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Owlboy

Análisis de Owlboy

Esta aventura con tintes retro de D-Pad Studio merece la pena.

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Owlboy es un juego de aventura y plataformas de estilo retro en el que juegas como el aprendiz de búho Otus en una cruzada por salvar a un mundo que muere y demostrar ante sus iguales de lo que es capaz. Hasta aquí una historia común, si acaso algo particular por tener a un búho más o menos antropomorfo como protagonista. Pero lo curioso es que han pasado nueve años desde que D-Pad Studio lo anunció. No ha pasado de moda ya que es un homenaje a los clásicos y se viste con un estilo artístico píxel que deja ver las influencias de los clásicos, desde Mario o Sonic a R-Type. Cuando lo juegas te das cuenta que trata de encapsular toda esa era de los 8-bits con respeto pero también con excelencia. Hay una fusión de mecánicas ambiciosa que bien podría haber resultado en un Frankenstein repleto de costuras, pero que al final han dado como resultado un juego que pasa del shoot'em up 2D a las plataformas sin sufrir.

Sus alas vienen muy bien porque en este mundo un cataclismo ha provocado que la tierra y el cielo ya no estén tan separados. Otus es un chico mudo y tímido de esta raza híbrida de hombres búho que se han autoproclamado defensores de las islas flotantes. Su responsabilidad se pone de manifiesto cuando su aldea es atacada por un grupo pirata encabezado por el Capitán Molstrom.

La trama de Owlboy empieza a escribirse con un ritmo suave, para poco a poco ir mostrando su auténtica cara, la de un cuento que no es tan sencillo ni tan previsible como cabría imaginar. Hay momentos en los que el juego recuerda al proyecto anterior de D-Pad Studios, Savant: Ascent, por la combinación de disparos y saltos, pero en esta ocasión el formato está mejor encajado gracias a esta historia con capacidad emotiva. Entre sus líneas se van destapando sus mensajes de fondo. A través de sus personajes puedes ir viendo y conociendo sensaciones como el acoso, la pérdida o el perdón al mismo tiempo que comprendes cómo afectan a quienes lo sufren. Cuando lo terminas, entiendes que todo este viaje no es solo para salvar el mundo, sino también para conseguir la aceptación de todos esos que se cruza en su camino que antes eran enemigos. Pero tratando de comprenderlos y escuchando sus historias, él también acepta que son así porque lo han decidido, como él mismo.

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El juego te va presentando a sus personajes poco a poco, algunos de ellos intensos, otros raros, pero todos con una personalidad que termina por ligar con la de Otus para que quede en el centro de sus historias. El hecho de que sea mudo invita al resto de invitados a su juego a expresarse y a compartir parte del peso de la trama, pero el guión permite saber lo que él siente y piensa prácticamente por boca de los demás. A través de esta dinámica tan sutil se forma su carisma, ya que va consiguiendo que el resto se preocupe de él y valore su amistad, pero con acciones en lugar de con diálogos.

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La premisa básica del juego es muy simple, o al menos eso aparenta, pero las mecánicas de este cuento de amistad merecen todos los elogios. La habilidad básica de Otus es volar, como se espera de su especie, y la utiliza para algo tan trivial como llevar a sus amigos por los aires sobre los parajes de este mundo vibrante recreado en estilo píxel. Sus compañeros tienen sus propias habilidades, y quedan al servicio del jugador una vez que está portando a alguno de ellos. Es una forma de ampliar el rango de acciones desde el punto de vista del compañerismo. Para darle agilidad, puede cambiar de uno a otro a tiempo real.

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Esta mecánica es la base para avanzar por un mundo de juego diseñado con las premisas iniciales de fases 2D en entornos laberínticos que podrían esperarse de un metroidvania, pero rompe con sus clichés metiendo secciones de combate aéreos, puzles de resolución directa o, sencillamente, plataformeo del más tradicional. Esta mezcla de elementos y de estilo ya la hemos visto en más título del boom de lo retro de los últimos diez años, sin embargo Owlboy supera a la mayoría de ellos por lo bien que ha sabido combinarlos para lograr que la partida avance de una forma majestuosa. No pueden faltar en este tipo de aventuras batallas contra jefes finales de cierta épica, y por supuesto las tiene. Cada cual presenta unas mecánicas que obligan a plantear estrategia y a usar la habilidad con cuidado, pero sin llegar al límite de provocar frustración por exceso de dificultad.

