Análisis de Lone Survivor: The Director's Cut

Las aventuras gráficas, ese mítico género condenado a recibir la sentencia de que su época dorada ya pasó. Si bien es cierto que igualar el eco que en su día hicieron sendas entregas de Maniac Mansion o la saga del pirata Guybrush Trheepwood se antoja difícil, también hay que decir que, a base de reinventarse, estos juegos vuelven a encontrar su sitio. Bendito sea Kickstarter.

Lone Survivor no podría haber encontrado una parcela mejor donde exhibirse. Pese a ser un juego de terror que requiere cierto toque de inmersión para exprimir su jugo, se estructura en puntos de fácil retorno que favorecen las partidas cortas. Salir, avanzar, reabastecer víveres y volver a la zona segura para guardar partida. Hablamos de un juego de mecánica simple y que a la vez requiere un alto nivel de planificación en cada paso que das. Cada paso adelante puede significar varios atrás si no escoges bien el camino.

La aventura nos traslada a un contexto post-apocalíptico. En éste encarnamos a un ‘yo' que ha decidido esperar a que pase la tormenta en su pequeño apartamento, saliendo solo para investigar y conseguir comida. La trama, en esencia, transcurre entre lo onírico y lo real dando lugar a situaciones en las que lo segundo supera lo soñado. Aún así, ese doble juego permite al autor divagar con cambios de escenario que descolocan al jugador y le hacen interesarse por un atractivo mundo de difícil comprensión. Como de costumbre, lo ambiguo atrae.

La mecánica del juego es pasillera, que no lineal, y basada primordialmente en el sigilo. Quién haya jugado a los primeros Metroid sabrá de qué hablo. Puesto que nos ponen en la piel de un joven hondamente meticuloso preocupado ante todo por sobrevivir, lo lógico es evitar el ‘disparar primero y preguntar después'. Para ello, el jugador dispone de diversas técnicas de evasión como aprovechar la oscuridad o colocar cebos (comida) en el suelo para que los enemigos se mantengan entretenidos.

Las criaturas de Lone Survivor beben de la estética Silent Hill, optando por apariencias antropomorfas con mucho toque psicótico. Las bestias, como viene siendo habitual, irán tirando hacia la grandiosidad y lo grotesco conforme avanza la aventura, pero en ningún momento parecerá que la cosa se vaya de madre. Las dosis de surrealismo ya vienen dadas por lo que acontece en la historia, así que id preparándoos para experimentar secuencias inusuales incluso para un género de ficción. Esa es una de las claves del juego: irse de la trama pero sabiendo volver luego a la realidad.

El elemento clave del juego es el raciocinio. Comida, baterías de la linterna y munición son importantes al mismo nivel: ir explorando el edificio no será posible sin avituallamiento, del mismo modo que para avanzar algunas veces no quedará otra que apretar el gatillo o encender la linterna, quedando expuesto, pero pudiendo así obtener objetos clave. Los submenús de recursos están tan bien integrados como los diálogos, en los que pese a tratarse de un juego supuestamente serio nunca faltará cierto toque sarcástico o humorístico marca del género.

Lone Survivor: Director's Cut no es un juego largo. Aquellos que hayan probado su versión para compatibles no encontrarán muchos añadidos más allá que algunas graciosas aportaciones del autor o descubrir los diversos finales posibles, que dependen de las decisiones tomadas durante el juego. Es un ‘thriller' interactivo exigente que vuelve a las bases que dieron a luz a las aventuras gráficas y al terror de Shinji Mikami, bañando todo el cuadro en una estética ‘pixel art' que le sienta de maravilla. En alusión a los puristas, jugarlo en difícil es un buen reto que pone a prueba la memoria.