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Assassin's Creed: Revelations

Assassin's Creed: Revelations

¿Qué crees que estarás haciendo cuando tengas 52 años?

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¿Qué crees que estarás haciendo cuando tengas 52 años?

¿Arreglar tu jardín? ¿Mandando a los hijos a la universidad y convertir su habitación otra vez en tu estudio? ¿Intentar mantener un trabajo cómodo con miras a retirarte sin problemas en la siguiente década?

Sea cual sea tu visión, raro es que tus actividades planificadas incluyan escalar enormes edificios, hacer parkour por los tejados de la ciudad y luchar contra varios atacantes a la vez con picos, espadas y otras armas afiladas.

Pero eso es lo que le guardaba la historia a un tal Ezio Auditore da Firenze según Assassin's Creed: Revelations. Cuando vemos por primera vez al sufrido protagonista de la última aventura de Ubisoft en la Europa renacentista, es todo un shock.

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Assassin's Creed: Revelations

Ya poco queda del pulcro Lothario introducido en Assassin's Creed II. A sus 52, Ezio tiene un aspecto demacrado, su cara arrugada y marcada por cicatrices, su voz un gruñido sombrío y su mirada hablando de experiencias amargas y baños de sangre. Es un hombre que ha llevado una vida muy dura, y cuando nos unimos a él en el puerto de Constantinopla, descubrimos que su padecimiento aún no ha terminado.

Los primeros momentos de nuestro tiempo de prueba con Revelations nos introducen en la próspera metrópolis en el corazón del Imperio Turco Otomano. A nivel de calle es un enjambre de actividad: los mercaderes gritan para atraer la clientela, los guardias armados merodean por las calles blanqueadas por el sol y colecciones de matones y mujeres rumanas frecuentan las entradas, ambos ofreciendo sus servicios. Una vez nos dirigimos a los tejados vemos una expansión de superficies con azulejos, capiteles y cúpulas que llega hasta el horizonte.

Los dos primeros NPC que se encuentra Ezio explican que, pese a su mano de barniz veraniego, Constantinopla es una ciudad en plena agitación. Las últimas noticias indican que el Sultán está enfermo y su muerte podría desencadenar una batalla por el trono entre sus muchos hijos; "cuando el Sultán tose, sus hijos echan mano a sus espadas", es como lo cuenta el personaje. Por si fuera poco, una lucha interna por el control se sucede en las calles entre los otomanos y los bizantinos, con la compañía de asesinos pillada en medio de ambas. Tanto los unos como los otros asaltaban con frecuencia los cuarteles de la Hermandad alrededor de la ciudad, sacándolos y levantando sus colores como insulto directo a sus enemigos conquistados.

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Ezio se entera de todo mediante dos encuentros. En la cubierta del barco conoce a un joven noble, claramente educado y con filosofía respecto a los problemas a los que se enfrenta su tierra. Una vez desembarca en Constantinopla, Ezio descubre a Yusuf Tazim, un tipo majo pero algo chulo, miembro de la Assassin's Guild local. La juventud y exuberancia de ambos, y la forma en que Yusuf se refiere a Ezio constantemente como "mentor", vuelve a remarcar cuánto lleva en el lío el italiano.

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Pero la edad de Ezio no impide que aporte un par de habilidades y armas nuevas a su ya impresionante colección. La primera, el gancho o hookblade, proviene del propio Yusuf y se desliza en el hueco de su muñeca, junto a sus cuchillas retráctiles. Con él, Ezio puede extender su alcance entre edificios, ahora saltando separaciones más amplias. Además, le permite engancharse a salientes más altos, por lo que el tiempo que emplea en escalar las fachadas de los edificios se ve drásticamente reducido. El gancho también se puede usar como arma letal en combate, ya sea para cortar la garganta de un rival de forma letal o permitiendo a Ezio saltar sobre la espalda del enemigo y dejarlo tirado pero vivo.

Pero lo mejor de todo es que la hookblade es un medio de transporte realmente útil. Los tejados de Constantinopla están cubiertos por una serie de cables de tirolina, así que Ezio se puede lanzar desde el aire, desplegar el gancho y deslizarse grandes distancias rápidamente. También puede lanzarse desde la tirolina contra cualquier enemigo, asestando sus golpes letales.

Además de sus nuevas capacidades de lucha y escalada, ahora Ezio puede ordenar tropas en una especie de mini juego de defender la torre. Como decíamos, las fuerzas otomanas y bizantinas atacarán de vez en cuando las fortalezas de los Assassin, momento en el que los jugadores pueden usar a Ezio para dirigir la defensa del fuerte.

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Los jugadores toman posición donde se estrecha la calle que lleva a la guarida de los Asesinos, y luego deben luchar contra las constantes oleadas enemigas, cada una más mortífera. Para conseguirlo, hay que posicionar las unidades en los tejados que supervisan el callejón, además de colocar bloqueos que ralenticen a los atacantes. Las unidades comienzan con los tiradores de arco, pero se pueden mejorar para que lleven mosquetes. Los jugadores también pueden mejorar las barricadas, para que sean más difíciles de derribar.

Los bloqueos y las unidades se compran usando moral, algo que se consigue con el número de líderes de Asesinos que emplee el jugador y el número de bajas que sumen. Los puntos de moral también se pueden invertir para descargar bombardeos de cañón, muy útiles contra la última oleada del mini juego, cuando más se complica la cosa.

Como en Assassin's Creed: La Hermandad, Ezio puede desplegar aliados asesinos como un ataque a distancia y también puede enviarlos a misiones alrededor del mapa virtual del mundo de juego, para obtener experiencia. Sin embargo, ahora, en Revelations, los asesinos se pueden asignar a las guaridas, una vez hayan obtenido XP suficientes para alcanzar el nivel 10. Cuando esto ocurre, el juego abre una misión de dos partes que, al finalizar, otorga al asesino el título de Maestro Asesino. Las guaridas que tienen Maestros Asesinos asignados son inmunes a los ataques de los otomanos o los bizantinos, así que merece la pena aprovechar a los alumnos de Ezio y subirlos de nivel lo más rápido posible.

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Más allá de defender las guaridas y retomar fortalezas capturadas (algo que funciona de forma similar a las misiones secundarias de la torre Borgia en La Hermandad), el objetivo principal de Ezio en Constantinopla es hacerse con unas llaves que le permitirán acceder a las memorias de Altair, el protagonista del juego original. Durante misiones tipo flashback en las que el jugador toma el control de Altair, se conoce que el asesino dio con un arma de enorme poder, capaz de terminar con la guerra entre los templarios y las facciones asesinas. Ezio necesita dar con ese arma, y durante nuestro tiempo de prueba le vimos siguiendo un cargamento por las calles de la ciudad, recuperando territorio para su agrupación e incluso pavoneándose en una fiesta, disfrazado de laudista.

Sin destripar demasiado sobre la historia, Revelations ya parece un buen capítulo de cierre para el personaje de Ezio Auditore da Firenze. Puede que emplee nuevas habilidades y armas, pero es su propia aventura la que mueve todo el interés de Revelations, como pasó en La Hermandad y en Assassin's Creed II. A lo mejor ha pasado ya los 52 años, pero aún se conserva como uno de los personajes más fuertes del sector en esta generación. Si Revelations está a la altura de la promesa que ofreció durante el tiempo que estuvimos con él, hará buena justicia en su memoria.

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