Voy a comenzar con una anécdota personal. En 2017, cuando comencé a escribir en este medio, el primer encargo que recibí fue realizar el análisis de Dragon Quest Heroes II. Una franquicia con la que estaba familiarizado por entonces, pero en un tipo de juego que, entonces, no había probado: el 'musou'. Desde entonces he ido revisando cada título del género que llegaba a la redacción y, aunque no diría que soy un experto ni un fan acérrimo de la propuesta, disfruto lo suficiente y aprecio las (sutiles) diferencias entre un juego y otro del mismo estilo más allá de su diseño artístico.
Quizá en este momento alguien necesite una definición de un videojuego 'musou', y más allá de la traducción del japonés para "el único" o "incomparable", nops encontramos con una variante extrema del hack and slash, donde un solo personaje (el héroe) hace frente a hordas de enemigos (contra cientos, o incluso miles de enemigos) mientras se enfrenta a otros héroes en grandes combates épicos. Una premisa que Koei Tecmo y Omega Force llevan explotando y afinando desde hace décadas, y que precisamente comenzó con una serie en concreto: Dynasty Warriors. La serie ha reproducido durante generaciones de consola la epopeya del Romance de los Tres Reinos, y en cada iteración añadía algún detalle nuevo: héroes, armas, diseño de niveles, nuevas habilidades... pero la esencia seguía siendo la misma, tanto en esta como en el resto de series. Y ahora el equipo ha regresado a sus orígenes para crear lo que, prometen, es un nuevo comienzo. Dynasty Warriors: Origins tiene un aspecto increíble y establece un nuevo techo técnico a un género que ya de por sí lleva la optimización en su sello. Pero, al mismo tiempo, mantiene algunos de sus puntos más criticados y redundantes, que le mantiene enjaulado en ese nicho tan escondido del que es tan complicado salir fuera de Japón.
Dynasty Warriors: Origins vuelve, una vez más, a sumergirnos en la lucha de poder e intrigas políticas narradas en la novela El Romance de los Tres Reinos. Un relato histórico a caballo entre la realidad y la ficción en la que se detalla el convulso ocaso de la dinastía Han en China y el alzamiento de tres reinos que pugnaron con hacerse con el dominio del imperio. En este caso tomamos el control de un guerrero sin nombre que ha perdido la memoria y que, por azares del destino, se ve envuelto en el inicio de la revuelta de los Turbantes Amarillos. Desde ahí, irá conociendo a un enorme elenco de personajes y figuras históricas con las que combatirá, a veces como aliado y a veces como enemigo, en enormes campos de batalla de estética realista.
Por empezar por algún lado, diré que el mayor logro de este Dynasty Warriors: Origins ha sido el de elevar el concepto de las batallas a un nuevo nivel. Hay miles de enemigos en pantalla al mismo tiempo, luchando de forma organizada y coordinada. Los héroes de ambos bandos dan órdenes que las tropas rasas siguen en formación, y eso hace ganar peso a la masa de soldados que habitualmente solo servía para estorbar mientras te movías de un objetivo a otro en el mapa. Tampoco es un cambio de paradigma, pero quizá ahora haya más momentos en los que replantearse una "retirada estratégica" hacia otra dirección mientras buscas un camino alternativo para sortear ese ejército que tienes delante.
Abrirse paso a espadazos y lanzadas sigue siendo gratificante, y ahora también tendremos algunos subsistemas para las batallas contra enemigos singulares que las hacen algo más atractivas. Los Desvíos, Contraataques y las Artes (habilidades) varían con cada uno de los nueve tipos de armas que iremos desbloqueando en el juego. Y lo mejor es que durante la batalla podremos ir alternando unas u otras a nuestro gusto desde el menú de pausa, aprovechando sus ventajas en cada situación. Por ejemplo, una espada funciona bien en duelos o frente a enemigos singulares, pero el Pudao o las Alabardas Dobles son mucho más efectivas contra grandes grupos. Y además de las habilidades están, claro, los ataques Musou: habilidades cargadas que pueden decantar una batalla si se reservan para el momento adecuado. Visualmente Dynasty Warriors: Origins es intachable en este sentido, y cada golpe y cada movimiento especial son un disfrute en pantalla.
Las grandes batallas son las que marcan el ritmo de los cinco capítulos del juego, pero también están las Escaramuzas, pequeños escenarios de objetivos simples que aparecen de forma infinita a lo largo y ancho del mapa. Estos escenarios menores son ideales para probar y mejorar las estadísticas de las armas, y también para mejorar nuestras habilidades o entrenar tácticas concretas. Y con esto también tenemos que Origins puede dilatarse mucho más que otros juegos del estilo, alcanzando o superando incluso las 100 horas, si quieres ver todo el contenido y los distintos finales. En lo personal siempre he creído que la historia es lo de menos en este tipo de juegos, por lo que si lo que estás buscando es la experiencia de acción pura, probablemente estarás satisfecho con las 25-30 horas de la primera pasada.
¿Cuál es el principal problema de Dynasty Warriors: Origins? De nuevo, aferrarse a una historia que no armoniza bien con el gran público occidental, llena de escenas totalmente obviables (de hecho, puedes omitir totalmente las escenas del juego y será igualmente disfrutable), y también a un ritmo de juego que puede saturar en apenas unas horas, sin ver apenas progresión en tu estilo de juego. Puedes llegar al final literalmente con las mismas habilidades que obtienbes en las tres primeras horas de partida, y con ir sustituyendo el equipamiento y el arma por el modelo superior que encuentres en la tienda o en la siguiente batalla, todo el sistema es redundante y bastante innecesario. La mejor forma que veo para disfrutarlo sin acabar abandonando es hacer un par de grandes batallas por sesion intercalando varias escaramuzas.
Si eres un amante del género musou, este es un título imprescindible para ti. Pero si esta va a ser tu primera vez en este tipo de juegos, conviene saber que la repetición y la "rutina" de los combates forman parte de ello. En cualquier caso, te sentirás un verdadero héroe "único".