Análisis de Deadlink: Un prodigioso indie lleno de acción y con importantes referentes para su desarrollo

El estudio indie polaco Gruby Entertainment está formado por 14 personas. 14 jugadores apasionados han estado desarrollando durante los dos últimos años el recién estrenado título de acción Deadlink, y no puedes evitar pensar en este proyecto como una especie de contraste con la próxima superproducción de Sony, Concord. Ambos juegos toman un concepto probado y popular, lo aderezan con un estilo de diseño probado y querido, e intentan rematarlo con una pizca de originalidad. Concord ha estado en desarrollo durante más de tres años por más de 100 personas. Deadlink ha tardado dos años en ser realizado por 14 almas valientes, y rezuma pasión, creatividad e ingenio, mientras que el de Firewalk Studio es más parecido al denostado plagio de Overwatch (solo he probado la beta abierta, pero aun así). En una época en la que los juegos/películas se producen mayoritariamente en salas de juntas y en la que los bajos riesgos financieros parecen recompensarse por encima de la originalidad, la imaginación, la pasión y el entusiasmo... Es estupendo tener juegos como Deadlink.

Gruby ha mezclado Doom Eternal con Ghostrunner, salpicado con diseños de Cyberpunk 2077 y Shogo: Armor Command, y lo ha aderezado todo con el enfoque roguelite de Hades. Se trata de un título roguelite bastante tradicional en el que todo consiste en probar, morir, aprender - repetir, y la habilidad que se va acumulando a lo largo de los intentos se convierte rápidamente en recompensa.

En un futuro lejano, la línea entre el hombre y la máquina se ha difuminado, y como piloto cyborg sin nombre, asumes la misión de tu jefe y de la Agencia de Seguridad Corporativa, financiada por el gobierno, de masacrar a docenas de monstruosos robots de combate en entornos de ciencia ficción cyberpunk. A medida que disparas o matas a los enemigos que se acercan, tu "avatar" se mejora, y si se rompe, es pan comido porque, como piloto, estás a salvo en una jaula de RV y solo tienes que saltar a un robot recién hecho para seguir disparando balas. El reto consiste en intentar llegar lo más lejos posible sin romperte el cuerpo porque, como en todos los roguelites, te ves obligado a empezar de cero cada vez que tu ciborg se rompe.

La historia en Deadlink no es nada que pretenda alabar. La narración tampoco es nada de lo que alardear, ya que ambas partes son supertípicas del subgénero en sí y se cuentan a través de cuadros de diálogo relativamente poco inspirados que, en su mayoría, parecen arrancados de un juego de móvil. No obstante, hay algunos actores de doblaje agradables y algo de humor que aprecio, pero la historia no es lo que hace que merezca la pena jugar a Deadlink. En cambio, es la mecánica del juego lo que me atrae y me mantiene jugando. Hay cuatro clases de personajes, montones de mejoras y las batallas son así de variadas dependiendo de la clase que elijas, de tu estilo de juego y de las mejoras que selecciones.

Las batallas recuerdan mucho a Doom Eternal con algunos tonos de Overwatch. Los disparos son súper ajustados, el control del juego es impecable y, al igual que en Doom Eternal, me encuentro fascinado por las posibilidades que existen para el jugador hábil, aunque no domine del todo todas las funciones para poder volar por los entornos y sembrar la destrucción de la forma que es demostrablemente posible. Al igual que en Halo, cada cuerpo sólo puede llevar dos armas a la vez, lo que significa que es mejor que elijas dos armas que se complementen, y que luego cambies entre ellas en función de la distancia y del tipo de enemigo, y que a veces te acerques lo suficiente para asestar el famoso gancho de izquierda.

Deadlink es muy, muy rápido y requiere que pruebes distintas combinaciones de armas, ataques y enfoques (según el tipo de enemigo) para abrirte paso por las calles repletas de enemigos. Al igual que en Eternal y Ghostrunner, hay una bella precisión integrada en la mecánica del juego que resulta bastante gratificante, ya que las armas son divertidas de usar y el patrón de movimiento satisfactorio. Los gráficos también son magníficos. El futuro ciberpunk de Gruby es caricaturesco y está empapado de carácter. El diseño parece una mezcla entre Shogo y System Shock con pequeños detalles prestados de Overwatch así como de Metroid y Halo. La mezcla... es brillante.

Me gustan los jefes, aunque a veces tengan demasiados poderes. Hay una única estrategia que se aplica a todos los jefes con los que me he encontrado y es presionar fuerte y sin piedad desde el principio, lo cual me gusta, pero me habría encantado un poco más de variedad. Debería haber habido uno o dos jefes en los que yo, como jugador, tuviera que ponerme un poco estratégico y a la defensiva para vencerlos, lo que creo que crearía más variedad en general. Sin embargo, esta es una pequeña queja sobre un juego indie que, en resumen, ofrece una brillante acción FPS empapada de carácter y pasión.