Análisis de Kinect Sports Rivals

Por su variada propuesta, tanto en contenido como en usos posibles según la intención de cada jugador, la evaluación general de Kinect Sports Rivals ha sido complicada. Es un gran salto en tecnología, posibilidades y diversión respecto a sus decepcionantes predecesores, pero también un salto que en algunos aspectos se queda a medias y que en otros ha sido hacia la dirección equivocada.

Para los que han arqueado la ceja con lo de 'decepcionantes' y disfrutaron un montón de los dos juegos para el primer Kinect en Xbox 360 lo tendríamos claro: id a por esta entrega inmediatamente el viernes 11 de abril. Y, si sois de números, sumad uno o dos puntos a la nota que cierra esta crítica. Para los demás tenemos una serie de advertencias, y quizá habría que dividirlos, a su vez, en los que buscan un buen juego de Kinect para mover el esqueleto en solitario y los que buscan un buen party game para compartir los viernes noche.

Porque Kinect Sports Rivals puede demostrar lo mejor hoy por hoy de la tecnología en la que se apoya y, de repente, también es capaz de recordar lo peor de la misma en sus versiones arcaicas.

Quitando un relleno muy generoso e interesante (campeones, progresión, competición, personalización), Kinect Sports Rivals es básicamente un juego de deportes con seis disciplinas. Todas estas pruebas se controlan mediante gestos corporales y/o comandos de voz (al igual que los propios menús del juego), todo recogido por el dispositivo de captura Kinect v2, de serie con cada consola Xbox One.

Por esto, vamos a dejar en primer y principal lugar un comentario de nuestra experiencia con cada prueba y luego repasaremos la parafernalia adicional y algunos problemillas generales. De los seis deportes de KSR, podríamos decir que hay dos nuevos muy buenos, otro nuevo controvertido y tres deportes recuperados que van mejor pero no divierten más. Vamos en ese orden:

Los dos que han triunfado en nuestras sesiones de pruebas, los que mejores sensaciones dejan y en los que la implementación de los controles brilla son las carreras de motos acuáticas y la escalada. Son dos experiencias que saben a nuevo, y que consiguen justo lo que busca Kinect y lo que los jugadores esperan poder hacer con él: moverse naturalmente, dejarse llevar y ver la repercusión inmediata en pantalla.

Las carreras de estelas son una práctica muy refrescante, y no solo por el ambiente veraniego, las olas y el agua que salpica a la pantalla. Si haces el tutorial e imaginas que llevas un manillar entre ambas manos, la respuesta del personaje en pantalla es estupenda y en unos minutos estás controlando los giros más sutiles, inclinando tu cuerpo ligeramente si hace falta. No mentían los chicos de Rare cuando decían que organizaban competiciones en el estudio y que las diferencias de los tiempos podían ser como en cualquier título del género controlado con mando tradicional. Además, el sistema de carga de potenciadores mediante piruetas (gesticula una voltereta o saluda al público para sumar puntos) y su ejecución mediante comandos de voz funciona realmente bien si eres claro con tus palabras. Ordenar un "¡impulso de velocidad!" mientras surcas las olas a toda velocidad con tu moto imaginaria es un momento de sonrisa y emoción inevitable, como si estuvieras en una serie de 'mechas' japoneses de tu infancia.

La escalada contrarreloj ha sido la otra más solicitada, y sin duda la prueba que más concentración y precisión exige de todas. Las diferencias, una vez más, pueden ser mínimas entre dos jugadores, por lo que elegir las presas y vías ideales hasta la cima es crucial, con el hándicap de la sensación vertiginosa y el pique con los rivales (a los que puedes tirar de la pierna, por cierto). Esta es la disciplina más 'literal' en cuanto a recreación en pantalla, pues el juego refleja la posición de las manos constantemente e indica cuándo están lo bastante cerca de un agarre con un claro efecto visual, momento en el que hay que cerrar el puño. Hay también un pequeño gesto de salto para alcanzar las presas más separadas, y lógicamente ahí se puede aplicar un potenciador de "¡súper salto!"

Aunque hay que jugar de pie para ganar recorrido de extremidades (y por tanto requiere bastante distancia respecto a Kinect), funciona bastante bien y con esas pequeñas diferencias hace gala de una buena profundidad y deja margen de mejora al jugador. Tuvimos algunas caídas por errores y momentos de agobio en los que no agarraba bien, mientras que la escalada a dos jugadores con pantalla partida es sólo apta para ciertos salones, pero tenemos claro que esta prueba y las motos de agua son dos de las tres razones por las que volveremos a poner Kinect Sports Rivals en los próximos días.

