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      Gamereactor
      análisis
      Metro: Last Light

      Análisis de Metro: Last Light

      Como diría Jamiroquai, "I'm going deeper underground"...

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      Metro: Last Light retoma la historia donde lo dejó el primer capítulo, el post-apocalíptico Metro 2033. Había dos finales posibles en aquel juego, y esta segunda parte opta por seguir el relato según lo dicró Dmitry Glukhovsky, es decir, considerando que las cosas acabaron fatal y que el héroe Artyom regresa para dar caña a la misteriosa raza de los mutantes rezuma-radiación de la superficie, los Oscuros.

      En base a sus acciones en 2033, a Arytom le reclutan los Rangers; un grupo de soldados de élite afincados en uno de los muchos santuarios subterráneos situados bajo la demacrada cáscara de lo que una vez fue Moscú. Al principio del juego le visita Khan, quien le habla de un Oscuro restante que queda en la superficie, y como Artyom es el único humano capaz de comunicarse con la especie (todos los demás pierden la conciencia y se vuelven locos), Khan quiere que se acerque y pruebe a hablar con el mutante, para intentar averiguar sus intenciones.

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      Metro: Last LightMetro: Last Light
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      Durante la primera hora más o menos, Metro: Last Light nos agarra bien fuerte de la mano y nos lleva bien guiaditos. Comienza con un tour por la base de los Rangers, lo que en realidad es un mecanismo narrativo que se vuelve a visitar varias veces durante el transcurso de la campaña. Según caminamos por los pasillos recibimos instantáneas sobre las vidas de los distintos personajes; pequeños pedazos de diálogo que van pintando un convincente retrato de la vida bajo tierra. A veces parecía como si estuviéramos visualizando una novela interactiva, no jugando a un videojuego.

      Incluso cuando se inclina más hacia a la acción, sigue siendo una experiencia muy 'scripted' (que sigue un estricto guión de eventos). Completamente lineal, y con pocos elementos en pleno camino de la autonomía del jugador (salvo quizá por la decisión de noquear a los guardias desprevenidos o rajarles la garganta). Te dicen exactamente dónde tienes que ir, qué tienes qué hacer y hasta cómo debes hacerlo. Durante estos eventos del comienzo, la escena está bien preparadita, con la atención centrada firmemente en la disputa por el poder entre el fascista del Reich y la comunista Línea Roja. Los Rangers se quedan en un punto intermedio, y controlan D6, una fábrica de armas que codician las otras facciones.

      Metro: Last Light

      Tras su tour por la base, envían a Artyom a su misión. Localizar y eliminar al último Oscuro. Para disgusto de Kahn asignan un francotirador para acompañar a nuestro protagonista mientras se aventura en la superficie con el fin de terminar lo que empezó cuando lanzó el devastador ataque sobre los mutantes al final del primer juego. Y así arranca una serie de eventos que nos lleva a la superficie, de vuelta bajo tierra, a través de túneles, cruzando ríos y hasta las más oscuras profundidades del sistema de metro de la capital rusa.

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      Pero las preocupaciones levantadas por la hora inicial del juego se van disipando bastante pronto. Una vez se aflojan los grilletes de la narrativa, Last Light revela exactamente el tipo de juego que es: uno muy bueno. No pasa mucho hasta que nos introducen a las mecánicas de sigilo, a los arrasadores tiroteos y a una oscuridad mayor de la que puedas imaginar.

      Metro: Last Light

      Es un material increíblemente atmosférico. La historia se va descubriendo de una forma espléndida mediante los personajes que nos vamos encontrando, mediante la narración y a través de las escenas que presenciamos. Last Light cuenta una historia profunda y fascinante, es resuelta y se atreve a ahondar en áreas más oscuras y significativas que la mayoría de los títulos del género siquiera tocan por encima. Hay política extrema, cuestiones de moralidad, así como una plétora de historias y escenas individuales que pasan de lo angustioso y macabro a lo encantador.

