Análisis del portátil HP ZBook Studio G9

Pocas veces se encuentra uno con un dispositivo multidisciplinar como es el HP Zbook Studio G9. Este portátil ultrafino de HP llega con una configuración con procesador de duodécima generación Intel i9 12900H, 32GB de RAM y una NVIDIA RTX 3070 Ti Laptop, lo que lo convierte de facto en uno de los ordenadores portátiles óptimos para jugar a la mayoría de los lanzamientos en PC. Sin embargo, jugar no es su principal cometido, y por eso hemos puesto a prueba este HP Zbook Studio G9 en un uso diario de oficina durante varias semanas, con una visión más profesional que lúdica.

Para empezar, lo primero que salta a la vista es su diseño ultrafino y su poco peso (aproximadamente 1,73 kilogramos), lo que lo han convertido en mi opción favorita cuando he tenido que trasladar mi puesto de trabajo a un tren o a otra estancia. Sus líneas suaves y falta de adornos estrafalarios le aportan una elegancia que tampoco desentona en el trabajo, completamente alejado de los modelos de coloridos LEDs y logotipos recargados. No, el HP ZBook cuenta únicamente con un logotipo en espejo en la parte trasera de la pantalla. Pero bajo esa discreción, en su parte interna esconde una red de componentes muy potentes para cualquier tipo de tarea de estudio, incluyendo edición de vídeo e imágenes, procesamiento de datos e incluso realizando estas funciones de forma simultánea, todo ello sin elevar la temperatura ni la velocidad.

Buena parte del mérito y la eficiencia la tienen los 14 núcleos del procesador, que alcanza los 5 GHz gracias al Turbo Boost de Intel. La RAM de 32 GB DDR5 DIMM emplea 4.800 mHz dividida en dos memorias de 16 GB. Quizá echo en falta un poco más de almacenamiento (especialmente si quieres enfocarlo al trabajo con vídeos en alta resolución), aunque la unidad SSD de 1 TB ha sido suficiente para todas las tareas que le hemos pedido.

La configuración de fábrica del teclado en este modelo ya era la disposición de teclado en español, de modo que no hay que preocuparse de reconfigurar la disposición de determinadas teclas. Y aunque dichas teclas están un poco más bajas en el hueco, la sensación de pulsación es bastante mejor que en otros portátiles gaming, lo que lo ha hecho más eficiente para la ofimática. Lo mismo puede decirse del enorme panel táctil con que cuenta.

Otro punto a destacar ha sido la autonomía de la batería, rindiendo en un modo equilibrado hasta 8 horas de forma ininterrumpida (hablamos de trabajo en procesadores de texto y herramientas básicas, no en trabajos de edición ni en juegos). LA relación de apecto 16:10 y la buena iluminación de la pantalla (400 nits), que a pesar de estar limitada a los 60 Hz, desprende nitidez y ofrece soluciones para dos tareas de forma cómoda dividiendo la pantalla.

Ahora bien, con un diseño tan estilizado, está claro que en algún sitio hay que hacer sacrificios. Aunque en condiciones de entorno de trabajo y navegación web el Zbook Studio sea silencioso, las tareas más exigentes o ejecutar programas de edición y juegos en Steam ponen en marcha un ventilador que no da sensación de disipar demasiado la temperatura, además de tener unas rejillas bastante estrechas. El apartado de sonido es bastante básico en comparación con el resto de sus prestaciones, pero los micrófonos de orientación delantera cumplen en reuniones por Meet.

Sin embargo, el mayor fallo que le puedo echar en cara es que no cuente con una salida HDMI con la que proyectar la pantalla en reuniones o presentaciones. Un dispositivo tan enfocado al trabajo debería contar al menos con una salida. Pero es que además en el resto de conexiones tampoco es bueno: solo cuenta con una salida Jack para audio, un USB-C y un USB 3.0. Claro que se puede solventar con un hub externo, pero contar con todo en el propio portátil (que no hubiera desviado mucho su precio, unos 4.137 euros en esta configuración) lo habría convertido en la opción absoluta para todos aquellos que busquen un nuevo PC profesional.