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Verdun

Verdun - primeras impresiones

Nos metemos en el fango de las trincheras para conocer mejor este shooter ambientado en la primera guerra mundial.

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Con motivo de su centenario, a lo largo del año hemos ido aprendiendo más sobre la primera guerra mundial y los enormes sacrificios realizados durante aquellos tiempos tan oscuros. La guerra con la que en realidad empezó el siglo XX es el escenario de un título de reciente publicación: Verdun, un shooter ambientado en las trincheras europeas que todavía está en desarrollo pero que ya se puede probar en Acceso Anticipado de Steam.

Este shooter de Blackmill Games y M2H sigue un camino ligeramente distinto al de sus incontables hermanos: para empezar, porque su ambientación es única en el entorno de los videojuegos, cuyos títulos suelen decantarse por conflictos más recientes (Valiant Hearts: The Great War nos llevaba a la misma época, pero ofrecía una experiencia muy distinta). La primera guerra mundial no es la favorita para los shooters, algo que deja mucho espacio libre al juego, pero también le añade la presión de estar aislado. ¿Verdun consigue pasar la prueba y hacer justicia al tema del que trata? Más o menos.

Tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, que en conjunto ofrecen un cierto equilibrio entre el potencial que podría alcanzar y los fallos que podría cometer como cabeza de puente en este nuevo ámbito histórico.

Verdun
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Está en Acceso Anticipado, así que esperábamos que tuviese bugs por todas las esquinas... y ese es el caso. Es jugable, de eso no cabe duda, pero está claro que habrá que dedicarle mucho trabajo antes de poder afirmar que está terminado. Y no es solo que le falte mimo en los gráficos, también nos vamos a encontrar algo de lag y unos cuantos jugadores que apestan a aimbot, algo especialmente frustrante si se combina con algunos puntos de spawn ridículos en los que los novatos acaban fritos tan pronto aparecen. Ya lleva unos meses abierto y, si todavía no han arreglado estos problemas, a saber si llegarán a arreglarlos alguna vez.

Otro aspecto preocupante es que las físicas balísticas no son gran cosa, recuerdan a las mecánicas de apuntar y disparar a las que estábamos acostumbrados hace más de una década; pero nuestras expectativas han crecido en este aspecto, que alcanzó su punto culminante el año pasado con el excelente Rising Storm, un juego que describe a la perfección los horrores de la guerra. En Verdun se puede liquidar a un enemigo a distancia con muy poca dificultad, e incluso adversarios tan alejados que apenas son una silueta en el horizonte se acaban convirtiendo en blancos fáciles.

En cualquier caso, estos problemas balísticos le dan un toque adecuado a la atmósfera: la vida no vale apenas nada, y la muerte es nuestra compañera en Verdun. Hay un constante ir y venir de objetivos, y la facilidad con la que podemos abatirlos se ajusta al contexto histórico. Como complemento a esta atmósfera no vendrían mal unos respawns inmediatos y que las escuadrillas se viesen complementadas con bots, para que el campo de batalla estuviese mucho más lleno de gente, como ocurría en la época. Lo cierto es que esta sinergia entre juego y contexto parece meramente casual, y nos gustaría ver que va más allá, que es intencionada.

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Uno de los puntos fuertes del juego es el modo Frente, en el que equipos enemigos atacan y defienden objetivos en mapas enormes haciendo avanzar y retroceder las líneas. Los puntos que tenemos que capturar suelen ser deprimentes trincheras rodeadas de alambradas (y ojito, que las alambradas son letales); en una partida equilibrada suele verse a los contendientes pugnando por el control de la zona central, y en una desequilibrada se observa a un equipo retroceder poco a poco a través de estos mapas enormes hasta que los contrarios los avasallan desde una posición de dominio total. En algunos momentos puede ser terriblemente frustrante, como cuando te ordenan que retrases tu posición pero estás bajo fuego enemigo intenso y sabes que te van a dar en cuanto te muevas; pero los segundos del contador corren y, si no obedeces, te llevas una instakill por desertor.

Los equipos están formados por pequeñas escuadrillas que, a su vez, están compuestas por cuatro soldados de clases distintas. El más interesante es el cabo, que lleva unos prismáticos para solicitar fuego de mortero y una pistola de corto alcance que no sirve para nada en la inmensidad de la tierra de nadie pero acaba siendo muy útil contra los fusiles de cerrojo en las trincheras. De las trincheras y los mapas que las albergan podemos decir que son justo como se podría esperar: largos y sinuosos corredores que surcan los campos de batalla embarrados, pasadizos que ofrecen una relativa seguridad (casi siempre) y nos permiten ocultarnos de miradas enemigas. Los mapas no ofrecen precisamente una gran variedad de situaciones, pero parecen muy bien hechitos y son lo suficientemente distintos unos de otros.

También hay un modo todos contra todos, pero no resulta tan interesante como la versión por equipos; en todos contra todos, los soldados corretean por las trincheras y hacen lo posible por dar primero al enemigo, algo de vital importancia en combate. Es divertido, pero la chicha está en el juego por equipos, en lanzarse a la carga con tu escuadrilla contra los objetivos enemigos.

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El juego es un perfecto ejemplo de cajón de sastre: por una parte nos ofrece una experiencia única, la de un shooter ambientado en una época distinta, y consigue captar con gran precisión muchos aspectos del conflicto en el que se desarrolla; pero, por otra parte, hay que pulir muchas cosas, y la física de las balas (o más bien su ausencia) resta complejidad a un juego que la necesita, incluso aunque tal como está mejore la atmósfera del juego.

Me vais a perdonar el chiste malo, pero tengo la sensación de que Verdun está atascado en tierra de nadie, y creo que necesita un empujoncito en alguna dirección concreta para tener éxito: si quiere ser fiel a lo peor de la guerra en la que se ambienta, las batallas tienen que estar atestadas de gente y los respawns deben ser muchísimo más rápidos; pero, si los desarrolladores quieren un juego más auténtico, tendrán que abandonar la actual simplicidad del sistema de apuntar y disparar y cambiarlo por unas físicas balísticas mejores. Y todo esto sin tener en cuenta los fallitos que a veces interrumpen el juego y que requieren unos retoques para que la experiencia sea más inmersiva.

Verdun es admirable en muchos aspectos, y esperamos de corazón que los desarrolladores sean capaces de resolver sus problemas en los meses que quedan para su lanzamiento: si consiguen dar un buen equilibrio al juego, acabará convirtiéndose en un título sumamente interesante; pero, en este momento, es tan solo un shooter al que le queda trabajo por hacer y que todavía está en desarrollo, algo que no podemos dejar de tener en cuenta si estamos valorando comprárnoslo.

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