Como muchos sabéis, el conocido director y guionista de Danganronpa, Kazutaka Kodaka, dejó Spike Chunsoft en 2017 para formar su propio estudio de desarrollo, Too Kyo Games. Y aunque por ahora todos los desarrollos de los que han formado parte han sido siempre en colaboración con otros equipos, no cabe duda de que el estilo y el espíritu con el que siempre imbuyen sus juegos, además del diseño de sus personajes, siguen siendo fieles a la visión original. Incluso en Master Detective Archives: Rain Code, en el que trabajaron con sus antiguos compañeros de Spike, se puede apreciar lo mucho que hay del creativo japonés.
Sin embargo, la IP Danganronpa sigue en manos de Spike Chunsoft, pero eso no les ha impedido a Too Kyo Games acercarse de nuevo a la fórmula con una nueva historia llena de sentimientos, decisiones complicadas, humor negro y temas polarizantes, todo ello bajo un conveniente velo de anime shonen de instituto. The Hundred Line: Last Defense Academy es en parte visual novel, en parte JPRG táctico, en parte juego de gestión y en parte tower defense. Una mezcla imposible para casi cualquiera, menos para ellos.
La historia comienza en un día perfectamente normal donde nuestro protagonista Takumi Surimo desayuna tranquilamente antes de irse al instituto con su amiga Karua, Ambos viven en el Tokyo Residential Complex, una copia exacta de la capital japonesa actual excepto porque se encuentra dentro de una superestructura que la aísla del exterior. En esta ciudad de tanto en tanto suenan unas alarmas y toda la población deben ocultarse en refugios ¿Cuál es la amenaza? Bueno, nadie lo sabe (al menos en estos primeros momentos de partida), pero cuando Takumi y Karua salen del refugio en el que estaban escondidos, se encuentran toda la ciudad en llamas y plagada de monstruos asesinos que están masacrando a la población. Tratan de huir, pero al final los monstruos los rodean, y Karua está a punto de sucumbir a ellos... Y lo habría hecho, de no ser porque un extraño ser semitransparente con aspecto de osito de gominola que lleva pajarita, bastón y sobrero de ala le dice que o se clava una katana de aspecto siniestro que acaba de poner en sus manos, o esos monstruos matarán y violarán a su amiga (tal cual), y no respetando un orden de acción precisamente. Takumi decide (y eso es importante) seguirle la corriente y al clavarse el arma en el pecho despierta un extraño poder llamado "Hemoanima", con el que puede hacer frente a las criaturas. Tras un flash, despiertas aturdido en lo que parece ser un aula de instituto, rodead de otros jóvenes extraños y desconocidos, que acaban de pasar por una situación similar: La Last Defense Academy.
Junto al resto de "compañeros de aula", os enteráis de que Sirei, el ser que os dio las armas, os ha confinado en la academia sin posibilidad de escapar y ha implantado una bomba en cada uno, que explotará si tratan de huir, de hacerle daño o de no cumplir sus órdenes: El objetivo es defender la escuela durante cien días, ni uno más, ni uno menos.
A partir de aquí, se establece una historia bastante sorprendente, aunque con muchas similitudes en su estructura, respecto a otras narrativas corales de Kodaka. Cada uno de los 14 compañeros de la academia (de nuevo, un número habitual en los personajes secundarios del guionista) tienen unos estilos de lucha y personalidad únicos, que veremos desarrollarse en los interludios entre batalla y batalla. Todos se pueden identificar rápidamente como arquetipos de personajes "anime", como la chica fría y calculadora, el miedoso de buen corazón, el tímido "diamante en bruto", o los locos amantes del caos. Su peso en la narrativa es capital, pues solo aprendiendo sus fortalezas y debilidades podremos combinarlos en las escuadras de cuatro personajes con las que interactuamos en combate, buscando equilibrio entre velocidad, fuerza y resistencia.
En combate se establece un turno entre nuestro equipo de defensores y los monstruos usando puntos AP. Estos puntos se pueden emplear todos en cada turno o reservar algunos para el siguiente, lo que es interesante cuando estás esperando a que grupos de enemigos se acerquen para atacar con un barrido de área más efectivo. Lo cierto es que lo más importante es ir controlando que ningún grupo de monstruos se quede descontrolado y cargar el voltaje suficiente para emplear el mejor momento la habilidad especial, que suele ser decisiva.
Para mejorar a los personajes y su equipamiento tendremos que conseguir materiales, que a su vez requiere salir del área segura de la academia para farmearlos. De nuevo, esto por sí solo son sistemas bastante simples en su premisa, pero que cuando se articulan y combinan crean un todo que funciona. Especialmente, porque el trabajo de actuación de voz que acompaña a toda la historia de The Hundred Line: Last Defense Academy es fabuloso para casi todos sus personajes. Sin embargo, creo que ya es hora de subir las expectativas con Too Kyo Games. The Hundred Line: Last Defense Academy es un juego notable, pero hay ciertas secciones, especialmente las que tiene lugar en los intermedios entre batallas, donde nos movemos por la academia y socializamos, donde lo he sentido más insípido. Las pantallas fijas ya no son tan efectivas para contar una historia, y series como Persona nos han mostrado que se pueden integrar mecánicas de visual novel en secuencias dinámicas. Creo que habría ganado mucho si hubieran apostado por este cambio, aunque entiendo que quizá forme parte de la identidad visual del equipo creativo. Y aunque la historia es buena, no he podido pensar casi desde el primer momento en que esto era una especie de regreso al universo escolar de Danganronpa y que podría haberse distanciado mejor de este.
Si te gustaron los anteriores trabajos de este equipo y juegos tácticos como Fire Emblem, The Hundred Line: Last Defense Academy es una opción recomendada. Sin embargo, me quedo con cierto regusto a que es una buena idea que ha desaprovechado la oportunidad de ser algo todavía más único.