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The Escapists

The Escapists - impresiones

El plan de fuga de Team 17: nos zambullimos en una versión pixelada de la vida entre rejas.

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Un guardia nos lleva de vuelta a nuestra celda tras la última hora de lista del día, cierra la puerta y se marcha. Esperamos a que dé la vuelta a la esquina, nos subimos a la mesa que hay en medio de la celda, retiramos la rejilla falsa y nos metemos en los conductos de ventilación. Nos llevó horas serrar el metal con los cuchillos de plástico que sacamos de extranjis del comedor. Las sábanas sobre los barrotes despistarán a la patrulla hasta que amanezca. Cuando registren la celda encontrarán la rejilla de papel maché que hicimos con papel higiénico y el superglue que le robamos a otros presos.

En el sistema de ventilación guardamos docenas de los más de cien objetos únicos que se pueden encontrar en The Escapists. Conforme nos arrastramos hacia la escalerilla que lleva al tejado vamos dejando atrás cosas tan diversas como limas compradas a otros prisioneros, armas caseras y uniformes de guardia robados en la lavandería. Nos ha llevado casi cien días preparar la fuga de la cárcel de Shankton State.

Y es solo una de las seis prisiones de The Escapists. Estas cárceles temáticas presentan distintas dificultades, desde un campo de prisioneros de guerra bastante abierto a una cárcel de alta seguridad con cámaras en cada celda. Si lo pruebas pronto (sigue en Acceso Anticipado), tendrás a tu disposición una séptima prisión que te hará más fácil pensar como un prófugo.

The Escapists
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El juego está a punto de completarse, y la desarrolladora indie Mouldy Toof Studios cuenta con añadir más trabajos y objetos carcelarios que podremos emplear para fabricarnos armas y material. Su editor de cárceles te permitirá crearte tu propia Alcalá Meco y compartirla en la Comunidad Steam, lo que implica que los futuros prófugos tendrán siempre a mano nuevos retos.

Para abrirnos caminos de la celda al tejado tuvimos que serrar una serie de rejas metálicas que dividen el sistema de ventilación, y pocas veces teníamos a mano algo mejor que un cuchillo de plástico. Pero, en realidad, fue el estricto ritmo de la vida carcelaria lo que nos mantuvo en el trullo durante casi tres meses. Los presos de Shankton viven conforme a un horario marcado que se ve interrumpido con frecuencia por llamadas a lista.

Los reclusos suelen dedicar hasta un tercio de su tiempo de ocio a uno de los tres trabajos que ofrece Shankton, puesto que les dan acceso a materiales útiles. Los que se dejan la piel en la lavandería pueden hacerse con uniformes de guardia, mientras que los del taller de ebanistería pueden conseguir madera para reforzar los túneles que excavan bajo sus celdas y así evitar que se derrumben durante su huida.

Los guardias empiezan a sospechar si te sales del horario; cuando estás demasiado tiempo ausente, empiezan a buscarte y te dan una buena paliza tan pronto te encuentran; y, si permaneces oculto el tiempo suficiente, se declara el cierre del centro hasta que te encuentran. Para escapar es necesario vivir la vida de la cárcel, pero también escaquearse a la mínima para trabajar en ese plan de huida que has concebido.

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Ya en el tejado, esquivamos los focos y corremos sobre unos cables eléctricos que nos llevan al taller de chapa donde otros presos fabrican matrículas. Solo unas pocas alambradas algo tocadas y un muro de ladrillo nos separan del mundo exterior.

Cortamos la primera alambrada y estamos exhaustos, es hora de comer un poco de pollo para recuperar energía. Cada vez que te esfuerzas, lees o cavas, gastas energía; pero, cuando quedas exhausto, no puedes hacer nada hasta que recuperes fuerzas durmiendo, comiendo o duchándote.

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Los pesados de los guardias con sus linternitas hacen que trabajar en la segunda alambrada sea demasiado arriesgado, y con la coña perdemos muchísimo tiempo. Cuando el alba ya está próxima, nuestra lima consigue vencer a la alambrada. El último obstáculo es un muro de ladrillo de varios metros de alto, pero casi no nos queda tiempo: si estamos ahí arriba cuando salga el sol, los tiradores de las cuatro torres de guardia de Shankton nos verán. Empezamos a abrir asideros como locos en el ladrillo, pero sabemos que ya es demasiado tarde. Sin nada que perder, echamos a correr hacia el guardia más próximo con un cristal afilado en la mano. Suena un disparo. Despertamos en la enfermería, y empezamos a planear nuestra próxima fuga.

The Escapists está disponible desde la semana pasada en Acceso Anticipado de Steam, donde podéis disfrutar de las comodidades de la cárcel de mínima seguridad de Fhurst Peak. El juego saldrá para Xbox One el año que viene; pero, si tienes un ordenador a mano, no puedes dejar pasar la oportunidad de iniciar Steam ahora mismo y poner tu plan de huida en marcha.

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