Análisis de Knights in Tight Spaces

A menudo parece un poco de doble rasero criticar a ciertos juegos por no centrarse lo suficiente en todos los elementos circundantes que existen alrededor de un bucle de juego sólido como una roca, y luego dar la vuelta y lanzar críticas similares a otros juegos por descuidar ese bucle en favor de demasiada palabrería superflua. Como con todo, es un acto de equilibrio, y aunque todos teníamos la sensación de que la continuación de Ground Shatter del popular Fights in Tight Spaces daría en el clavo con el mencionado "bucle central", es todo lo que hay a su alrededor lo que acaba decepcionando.

Knights in Tight Spaces es el nombre de la secuela, y como el título indica claramente, cambia el "hombre en traje de James Bond/John Wick-puñetazos-acción" (se puede aplicar la descripción de género inventada por uno mismo) por un escenario medieval más tradicional. Pero más allá de eso, hay una larga, larga lista de sistemas tomados casi directamente de su predecesor.

Entonces, ¿qué es exactamente? Bueno, es una experiencia RPG por turnos de estilo diorama (ligeramente isométrico, a lo Fantasian) en la que tus movimientos son cartas sacadas de una baraja. Eso en sí mismo no es especialmente innovador, y tanto títulos AAA como Marvel's Midnight Suns como éxitos menores como Inscyption y Slay the Spire utilizan cartas como una forma más variada e intensa de dictar qué opciones tienes en combate. Combina eso con un campo de batalla basado en cuadrículas en el que utilizas tus cartas para colocar, atacar y defenderte de las tropas enemigas y tendrás una idea bastante exacta de lo que es Knights in Tight Spaces.

Alrededor de este núcleo hay inicialmente un marco que se asemeja al típico roguelite, en el que completas la historia moviéndote a través de diferentes "casillas" en un mapa, en el que cada casilla representa una batalla, una oportunidad para recortar tu mazo, mejorar cartas o contratar mercenarios como compañeros en el campo de batalla. No pierdes nada por perder, así que no es exactamente roguelite, pero el "
mundo" del juego sigue el modelo del popular género.

En términos prácticos, el sistema de combate y todos los elementos que esperamos de él son sólidos como una roca. E incluso así, Knights in Tight Spaces se ganará una pequeña medalla de los aficionados a este subgénero bastante específico. Los mapas permiten un enorme alcance táctico y expresión personal, donde especialmente los mapas que te permiten colocar a los enemigos en tu propio fuego cruzado o expulsarlos de la arena para una muerte instantánea nunca dejan de satisfacer. Esta vez, como ya se ha mencionado, también es posible contratar nuevos personajes, y aunque todos los que tienes utilizan el mismo mazo de cartas y la energía limitada de que dispones en cada ronda, permite que dos personajes trabajen juntos desde dos direcciones distintas.

El hecho de mejorar continuamente las cartas, recortar tu mazo de cartas pobres y ver qué nuevos tipos de enemigos se le ocurren al juego es una delicia en su mayor parte, y aunque toda la configuración empieza siendo sencilla y lo sigue siendo hasta el final, no hay aquí falta de profundidad táctica, sino todo lo contrario. Sin embargo, hay que decir que ahora empezamos a movernos con facilidad y elegancia fuera y dentro de la capa exterior que existe alrededor de este sólido núcleo. Al mismo tiempo, te ruego, querido lector, que tengas en cuenta que recomiendo este juego a los aficionados al género por la única razón de que el bucle central del juego es tan satisfactorio.

Knights in Tight Spaces puede cambiar el escenario y jugar con el marco general aquí y allá, pero este es un producto sorprendentemente pragmático en muchos aspectos, y eso no es un cumplido como tal. La historia que se cuenta, aparte de la actuación de voz, es tan tonta que la ignoras rápidamente. Eres un alegre aventurero que pasa a formar parte de una hermandad secreta que pretende... bueno, luchar contra otra hermandad secreta, y si no estás tras la pista de "El Monje", o "El Político", entonces te servirán aburridas exposiciones sobre la distribución del poder en esta caricatura de sociedad medieval. No es un foco de atención, así que es pasable, pero es una pena que no se ponga más empeño en hacer que el diálogo sea agradable al paladar.

Lo mismo puede decirse de la música, el sonido real, el diseño de la interfaz de usuario y la estética general. Lo que hay aquí es funcional, pero no es lo bastante minimalista como para tener carácter por sí mismo, ni lo bastante expresivo como para causar algún tipo de impresión en el jugador. Durante mucho tiempo estuve convencido de que no había audio real pegado a los movimientos centrales de ataque y defensa en los propios juegos, sólo para descubrir que está mezclado tan abajo en la sopa de audio que ni siquiera lo notas.

Y entonces volvemos al punto del principio, y es que es encomiable que el desarrollador Ground Shatter se haya centrado en la forma central de expresión del juego, a saber, emocionantes escenarios de combate librados con gran libertad estratégica y sistemas versátiles. El problema solo se hace evidente al cabo de unas horas, porque el juego nunca juega con ese marco, ni ofrece nada que sea marcadamente diferente, y sin una narrativa envolvente, sistemas de apoyo o... bueno, simplemente algo que ofrezca algo diferente al jugador, incluso este sólido planteamiento se agota bastante rápido en mi opinión.

Es muy posible que Knights in Tight Spaces sea alabado por el mismo tipo de críticos que dieron a Fights in Tight Spaces un 80 en OpenCritic, porque el desarrollador Ground Shatter ofrece aquí más una remezcla de los mismos elementos que una reinterpretación de los mismos. Pero para mí, no hay "suficiente" aquí para llamarla una secuela ambiciosa, y la falta de distracciones del bucle, que por lo demás es sólido, hizo que el bucle resultara un poco monótono a la larga.