Análisis de Sennheiser HD 505

Sennheiser HD 559, HD 660, IE 600, HD 650, HD 800 y HD 620S... Los he utilizado todos (a lo largo de los años) y he comprobado que todos suenan muy bien. Sennheiser no se anda con chiquitas y su segmento audiófilo ha sido líder del sector durante mucho tiempo, pero siempre ha rendido por debajo de sus posibilidades en lo que se refiere a los graves, en mi opinión. Creo que hace falta un poco más de pegada de graves en todos estos auriculares para que realmente me atraigan. Pero claro, soy un adicto a los graves...

Los nuevos auriculares de Sennheiser en este segmento se llaman 505 y salieron a la venta hace poco. Los he estado utilizando durante las dos últimas semanas y me gustan mucho, pero vuelven a carecer de graves. A veces me llama la atención el hecho de que puedo oír los detalles y obtener una curva de frecuencias agradable y uniforme que me permite escuchar más música durante más tiempo que en, por ejemplo, los Beyerdynamic 770 Pro, pero por mucho que pueda detenerme a apreciarlo, también hay una parte importante de mí que echa de menos el carácter más cálido y favorable a los graves de, por ejemplo, los Audeze MM100.

Dicho esto, no hay duda de que los alemanes han acertado con el 505. De hecho, superan al 660S2, casi 150 £ más caro, que tengo a mano, ya que la reproducción parece más natural y la resolución más delicada. Hay una naturalidad en el sonido y una ligereza en la separación que resultan emocionantes, y también son claramente más cómodos y más adecuados para largos periodos de uso que los 650 y los 660. El diseño es superelegante y la construcción abierta, algo que Sennheiser hace muy bien. Los transductores dinámicos tienen una resistencia de 120 ohmios y una distorsión baja del 0,2% y cubren un rango de 12 a 38.500 Hz, y los auriculares -incluido el cable desmontable- pesan sólo 237 gramos. Se fabrican en la planta irlandesa de Sennheiser y el cable es sustituible por otro más equilibrado.

Durante mis horas con los 505, he alternado entre distintos tipos de música, y aquí se produce una ligereza difícil de resistir y apreciar. Los medios son tan increíblemente limpios que los auriculares parecen un modelo del doble de su precio, y los agudos son potentes sin resultar molestos. Los nuevos transductores acodados hacen que la escena sonora parezca más amplia y a la vez más cohesionada que en los 660, claramente más caros, lo que es muy impresionante. La sincronización es perfecta y la ergonomía en sí es fantástica. Los he llevado durante siete horas como máximo y no he sentido ninguna molestia ni en la parte superior del cráneo ni alrededor/sobre las orejas, lo que no puede decirse de su hermano mayor, el 660, que ya después de tres horas empieza a rozar, según mi experiencia.

Como ya he dicho, Sennheiser ha dado en el clavo con este aparato y ha superado en varios aspectos a sus propios modelos, claramente más caros, con una mejora más barata. Si hubieran tenido sólo un poco más de graves, los habría clasificado como los mejores en este segmento de precio, pero tal como están ahora, se ven superados especialmente por los DT1770 Pro de Beyerdynamic. Aun así, por otro lado no es nada de lo que avergonzarse.