La música tontea con los ruidos de esa época que persigue, pero en realidad está respaldada por una banda sonora original orquestada que lleva todo el peso del título sin disimulo. El compositor Jonathan Geer ha creado 67 pistas con un total de 94 minutos de duración que garantizan que no habrá nunca sensación de repetición o de monotonía. Ya lo hemos comentado antes, pero en este fantástico trabajo artístico el apartado visual también sorprende. D-Pad Studio describe su técnica como hi-bit, y como otros trabajos anteriores, consigue enamorar a la vista porque mantiene el mundo vivo.

Hay muchos juegos de plataformas y tiros 2D que no han sido capaces de cumplir con los clásicos a los que tratan de seguir porque no han añadido nada al género tantos años después, pero Owlboy no sufre esa desgracia. Estamos ante un caso como el de Shovel Knight, un título que ha sido capaz de aportar valor a partir de una estética y un diseño aparentemente exprimido, sin recurrir meramente a la nostalgia.

Al final, Owlboy cumple con lo que pretende. Pone al jugador en sus manos una experiencia entretenida y divertida por sus mecánicas, pero también emotiva y envolvente gracias a sus personajes. Lo tiene todo para gustar a los jugadores de todas las generaciones.

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09 Gamereactor España
9 / 10
+
Un estilo artístico 8 bits magestuoso, una historia interesante que te atrapa, con personajes bien dibujados y profundos, transición muy llevadera entre mecánicas.
-
Le falta rejugabilidad.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

Segunda opinión

David Caballero

El protagonista de Owlboy se debería llamar Ícaro, y no Otus. Y no porque se parezca al genial Kid Icarus. Es más bien como en el mito: quiso volar tan alto, que se la pegó.

El trabajo de D-Pad Studio es tan genial en algunos aspectos, tan prometedor y estimulante como carta de presentación, que mayor es la caída cuando las cosas salen mal. Las primeras 2-3 horas son absolutamente brillantes: un mundo misterioso, un apartado artístico audiovisual de los que habríamos soñado en la Super Nintendo de los años 90 e incluso un diseño de juego original, variado y que responde bastante bien.

Pero Owlboy es otro de esos muchos casos en los que un equipo pequeño se ve con algo que puede ser muy grande... y termina por estirarlo sin ton ni son, de aquella manera. Con el paso del tiempo y de los niveles, Owlboy pierde su gracia y su finura, y llega a sacar de quicio hasta al mayor amante de los 16-bit.

Su gran esfuerzo por variar secciones empieza a meter con calzador escenas sosas, innecesarias o directamente aburridas, de las que te hacen dejar la partida para luego. Su control empieza a fallar cuando le pides un poco de precisión en saltos y disparos. También falla el scroll de la pantalla, que muchas veces provoca choques contra enemigos o peligros que no se veían.

Con la insistencia por alargar y alargar (son unas 8 horas de juego) se va perdiendo la esencia de la exploración vertical del escenario y se van notando las faltas en los diseños de combates y enemigos, pero son los crecientes problemas de control los más preocupantes. Hacia el final, hay un par de secciones realmente malas que ponen a prueba la paciencia de cualquiera, haciendo rematadamente torpe lo que en apariencia es un reto plataformero desafiante pero abordable.

Si a todo esto (que se extiende a cualquier versión del juego) sumamos que la versión de Nintendo Switch tiene muchos problemas técnicos, la frustración aumenta. Durante nuestras sesiones el juego se ha cerrado y salido al menú de la consola hasta tres veces. El cuarto cuelgue fue aún peor, pues en lugar de salir al menú, la partida siguió con los gráficos completamente rotos... ¡y era en la secuencia final tras derrotar al jefe! Ese último reinicio implicó media hora perdida y cruzar los dedos porque pudiéramos ver el final y, tristemente, olvidarnos de Otus.

Si buscas aventuras de plataformas y disparos con sabor retro y metroidvania para tu Nintendo Switch, de momento te diría que no te acerques a Owlboy, menos mientras cueste 25 euros. Tienes opciones mucho mejores y más precisas y divertidas que deberías considerar antes, como el mencionado Shovel Knight, los SteamWorld Dig/Heist, Axiom Verge, Celeste, Wonder Boy o incluso Rive. Mientras, esperaremos que D-Pad ponga su enorme talento y arte en algo mejor compactado. 6/10

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