El Pioneer DJ PLX-500 no es una novedad en el mercado de los tocadiscos enfocados a mezclar. De hecho, ya lleva más de un lustro en el mercado. Sin embargo, en el último año hemos visto crecer aún más el resurgir de los DJ interesados en pinchar con vinilo (ya sean discos físicos o mediante Digital Vinyl System) y AlphaTheta, compañía matriz de Pioneer DJ, ha decidido volver a mover este modelo entre varios círculos de audio y deejay.
Como no vamos a tratar aquí el innovador e híbrido Pioneer DJ PLX-CRSS12, sino que vamos a hablar de giradiscos tradicionales, el PLX-500 sería el hermano pequeño del PLX-1000, que es el plato para uso de DJ profesional tradicional que ofrece la firma. En otras palabras, el hermano mayor, que cuesta el doble, competiría con el legendario rey de reyes Technics SL-1200 o con otros rivales directos como el Reloop RP-8000. Por su parte, el PLX-500 pelea por iniciar a los DJ de vinilo con modelos como el Stanton ST 150 M2, el Audio-Technica AT-LP120 o el Numark TT-250USB.
Al tratarse de un plato de entrada y no profesional, implica un uso doméstico o discreto en local pequeño, dado que no está preparado para la tralla diaria de un club o, por ejemplo, de los DJ expertos en scratching. Dicho esto, estamos hablando de un plato con una calidad de sonido excelente y con un motor de tracción directa más que decente, lo que brinda unos resultados muy satisfactorios al tacto y un equilibrio ideal para empezar con vinilos.
Curiosamente, el mundillo, o nicho, o como queráis llamarlos, de los DJ de vinilo y los platos de tracción directa, se asemeja al del simracing y las bases de volantes de tracción directa. Hablamos coincidentemente de la misma tecnología en la que un motor más potente ofrece no solo más fuerza sino más detalles y cambios suaves o sutiles, y también de una transición desde el obsoleto sistema de correas.
Hechas las introducciones y antes de analizar el rendimiento del Pioneer DJ PLX-500, hemos de decir que su diseño, su presentación y su acabado son los mejores de su gama. El plato es elegante y muy llamativo en su modelo blanco (color por cierto no disponible en la gama alta), mientras que su peso y sentada sobre la mesa dan gran sensación de solidez y robustez pese al precio reducido. De hecho, "al peso" y levantando un PLX-500 junto a un SL-1200 cada uno con una mano, parecen harina del mismo costal, y lo mismo si hablamos de la construcción o de la amortiguación.
El detallazo del PLX-500 es su cubierta de plástico transparente, que una vez abierta permite colocar la carpeta o funda del disco en uso en vertical frente al DJ. Todo lo demás, ya sea a nivel visual o práctico, está en su sitio y con el aspecto adecuado, lo que convierte el diseño general de este tocadiscos en uno de los mejores del mercado.
¿Todo? Todo, porque el PLX-500, a diferencia de los encargos realizados por otras marcas al fabricante chino Hanpin en la misma gama, permite el ajuste del brazo de la aguja en altura, algo muy necesario para un calibrado preciso de la aguja y el contacto con el vinilo.
Es una vez instalado y calibrado, cuando lo ponemos en marcha y empezamos a ponerlo a prueba, que el Pioneer DJ PLX-500 revela su carácter de entrada. La calidad del sonido, de nuevo, es fantástica, pero las posibilidades para deejays están limitadas naturalmente. En varias e injustas comparativas cara a cara con un Technics SL-1210 hemos notado las diferencias, y más lo notaría cualquier DJ que venga de años de experiencia con la gama profesional. Pero, de nuevo, sabemos que la intención aquí es justo la contraria: ir de menos a más.
Para nuestras pruebas hemos usado discos con ritmos y vocales de distintos géneros, así como vinilos de efectos para scratch (imaginad cómo están de rayados a estas alturas), pitidos de tonos mantenidos y otros recursos. Las pegas más obvias tienen que ver con el arranque algo brusco y la frenada demasiado lenta y prolongada, y también con la sensación de que es muy fácil detener el motor cuando se realiza presión sobre el disco para scratchear o buscar. Evidentemente, estos tres problemillas tienen que ver con el par de fuerza o 'torque' del motor reducido que monta este plato.
Nos gusta que el deslizador de pitch sea más blandito o suave, pero no que sus ajustes no sean tan precisos como cabría esperar. Al hacer un pitch bend con el fader (y no con el plato) se advierte un ajuste que podríamos denominar como indeciso o de curva irregular, y las correcciones se complican cuando toca hacerlas de forma brusca. Para que lo entendáis, es como si en cualquier retoque el motor se esforzara al principio por llegar y luego intentara suavizar el movimiento, algo que notamos claramente subiendo o bajando el pitch de un tono fijo.
La otra gran diferencia respecto a los platos profesionales viene en forma de ahorro descarado en aguja y patinador. La primera no es la mejor para la gama 3600L y no está ni mucho menos preparada para que la 'maltrates', mientras que el segundo se antoja delgaducho y poco apropiado porque no llega a compensar la fuerza angular sobre la aguja por mucho que exista ajuste vertical del brazo, por lo que te tocará cambiar ambos en cuanto ganes soltura y quieras hacer más diabluras.
Por último, también notamos algo de traqueteo (un "taca-taca") en el motor con ciertos movimientos, imperceptible en el audio resultante pero que se advierte al oído con el audio silenciado.
Pero volvamos de nuevo a la propuesta principal de este plato y no nos olvidemos de su cometido de iniciación. Se puede pinchar sin problemas en el Pioneer DJ PLX-500 y las pegas encontradas son, de nuevo, en comparación con platos profesionales y solo perceptibles por manos y oídos expertos. Te costaría con el tiempo hacer scratches avanzados o correcciones finísimas dada la falta de fuerza del motor, pero esto lo hace más ingrato para los que vuelven o "bajan" que para los que empiezan.
Con su diseño casi perfecto, extras como el modo 78 rpm o la posibilidad mediante USB de 'ripear' vinilos para extraer los temas en digital para Rekordbox (donde también puedes pinchar directamente de tu biblioteca mediante un vinilo de control para DVS), y dada su gran calidad de audio y aislamiento, el Pioneer DJ PLX-500 sigue siendo uno de los mejores platos que te puedes plantear para empezar en el mundo del DJ de vinilo, y también de lo mejorcito en calidad/precio si lo único que quieres hacer es escuchar música. Mirando a mi joven yo y las pocas o carísimas opciones que había cuando empecé a pinchar, ojalá hubiera existido algo así en los años 90 por 300 euros y pico...