La división de opiniones llega con la prueba de tiro. La favorita en todo el juego de nuestro compañero Christian de GR Alemania, a nosotros nos ha parecido tentadora en la mecánica, pero vacía en la ejecución. Sólo hay que apuntar con el dedo y dirigir la mirilla hacia los objetivos en pantalla, porque el disparo es automático al pasar sobre los mismos. Está claro que el apuntado es mucho más preciso y rápido que en anteriores ejemplos con Kinect, y salvando algún tirón indeseable, "donde pongo el dedo, pongo la bala", pero tras echar unas partidas nos preguntamos si se podría haber buscado algo más de gracia. La presentación de objetivos es original (y mira que hemos visto juegos de galería de tiro), enfrentando a dos jugadores con algunas dianas compartidas y un curioso sistema de trampas. Sin embargo, todo se queda en mover el dedo. Cansa, y hemos apuntado mucho mejor con otros dispositivos en los últimos años. Con todo, seguro que habrá muchos que disfruten como Christian...

Los tres deportes que vuelven los podemos meter en el mismo saco. Bolos, tenis y fútbol aprovechan la mayor fidelidad del nuevo sensor, pero los dos primeros saben irremediablemente a refrito y el tercero es directamente un aburrimiento. Si bien funcionan mucho mejor y detectan un mayor rango de movimientos, ninguna de estas tres pruebas apetece tanto como las dos que verdaderamente se han diseñado pensando en la nueva tecnología. El interés de los bolos puede residir en los potenciadores y en el cómodo planteamiento por turnos, mientras que el tenis sigue resultando bastante ridículo sin un objeto en la mano. El fútbol suena genial sobre el papel, pero está tan poco trabajado y tan falto de posibilidades que sólo divertirá a los más peques. Además, piensa que Kinect te tiene que ver de pies a cabeza...

Esa necesidad nos lleva a los peores momentos. Rare aseguró hace unos días que se podría jugar con el nuevo Kinect en condiciones mucho más normales, sin requerir enormes espacios o iluminación perfecta, pero todavía no es así del todo. La estancia tiene que estar muy bien iluminada, tanto en cantidad como con los tipos de luces apropiados. Las pruebas que te tienen que ver de cuerpo entero (escalada, fútbol) te piden la distancia requerida, que es bastante. Si en plena acción, durante una partida, Kinect entiende que se está incumpliendo alguno de sus requisitos, oscurece la pantalla y te pide que lo corrijas sin detener el juego, lo que ha resultado muy irritante en varias ocasiones. A Kinect no le gustaban mis pantalones porque eran demasiado oscuros o había un objeto que le estaba confundiendo, pero tras cambiarme y retirar (aún más) el sofá del salón, resultó que le molestaba una luz cálida del fondo, y sólo en la prueba de escalada.

Estas exigencias se suman a un reconocimiento vocal que funciona bastante bien pero no siempre, unos menús algo torpes con las manos e incluso con el mando (!) que se controlan mejor, paradójicamente, con la voz y una barrera de entrada demasiado alta o pesada. Porque pese a presentarse como un 'party game', el juego lleva demasiadas cosas bloqueadas de primeras, no facilita la repetición de tutoriales para los nuevos (aunque inexplicablemente obliga a volver a ver las escenas de corte de los equipos si reinicias) y está muy ligado a las cuentas de usuario. Si vienen amigos a probarlo, mejor será que le hayas echado unas horas, sepas dónde están todas las opciones y les hagas una demostración. Y que vayas bien de chucherías y bebidas para cubrir los laaargos tiempos de carga. Con estas cosas, es fácil perder las ganas, y nos ha ocurrido con varios jugadores casuales durante nuestras pruebas.

La tercera razón por la que pondremos el juego varias veces más, sobre todo cuando tengamos visita, es la creación del Campeón escaneando al jugador en cuestión. Los resultados siguen siendo tan graciosos como sorprendentes, y el proceso es más divertido que algunas pruebas. No entendemos cómo está tan escondida la opción para volver a escanear un personaje, ni cómo no invita a hacerlo a cada nuevo participante. La caracterización posterior es tan completa como el resto del relleno del juego.

En ese aspecto complementario están los equipos (se han esforzado en contar sus historias, pero no creemos que lleguen a calar), la competición contra avatares de otros a lo Drivatar (de momento los comportamientos no son demasiado fieles a los resultados de los jugadores reales; faltará tiempo de recopilación de datos) o el bien nutrido sistema de progresión del Campeón, que va desbloqueando multitud de elementos, sumando experiencia, 'seguidores' y dinero para comprar más cosas en la tienda. Sin duda, un apartado trabajado que puede servir de excusa para volver a tus pruebas favoritas.

Como dejó ver la impresionante demostración de la tecnología que potencia este juego en Madrid, con Kinect v2 y Xbox One se pueden y podrán hacer cosas nuevas y emocionantes. Kinect Sports Rivals es un buen primer paso, explotado en condiciones en varios de sus aspectos pero no en su totalidad. Esperamos y deseamos que Rare y otros estudios saquen provecho eventualmente a todo el potencial que ya podemos percibir.