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Análisis de Rocksmith

Ubisoft quiere que los jugadores vuelvan a darle caña al rock después de unos años retirados de las giras. Pero en esta ocasión la cosa se pone seria: ¡deberán conectar sus guitarras de verdad!

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Poder conectar una guitarra eléctrica de verdad a un videojuego, en lugar de toquetear instrumentos de plástico con botones de colorines, es un paso en la dirección adecuada. Ubisoft se ha tomado muy en serio Rocksmith, y sin importar la destreza que tengas con Rock Band o Guitar Hero, lanza un producto donde comienza el verdadero reto guitarrero.

Rocksmith no viene con una guitarra. No, en lugar de eso, viene con un cable que conecta fácilmente tu guitarra eléctrica con tu videoconsola. Empezar a tocar es muy fácil, y algo tan sencillo como poder afinar tu guitarra dentro del juego ya es un detalle muy bien implementado.

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Si Guitar Hero y Rock Band se esforzaron para que cualquiera pudiera coger un 'instrumento' y lanzarse a jugar con sus canciones favoritas, Rocksmith es la antítesis total de un party game. En el modo carrera tienes que jugar un rato hasta que van saliendo nuevas canciones, y antes de subirte a un escenario por primera vez (el público es bastante realista, por cierto) deberás ensayar bien todas las canciones, pieza a pieza, poco a poco.

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La visualización del mástil de la guitarra y las notas que vienen a lo lejos nos recuerdan a sus hermanos fiesteros, pero hay más diferencias. La guitarra en pantalla está angulada en vertical y las notas van de E hasta E de arriba abajo. Cada cuerda presenta un color único, y tanto las notas como los trastes están indicados con símbolos y números que flotan hacia ti. Todo está angulado, no completamente perpendicular como acostumbramos. Lleva un tiempo aclimatarse, pero con la primera sesión ya le habíamos cogido el gusto.

De forma gradual van apareciendo nuevos retos. En los modos especiales te abrirás camino a través de los riffs, afinarás el noble arte de los acordes con cejilla y sincronizarás tus notas deslizantes. Rocksmith también te lleva por los hammer-ons, los pull-offs o las quintas. Resulta que estas lecciones son mucho más gratificantes que tocar frente al público.

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El concepto general se hace familiar según vas practicando: toca delante de más gente y liberarás nuevos escenarios y material. Sin embargo, pronto te das cuenta de lo que más se echa en falta de Rocksmith al lado de los juegos de Harmonix y Neversoft. Este es un juego en el que tocas tú solo, y no algo que sacas cuando vienen a verte durante el fin de semana... aunque a alguno le podría picar la curiosidad y llevarse su guitarra con un cable para probar el limitado modo dos jugadores. Rocksmith es el profesor. Es una herramienta, una zanahoria que seguir (y a veces un látigo) e ir progresando lentamente en tu aprendizaje del instrumento.

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La lista de temas es contundente, pero no ofrece sorpresas de verdad. Principalmente abarca del año 2000 en adelante, pero también esconde algunos clásicos como The Rolling Stones y Animals, o The Strokes y los Stone Temple Pilots, por lo que debería haber un poco para todos. Una selección de pistas descargables también está disponible (¡con Queen!).

La presentación de menús y otros elementos es agradable a la vista y lógica. Es como una versión más seria de Rock Band 3, y de hecho copia el mismo tipo de opción para ordenar. Otro punto fuerte es el trabajo de actuación vocal que se ha realizado para el profesor virtual, una persona que te va introduciendo tranquilamente al juego y explicando las novedades.

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Hay otras cosas que hacer aparte de ensayar y actuar en conciertos. Juguetear con los diversos amplificadores puede llevarte horas y horas. Además, en el "Guitarcade" hay un puñado de minijuegos extraños, como un clon Space Invaders en el que derribas enemigos tocando la nota correcta o Dawn of the Chordead, en el que los acordes correctos se encargan de los zombis. Scale Runner, un juego parecido a Rez en el que tocas escalas para avanzar en un mundo de neones 3D, también está muy bien presentado y resulta entretenido.

En mi libreta han quedado dos puntos negativos principales que afectan a Rocksmith. El primero que advertirás es un notorio retardo en el sonido desde que tocas la cuerda hasta que escuchas el resultado en tu TV. Por desgracia, no es algo que pueda corregirse con un proceso de calibración, pues eso solo soluciona el retardo visual en pantalla de las notas que caen. El juego invita a conectar la consola a un receptor de sonido en condiciones, pero obviamente es un enorme gasto extra para los que no cuenten con uno ya.

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El otro sutil interrogante que comienza a surgir después de unas horas es cuánto sacas de Rocksmith comparado con meterte en el navegador web, bajarte unas cuantas tablaturas y aprender las canciones por tucuenta. Es algo que he probado de vez en cuando durante años, y sigue pareciéndome más fácil aprender así que con el sistema de Rocksmith. Y también es más fácil ajustar el ritmo hasta uno que pueda apañarte.

Aun así, en líneas generales Rocksmith es una idea muy buena, así que con una segunda parte mejor pulida Ubisoft podría dar con algo muy grande. Tal como está, apunta a un nicho de entusiastas que buscan una excusa para desempolvar sus viejas Fender y volver a creerse guitarristas de pro. Y al grupo de los que quieren graduarse de las guitarras de plástico a una cosa más auténtica.

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07 Gamereactor España
7 / 10
+
Mucho por aprender, lista de canciones contundente, bien presentado, minijuegos entretenidos.
-
El sonido sufre retardo, las tablaturas son una gran competencia.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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ANÁLISIS. Autor: Jonas Elfving

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