      Pero la historia no lo es todo, y por suerte el resto de Metro: Last Light se desarrolla también bastante bien. Las secciones de sigilo son particularmente emocionantes. Hay diversas áreas dentro del juego que ofrecen la oportunidad de que los jugadores se expresen de verdad. Los escenarios están hasta arriba de soldados enemigos, con una variedad de rutas posibles y áreas en completa oscuridad desde las que atacar.

      Metro: Last Light

      Encuentras bombillas que se pueden desenroscar individualmente par asumir zonas concretas en la oscuridad, o interruptores que apagan áreas completas. Los guardias cuentan con linternas montadas en sus cascos que utilizan rápidamente en tales circunstancias, pero una vez llegan las tinieblas el jugador encuentra una amalgama de opciones a su disposición. Puedes intentar colarte sin ser visto, o ir recortando literalmente el número de enemigos derribándolos de forma silenciosa uno por uno, o ponerte en plan Rambo y liarte a tiros desde un punto aventajado que primero has estudiado cuidadosamente.

      La inteligencia de los enemigos no es la mejor del mundo, pero sí que observamos una mejora notoria respecto al primer juego. Durante los derribos sigilosos, los guardias suelen pronunciar exclamaciones en pleno impacto o sorpresa, y que estos gritos no llamen la atención de las patrullas cercanas es algo que rompe un poco la inmersión. Es posible ocultarte si te pillan, pero en ocasiones los enemigos tienen una especie de sexto sentido sobre tu escondite, como si la oscuridad que antes te tapaba por completo ahora fuera más fácil de penetrar que antes.

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      Porque la oscuridad es tanto tu amiga como tu enemiga en Last Light. En ocasiones es una capa que te protege, otorgándote un santuario desde el que disparar, y tiempo para planear tu siguiente movimiento. Pero otras veces el cazador se convierte en la presa, y te empujan para sacarte de tu zona de confort. Los enemigos mutantes, bestias que vagan por los túneles subterráneos, son frecuentes y variados. Las bestias que parecen enormes topos y descomunales arácnidos requieren un cambio de tacto respecto a los oponentes más tradicionales.

      Luchas contra estas criaturas no es tan satisfactorio, con unos encuentros que por regla general suelen convertirse en lluvias de balas presas del pánico. Aun así, suponen un bienvenido cambio de ritmo que rompe la acción y otorga al juego un tempo diferente. Luchar contra los mutantes no se limita únicamente a los túneles del sistema de metro. De cuando en cuando, el juego te lleva a la superficie, al desolado y ardiente paisaje moscovita.

      Es infernal, con brutales tormentas, clamorosos vientos y traicioneras ciénagas que complican sobremanera el avance por estos entornos poco acogedores. Por aquí merodean otros monstruos, incluyendo demonios alados y mutantes que emergen desde los pantanos para darse un festín con tu carne. El aire está limitado, y nos obligan de nuevo a usar máscaras antigás y filtros desechables para sobrevivir. Esta mecánica, unida al hecho de tener que limpiar constantemente los restos que quedan en el visor (y en alguna ocasión cambiar la máscara cuando se rompe), hace que tu tiempo en la superficie sea intenso y apremiante.

      Metro: Last Light

      Hay un buen número de acciones diferentes a recordar, de modo que lleva un tiempo para jugar de forma fluida, pero el intuitivo HUD del juego (o su ausencia) consigue que destaque especialmente en el género. La linterna, y más adelante las gafas de visión nocturna, requieren recargas constantes mediante una batería que va a mano. Una brújula sirve para orientarte y un contador en tu reloj indica cuánto le queda al filtro de tu máscara antigás. Todo lo que necesitas está ahí, así que es simplemente cuestión de acceder al menú apropiado cuando lo necesitas. El modo Ranger, que como el primer juego elimina la mirilla (entre otras cosas) para incrementar aún más la inmersión, por desgracia no estaba disponible para esta review.

