Análisis de Dead Space 2

El Dead Space original fue buena prueba de que EA puede seguir produciendo franquicias novedosas que planten cara a lo mejor del género. Conseguir tal golazo con su primer remate deriva en el inevitable conflicto con una segunda parte que no sólo debe igualar al original, sino superarlo.

Ahora sabemos que la idea de Visceral Games era subir la temperatura en medio del frío espacial para el ingeniero venido a exterminador matachusma, Isaac Clarke, se lo pase mejor (¿peor?).

Las herramientas implicadas pueden sonar familiares, pero los peligros son nuevos: el parásito espacial que anima y muta los cuerpos muertos en horripilantes asesinos ahora escupe, muerde y vomita, se cabrea con cólera aterradora y convierte cualquier alivio por haber sobrevivido al primero en una nueva pesadilla. Bienvenido de vuelta al miedo y a la sencilla pregunta: ¿cómo puede pasarle la misma movida al mismo tipo dos veces?

Tocaremos la historia y la amenaza en aumento en un segundo. Pero lo que tienes que saber es que el estudio no ha manoseado demasiado la fórmula que te puso los pelos de punta en el primer juego. Aún es un shooter en tercera persona. Aún presenta esos cambios de ritmo, mezclando lentas caminatas en la oscuridad con frenéticas batallas frente a los incontables horrores que ansían acabar con Clarke de la forma más desagradable posible.

Los principiantes no necesitarán poseer un conocimiento extenso del respaldo argumental para disfrutar el juego, pero existen algunos elementos que los jugadores del Dead Space original entenderán y apreciarán. No vamos a profundizar para evitar estropearlo, pero ten en cuenta que el juego tiene mucha garra, apoyándose en una narrativa elegante que sabe hacer uso del entorno y del diálogo, conducido por un pequeño reparto de personajes creíbles. Es un gran trabajo y erige a Dead Space 2 como una de las ofertas de ciencia ficción terrorífica más punteras en cualquier medio.

No hay ni un ápice del enorme conjunto que se haya desaprovechado, consiguiendo que el tiempo de juego (de unas ocho horas) parezca más fuerte que corto. En ese tiempo las habrás pasado "canutas" en las intensas escenas de acción, y tu cerebro habrá currado tanto como tu corazón con los puzles de escenario que tan bien se han integrado.

Estamos especialmente impresionados con las fenomenales secciones de gravedad cero, ya sea en espacios en descompresión o en el exterior de la Sprawl, la enorme estación espacial en (y alrededor de la cual) la que se desarrolla el juego. Visceral ha conseguido ofrecer a los jugadores mucha libertad de movimiento sin perder la necesaria facilidad a la hora de dar con los objetivos, con la dirección a seguir asignada a la pulsación de un botón.

Es uno de los ejemplos más evidentes de la cantidad de esfuerzo y trabajo que se ha invertido en los niveles que componen la Sprawl. La experiencia es tan fascinante que te sientes desorientado en cierto modo cuando vuelves a las condiciones de gravedad normal.

Las armas, los accesorios y el traje de Clarke siempre a la moda (debes tener buen aspecto cuando estás constantemente enfrentándote a la muerte, ¿verdad?) pueden mejorarse una vez más, abriendo elecciones tácticas, y que no obtengas todo a tope en tu primera vuelta supone un buen incentivo para volver a jugar.

No era una broma aquello de que Dead Space era uno de los títulos con los que comprarse un sistema de sonido envolvente cobraba un nuevo sentido. Esa faceta vuelve con la continuación. Melodías orquestadas y un reparto de nivel para los actores de doblaje pueden convertir en memorables las bandas sonoras de otros juegos, pero rara vez la parte más anónima del paisaje sonoro recibe la atención apropiada. DS2 es una experiencia en la que no querrás bajar el volumen, pues pierde casi todo el sentido sin él. Cada crujido, gemido y chillido aporta al cosquilleo que sube por tu espina dorsal.

Visualmente, este trabajo deja estupefacto, pero teniendo en cuenta su pedigrí, no había que esperar menos. Dead Space 2 vuelve a demostrar que Dios está en los detalles. No hay una sola parte de toda la estructura de la estación desaprovechada: se ve, se siente y funciona como esperarías que lo hiciera una estación espacial, sin huecos lógicos en pos del atractivo gráfico. Es real, habitable, un todo completamente asentado, prueba de la pasión tras el proyecto.

No hay muchos juegos que den miedo de verdad en estos tiempos. Son extraños en las estanterías. La oportunidad de temer por nuestras vidas, de estremecernos del horror y de saltar del impacto es totalmente bienvenida. Dead Space 2 genera un ambiente cuidado al detalle en el que deseas recorrer cada metro, aunque los pasos te lleven a esa esquina a la que temes asomarte. Incluso los que no adoren el terror (o los que necesitan jugar con la luz encendida) encontrarán mucho contenido recomendable. Visceral consigue un emocionante shooter que saca pecho en un género a reventar.

2011 ha comenzado a toda máquina, pero Dead Space 2 no sólo será considerado como uno de los juegos del año, sino también como una de las mejores muestras del género, sin duda alguna. Así es como se hace una continuación.