son más de 70 en total, y en solo un rato de partida ya tienes tus ocho huecos completos. Sus diferencias aportan bastante variedad al gameplay, nosotros hemos estado alternando entre cuatro durante nuestra partida, aunque seguro que con más tiempo se pueden exprimir un poco más. Además, todas evolucionan y pueden ser modificadas aplicando distintos efectos como Chi, daño o precisión. Lo que sí está claro es que cada situación y cada enemigo invitan a probar una u otra y que tienes donde elegir para sentirte cómodo.

La forma de afrontar la partida y el combate sigue siendo tan subida de revoluciones como se espera, prácticamente el máximo para ser en primera persona. Estarás más tiempo rodeado de enemigos y de balas que paseando tranquilo, aún más que antes si cabe, por lo que el nivel de destrucción y violencia casi se va de las manos. Ahí entra en juego la destrucción aleatoria de los cuerpos del rival, que siempre dan un toque a este tipo de juegos. Algunas habilidades especiales de Wang también están pensadas para hacer mucho mal, y están esperando a mejorar y evolucionar en el intermundo que sirve para dar un poco de pausa y de orden a la partida.

Precisamente el diseño de niveles es el mayor cambio entre una entrega y otra. No es solo el hecho de que su estructura sea menos lineal, también se han añadido desniveles que se sortean con las nuevas habilidades de escalado y doble salto y sirven para romper el ritmo plano de combate, para explorar un poco. Hay cofres y tesoros con premios escondidos que siempre cambian de lugar porque los escenarios se generan de forma procedural en cada partida.

Hay escenarios impresionantes, probablemente son lo mejor de Shadow Warrior 2. Lo son por su presentación, que va cambiando entre entornos naturales y zonas urbanas, entre la modernidad y la construcción clásica. Y también por su diseño abierto, que invita a explorar por aquí y por allá sin perder de vista que hay peligros en cualquier lugar, pero sin perderse gracias al minimapa que acompaña.

Otra de las novedades que nos ha gustado es su nuevo multijugador cooperativo, que permite que hasta cuatro personas se unen para completar el modo historia. Dado que aquí no hay un gran misterio que resolver, lo bueno están en juntarse con otras personas a montar un buen destrozo y competir por las mejores muertes sin mucho control.

Hasta aquí lo que nos ha gustado, pero el título de Flying Wild Hog también tiene sus fallos. Empezando por la interfaz de usuario, tan confusa que cuesta saber cómo se navega entre misiones, dónde hay que ir para evolucionar el equipamiento o cómo ir cambiando de arma. Falta comunicación con el jugador, que debe aprenderlo todo por su cuenta, y eso provoca que al en ocasiones te pierdas cosas que deberías estar aprovechando desde el principio. Sobre todo por la cantidad de cosas y de ítems que hay que manejar en todo momento. Por si fuera poco, hemos encontrado algunos errores de presentación tras mejorar algunas armas que se unen a otros fallos puntuales en animaciones y alguna textura. Tampoco ha sido un gran problema para seguir jugando.

Tampoco han quedado muy bien paradas las batallas contra los jefes, porque se convierten más bien en un tedio de repetición de mecánicas que un reto de habilidad y dificultad. Hay un gran ejemplo en una batalla contra uno de ellos que se defiende con drones. No dejan de salir para protegerlo y cuesta centrarse en el enemigo, lo que alarga la partida pero sin dar la sensación de estar envuelto en un gran combate. Al final eso pasa con todos, que son un gasto de balas sin sentido.

A pesar de estos inconvenientes, Shadow Warrior 2 es capaz de satisfacer a los fans que estaban esperando un poco más de batalla frenética. Eso no significa que hayas tenido que jugar al original para empezar este porque la historia no cuenta nada que debas saber, aquí lo único que importa es usar bien las armas para provocar una carnicería que dura entre seis y ocho horas sin misiones secundarias y unas 12 con todo. Al final se convierte en un juego divertido, también con amigos por internet, que recupera sin ser nada pretencioso lo mejor del arcade integrado en la acción en primera persona.