No sé exactamente cuántas horas pasé con el horriblemente adictivo Lonely Mountains: Downhill. La aventura ciclista, a veces insidiosamente desafiante pero con la misma frecuencia meditativamente acogedora, que te llevaba por todo, desde apacibles parajes naturales hasta empinadas laderas alrededor de un volcán activo. Cronometrar tiempos y ver exactamente lo rápido que podías pasar por los distintos recorridos era un auténtico placer, pero el juego funcionaba igual de bien como pura relajación tras un duro día de trabajo. Caías en una especie de estado zen mientras conducías tu moto entre troncos y rocas, con el sonido del agua ondulante, el piar de los pájaros y una brisa fresca entre los árboles.
Dicho esto, quizá no sorprenda que la secuela del juego Lonely Mountains: Snow Riders sea algo que he estado esperando durante mucho tiempo. Un desarrollo posterior del mismo concepto, que nos lleva a cumbres nevadas, senderos helados y dramáticos paisajes de montaña. Naturalmente, la bici se ha quedado en casa, en el garaje, y en su lugar hay esquí alpino en el menú, una aventura nevada con el mismo objetivo sencillo que su predecesor: llegar de la cima de una montaña a la base de una pieza.
Todo es tan sencillo como brillante y, como en Downhill, la experiencia es increíblemente satisfactoria, gracias en gran medida a los controles sencillos e intuitivos y al nivel de dificultad, equilibrado pero desafiante, que anima constantemente a realizar nuevos intentos. Todo en un esfuerzo por superar los logros anteriores. Como antes, tienes que pasar por todos los puntos de control del camino, y saltarse alguno significa un fallo automático. La diversión está en encontrar la ruta más corta y rápida entre estos puntos, y las montañas esconden muchos secretos. Algunos de los cuales solo pueden alcanzarse con el equipo adecuado.
El esquí en sí es, como ya se ha dicho, muy fácil de digerir y "directo al grano". Dispones de unas cuantas opciones de ajuste, todas ellas para adaptar los controles a lo que te parezca mejor, y luego a las pistas. Al igual que en la vida real, doblas las rodillas para aumentar la velocidad y también puedes hacer algunos trucos en el aire, así como saltar. Algo necesario para superar algunos pasos. Además, también es posible hacer algunas maniobras un poco más avanzadas para facilitar los giros más cerrados y, sin embargo, también te das cuenta rápidamente de que la postura corporal del pequeño esquiador es a menudo un factor directamente determinante para que tu descenso por la montaña sea un éxito o no. Un pequeño paso en falso puede significar el fin de tu paseo, por lo demás perfecto, y Lonely Mountains: Snow Riders es la definición de fácil de aprender, pero difícil de dominar.
Las numerosas bajadas diferentes hacen que cada recorrido sea una pura delicia, y descubrir todos los atajos es una gran parte de la diversión, con muchos saltos francamente aceleradores y márgenes tan estrechos que aguantas la respiración. Pero eso contribuye a la experiencia, el juego es un poco como un lobo con piel de cordero en el que entran en juego tanto la habilidad como la audacia. Pero por muy desafiante o imposible que pueda parecer a veces, especialmente cuando se persiguen las mejores comidas, el juego nunca es injusto ni frustrante. El equilibrio es perfecto y los controles son tan indulgentes como es necesario.
La posibilidad de volver siempre al último punto de control también significa que nunca pierdes el impulso y tienes la oportunidad de experimentar de verdad y superar los límites de lo posible. Así que cuando consigues una conducción perfecta a toda velocidad, con la nieve y el viento soplando a tu alrededor, la sensación es mágica, incluso eufórica.
En el momento de escribir esto, hay tres montañas que abordar con distintos grados de dificultad, llenas de diferentes retos y contenidos en los que sumergirte. Algo que con el tiempo se ampliará del mismo modo que Downhill, que ha recibido varias expansiones y actualizaciones a lo largo del tiempo. Lleno de maravillosos retos que afrontar, en caso de que te canses de lo que ofrecía la versión original del juego. Si también te cansas de jugar solo en la nieve, es posible invitar a amigos (y enemigos) a un multijugador lleno de acción. Donde no solo podréis competir para marcar el mejor tiempo posible, sino también desafiaros en carreras regulares por las pistas, algo que realmente hace subir la adrenalina.
Lonely Mountains: Snow Riders es realmente una joya, y consigue tomar un concepto ya fantástico y hacerlo aún mejor. Los entornos invernales son tan bellos como desafiantes, y las nuevas mecánicas de juego hacen que la experiencia resulte fresca y nueva. Puede que el juego requiera habilidad y paciencia, al menos si realmente quieres intentar desbloquearlo todo, pero también te recompensa después con una jugabilidad agotadoramente satisfactoria, así como con unas vistas francamente impresionantes. En resumen, para los fans del primer juego, Snow Riders es una compra definitiva, absolutamente imprescindible. Pero también es una excelente puerta de entrada para los aventureros recién llegados que quieran poner a prueba su temple en el frío y hermoso paisaje. Con su combinación única de estética relajante y desafío emocionante, Lonely Mountains: Snow Riders es algo que nadie debería perderse.