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Just Cause 3

Just Cause 3 - impresiones E3

Si os gusta volar cosas por los aires bajo el soletón, presenciar escenas de acción absurdas y cambiar el mundo usando cables de acero, no os podéis perder este título.

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El general di Ravello es un dictador que se encuentra al frente del brutal régimen que reprime a la población de Medici, una nación isleña del Mediterráneo. Enormes torres con altavoces braman propaganda en este enclave supuestamente idílico, en el las calles agonizan cubiertas por montañas de basura. Durante la época de libre comercio, Rico Rodríguez luchó contra las dictaduras en tierras lejanas, pero ahora que su país natal sufre bajo el régimen de un tirano, es hora de volver a casa y prender unas cuantas hogueras.

Es verdad que no soy un jugador veterano de la serie Just Cause, pero tampoco es que haya estado viviendo debajo de una piedra estos últimos años, ni nada por el estilo. De hecho, pensaba que tenía una idea bastante acertada de cómo era Just Cause 3. Básicamente, me lo imaginaba como una especie de versión de Far Cry 4 creada por Michael Bay, pero, para mi sorpresa, en su lugar me encontré con una mezcla de Tropico y Goat Simulator. Los preciosos paisajes de esta isla paradisiaca gobernada con mano de hierro por el dictador me recuerdan El Presidente, y qué decir de la enorme refinería de petróleo, que fue el primer lugar donde decidí sembrar el caos... Parece como si la hubiese construido hace unas semanas en Tropico para obtener un flujo continuo de beneficios.

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Rico aprende rápido. Ir a pie no mola, y conducir alguno de los muchos coches y camiones del juego, tampoco. A Rico le va más lo de salir de un avión en pleno vuelo y situarse sobre el ala para poder ver mejor la zona a la que se dirige, además de echar mano de un arsenal que podría haber salido perfectamente del catálogo ACME, el que usaba el Coyote para intentar atrapar al Correcaminos. Vamos, que lo que le gusta a nuestro protagonista es destruir cosas. Hay que decir que lo de salir del avión para ver mejor merece la pena, porque las explosiones son apoteósicas. Las enormes bolas de fuego provocan gigantescas columnas de humo y los escombros en llamas ofrecen un bonito espectáculo de fuegos artificiales mientras todo se viene abajo a nuestro alrededor.

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Al final, resultó que el juego no se parecía en nada a Far Cry. La IA de los soldados de la isla actúa de forma estúpida a propósito. Si les tiramos granadas, por ejemplo, nuestros oponentes siempre tienen ese punto de lentitud exacto que evita que puedan escapar del radio de acción de la bomba. Está claro que Rico está aquí para deleitarse con su propio espectáculo, y esa es precisamente la función del gran mundo abierto de Just Cause 3. Por supuesto, siempre podemos pedir un cargamento de armas y vehículos para que el caos no decaiga.

Just Cause 3

Gracias al gancho de anclaje, el paracaídas y su nuevo traje de alas, Rico se mueve por la isla como si de un superhéroe se tratase. Podemos clavar el gancho en un punto elevado y aprovechar el impulso para luego alejarnos volando con el paracaídas o con el traje. Al principio, puede que os cueste un poco acostumbraros el sistema de juego, pero ya veréis lo bien que os sentís cuando consigáis superar grandes distancias con éxito. Por otra parte, los tanques y bidones de gasolina rojos y blancos que se encuentran repartidos por toda la isla piden a gritos que los detonemos. Además, el cable de acero del gancho de anclaje nos permite realizar otros trucos muy interesantes. Así, Rico puede conectar hasta cuatro objetos y aumentar la tensión de los cables con solo pulsar un botón, lo que recuerda bastante a la lengua de la cabra del extraño simulador animal.

En Just Cause 3, la creatividad no conoce límites. Los jeeps salen disparados de repente y pueden quedarse colgando de una goma elástica o pulverizar a guardias desprevenidos; los helicópteros vuelan alrededor de los postes de los altavoces mientras atacan y la estatua del dictador se golpea a sí misma en toda la cara. La absurda física de los cables de acero nos permite hacer un número de travesuras casi infinito, hasta el punto de que las armas convencionales casi parecen aburridas. Eso sí, bombardear un depósito de gasolina al anochecer es una de esas cosas de las que nunca nos cansaremos. Las explosiones gigantescas son demasiado buenas.

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A pesar de que podemos liberar las distintas zonas deshaciéndonos de los campamentos base y de la propaganda, la mayor parte de los elementos que se pueden destruir se regeneran una y otra vez, por lo que nuestra alma de pirómano nunca se queda sin juguetes. El rojo y el blanco siguen dominado en Medici. Si os cansáis de tantas bolas de fuego y cuerdas de saltar, puede que os apetezca probar otro tipo de desafíos con las armas o coches que esperan en cada uno de los rincones de la nación isleña. Por ejemplo, uno de los desafíos a los que podemos enfrentarnos consiste en conducir un autobús con una bomba hasta el interior del palacio del dictador en un tiempo limitado. ¿Que dónde está el truco? Pues en que si reducimos la velocidad, la cuenta atrás se acelera. Puede que este tipo de misión os resulte familiar, pero ya os adelantamos que el hecho de que autobús avance lento como una tortuga hace que no resulte nada fácil.

Estos desafíos nos proporcionan un agradable descanso del caos que impera en Just Cause 3. Durante la presentación del juego, tuvimos la oportunidad de enfrentarnos a otros periodistas en un desafío con el traje de alas. Poder volar a través de unos anillos situados junto a una montaña intentando no quedarnos atrapados en los árboles y en los afloramientos rocosos fue, sin duda, uno de los platos fuertes de la presentación. Además, intentar mejorar nuestra puntuación para quedar al menos entre los cinco primeros fue superdivertido. Desafortunadamente, en esta entrega todavía no hay rastro del modo cooperativo, pero está claro que el juego tiene potencial para convertirse en un buen título para compartir con amigos en el sofá, independientemente de si lo que queréis es luchar por conseguir puntuaciones altas o simplemente oír unas cuantas risas malvadas. Es evidente que Just Cause 3 no es la mejor opción para los amantes de los tiroteos tácticos, pero si lo que os gusta es usar vuestra creatividad para volar cosas por los aires con unas condiciones meteorológicas perfectas y presenciar escenas de acción absurdas, y además os morís de ganas de ver qué ocurre cuando conectáis cosas que no tienen nada que ver unas con otras a los cables de acero, no nos cabe duda de que el extraño y enorme mundo abierto de Just Cause 3 va a sacar al niño que lleváis dentro.

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