      Las batallas de jefes, y hay unas cuantas, no son lo más destacado en este juego. Artyom no tiene suficiente flexibilidad como para que sean verdaderamente interesantes. Suelen ser bestias gigantescas que absorben increíbles cantidades de daño, por lo que la única opción es típicamente salir corriendo, lamerte las heridas cuando te enganchan, repartir plomo cuando tienes oportunidad y rezar para que te queden suficientes botiquines para aguantar. Tampoco es que sean imposibles de superar, así que cada encuentro no necesita demasiados intentos.

      Metro: Last LightMetro: Last Light

      Al final, es la historia de Metro: Last Light lo que te conquista del todo. Las diversas estaciones de metro -puntos de conexión que te encuentras durante la campaña- están llenos de personajes interesantes. Dibujan un espeluznante y conmovedor retrato de la humanidad que cala más hondo que la ambientación post-apocalíptica de un futuro próximo. Están rebosantes de vida, y puedes pasar literalmente horas vagando por los túneles y experimentando las vidas de la gente que las habita. Incluso en la versión Xbox 360 analizada (aunque las pantallas que acompañan a este texto son capturas exclusivas de la versión PC en alta calidad), tenían un aspecto fantástico; con intricados detalles y llenas de variedad.

      Aunque hay partes en este juego de "se mira, pero no se toca", todavía queda mucha acción con la que sumergirte. Existen diversas opciones de transporte que aparecen de vez en cuando, y es en estos momentos cuando el juego parece especialmente un "shooter sobre raíles" (a veces lo es literalmente), pero estas secuencias nunca duran demasiado. Lo que hace que estos momentos preceptivos y las secciones de más acción sean entretenidas es la variada selección de armas a tu disposición. Por razones de sigilo la pistola será una de las preferidas para muchos y una herramienta letal en manos capaces, que además sirve para resolver muchos problemas (al igual que los silenciosos y letales cuchillos lanzables). Complementando a la pistola están las escopetas, armas automáticas y rifles. Puedes ir ajustándote a medida, y construir un arsenal según tu estilo de juego.

      Metro: Last Light

      Muchos aspectos de las mecánicas de combate y sigilo son admirables, y la oscuridad que define gran parte del juego resulta embriagadora. Sin embargo, las mejores partes del juego se experimentan, no se juegan. Artyom es, como nosotros, un testigo de este mundo más que un actor integral del mismo. Si bien cuenta una historia muy completa (aunque un poco predecible), es el mundo en el que se desarrolla la verdadera estrella del show. Incluso a este respecto aparecen algunos problemas engorrosos, como las ciertas zonas del mapa que parecían explorables y eran imposibles de atravesar. Durante casi todo el tiempo los diseñadores del juego nos canalizan hacia la dirección adecuada sin demasiadas complicaciones, pero en ocasiones el entorno nos vuelve a recordar lo lineal que es la experiencia.

      Metro: Last Light nos habla con algunas formas que la mayoría de los juegos no se atreven siquiera a considerar, y trata asuntos complicados con madurez y elegancia. Las mecánicas básicas están lejos de la perfección, hay unos cuantos glitches y aunque luce genial no es el juego con mejores gráficos que puedes encontrar. Los efectos sonoros aportan a la inmersión y resaltan la atmósfera, aunque tampoco llegan a sorprender. Con todo, la calidad de la historia hace que el juego sea finalmente mejor que la suma de sus partes, y aunque podrías encontrar fácilmente puntos negros incluso en plena oscuridad si te fijas, la experiencia general es intensa, emocionante y gratificante.

      Metro: Last Light
      08 Gamereactor España
      8 / 10
      +
      Grandiosa historia, ambientación que te sumerge, emocionantes secciones de sigilo.
      -
      Más autonomía para el jugador habría sido bienvenida. Las batallas de jefes no fueron brillantes.
      overall score
      Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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      Metro: Last Light

      ANÁLISIS. Autor: Mike Holmes

      "Aunque hay partes de 'se mira, pero no se toca', todavía queda mucha acción con la que sumergirte". Nos adentramos en las profundidades del nuevo Metro.



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