Análisis de Civilization V: Cambia el Mundo

Vamos a dejarlo claro desde el principio: pese a echar cientos de horas a Civilization V, nunca jugué una sesión hasta su conclusión final. Daba igual lo que adorara esta enormemente exitosa serie de juegos de estrategia por turnos, simplemente no podía pasarme esos turnos finales, y sé por qué. Y seguro que tú también. Es que las dos eras finales eran enormemente aburridas. Y Firaxis parece haberse dado cuenta de esto por fin, pues Cambia el Mundo es su intento por cambiar en realidad Civilization V y convertirlo en el juego que todos queríamos. Es una expansión valiente, fresca y que merece la pena, y el título no podía ser más apropiado.

Creo que no había jugado una expansión tan atrevida como Cambia el Mundo. No es un mero paquete de expansión, por mucho que eso es lo que cabría esperar hoy día del DLC, sino una versión rediseñada en condiciones del juego original, con una visión singular. Añadir más dinámicas, opciones más amplias y un final del juego muy mejorado. A primera vista es todo lo que podría pedirle. Y en este caso, la primera impresión se queda hasta el final.

Resulta que uno de los cambios más discretos de Cambia el Mundo acaba siendo el más revolucionario. Despídete del oro extra de las posiciones de río y costa: ahora se hace caja mediante las rutas comerciales con otras civilizaciones. La cooperación solía ser cosa rara, pero ahora te ves prácticamente obligado a cooperar con amigos y futuros enemigos indistintamente si quieres ganar algo de oro. Las rutas comerciales se establecen con caravanas o, más adelante, embarcaciones. Escoges una ciudad con la que comerciar y dependiendo de la distancia, el progreso tecnológico y los recursos, tanto tú como el propietario de la ciudad ganáis bonus.

Las rutas son lo que va avanzando el juego ahora. Como la fuente de ingresos más significativa, lo que más te interesa es proteger las caravanas y construir una flota para salvaguardar tus naves, pues los enemigos intentarán desvalijarlas. Pero también puedes aprovecharlas para extender tu influencia y religión. El resultado es una simulación realista de relaciones internacionales fundamentales, y una profundidad que no había encontrado jamás en Civilization V.

Opté por intentar explotar esta nueva mecánica todo lo posible en mi primera nueva campaña en Cambia el Mundo. Cogiendo a Polonia, una de las nueve nuevas civilizaciones, y con el bonus de "políticas sociales", mi plan consistía en expandir mi cultura y religión por todo el mapa. Nadie sería capaz de resistir mi versión definitiva del cristianismo ortodoxo. 3.000 años e incontables rutas comerciales después, mi continente era ortodoxo casi por completo, y sentía el placer de tener el mundo sobre la palma de la mano. Nadie esperaba la Inquisición portuguesa...

Pese a este enorme contragolpe (me quedé sin ejército con ventaja religiosa), me fascinó no sólo la meticulosidad de las mecánicas nuevas o revisadas, sino también cómo cambiaban las nuevas civilizaciones el flujo de juego. Desde la ciudad estado centrada en el comercio Venecia hasta los agresivos asirios y los brasileños amantes del carnaval; todos ofrecen nuevos estilos de juego, que van perfectamente con las nuevas mecánicas.

Tras otra breve depresión me fijé en otra de las novedades de Cambia el Mundo: el turismo. ¡Los polacos todavía tenían esperanza! El turismo es la refinada y fuertemente modificada nueva versión de lo que solía ser la parte más aburrida y pasiva de alcanzar la victoria: la cultura. Parecido a cómo la economía fuerza al jugador a la proactividad, ahora nos dan la oportunidad de tomar parte en lo que sólo puede describirse como una guerra cultural a través del turismo.

El efecto de esta influencia se revela con la última gran novedad de esta expansión, el "Congreso Mundial". Esta simplificada simulación de las Naciones Unidas transforma el último tercio de una partida en la fase más emocionante. Los embargos pueden arruinar una civilización por completo que a nadie le guste, y con suficiente influencia puedes lanzar mociones para prohibir armas nucleares, adaptar religiones mundiales y finalmente alcanzar una victoria diplomática al ser nombrado gobernante mundial.

Eso es lo que estaba intentando conseguir en algún momento después del año 2000, cuando me interrumpió de forma desagradable una mosca que cayó en mi mano. Miré por la ventana. El sol estaba brillando, así que no podía ser tan tarde. Resultó que había estado jugando desde las siete de la tarde hasta las siete de la mañana, y el sol había vuelto a salir.

Parecía que sólo había estado jugando unas horas, pero en realidad habían pasado doce seguidas. La pizza del microondas había desaparecido delante de mis narices. Con estas pistas, descubrí que me había conquistado completamente Cambia el Mundo. Me alcé con la victoria tras una campaña de 20 horas de duración. Había luchado, mendigado, investigado, comerciado, sobornado en mi camino hasta el soberano mundial, y la sensación de logro fue maravillosa. Después de mucho tiempo, Civilization V ha alcanzado su verdadero potencial, y ha sido la primera vez que lo he preferido por delante de su predecesor. Con una inteligencia artificial muy mejorada (aunque todavía no es perfecta), la recién descubierta interactividad y una inmensa profundidad, Cambia el Mundo ha cambiado Civilization V. Lo ha transformado en lo que más deseaba. Capaz además de convertir los minutos en horas, esto es Civilization en plena forma.