Cuando jugué un par de secciones de Mario & Luigi: Conexión Fraternal para compartir mis primeras impresiones hace unas semanas, no me pudieron quedar más prometedoras. Me sorprendió sinceramente la profundidad añadida al combate, la frescura de las situaciones y la agilidad de la partida, mientras que esos dibujos animados tan graciosos me ganaban por los ojos y, junto con el guion, parecían honrar el característico sentido del humor de la serie. Así las cosas, sólo me preguntaba por el aguante a largo plazo: si conseguía enganchar y sorprender de cabo a rabo, estaríamos hablando del tercer exitazo de RPG de Mario en sólo un año, lo que sería toda una hazaña.
Sin embargo, es justo ahí donde falla Mario & Luigi: Conexión Fraternal. Irónicamente, este RPG, por lo demás divertido y desenfadado, habla de conectar un mundo despedazado, pero no consigue mantener unidas sus propias piezas. Y lo que es aún más irónico, algunas de esas piezas resultan arcaicas en comparación con los otros dos RPG de Mario lanzados para Nintendo Switch en los últimos meses, a saber, los remakes de Super Mario RPG de SNES y de Paper Mario: La Puerta Milenaria de Gamecube, que tienen más de 20 años.
La premisa en sí es interesante ya que, con la noble misión de reconectar el mundo de Concordia, navegas por las corrientes de un gran océano, explorando sus diferentes mares en busca de las islas a la deriva que una vez conformaron el mismo continente, para luego volver a conectarlas entre sí. Al igual que en The Legend of Zelda: The Wind Waker, esto dio libertad a los diseñadores para crear islas y temas considerablemente distintos, así como desafíos más pequeños en forma de islotes. Al mismo tiempo, al ser la propia isla Nao un barco en movimiento, hace que las actividades típicas de un mundo central de hub sean algo más peculiares.
Sin embargo, la ejecución de ese bucle de juego no es tan divertida. El título se toma su tiempo entre las partes más cautivadoras, y puede volverse tan monótono tan a menudo, que corre el riesgo de desanimarte por completo, hasta el punto de abandonarlo. Es uno de esos casos en los que quieres de corazón que sea mejor, que espabile de repente y te dé lo bueno, pero rara vez ocurre.
Al principio pensé que era una cuestión de mi propio enfoque del estilo de juego. Que debería haberme saltado muchos combates en lugar de barrer todas las zonas como dicta mi manual de RPG, porque me parecía demasiado fácil y repetitivo. Mis hermanos iban OP, no perdía ningún combate, tenía objetos para regalar y mi economía estaba rotísima en la opulencia. Pero entonces, acercándome a las veinte horas, las cosas se complicaron en una isla concreta cubierta de lava y el desafío cobró sentido en relación con mi nivel de entonces, lo que me hizo preguntarme sobre el equilibrio, y el ritmo, y el significado de esas veinte horas "introductorias".
Y de nuevo, cuando las cosas parecían hacerse más profundas y atractivas en torno a cierta "canción de hielo y fuego", Mario & Luigi: Conexión Fraternal siempre encontraba la forma de cargarse el ritmo y el interés de las cosas, enviándome a otra caminata insulsa o brindándome una sección pelmazo. Las misiones secundarias son especialmente sosas, ya que te hacen completar aburridos recados a cambio de premios poco gratificantes. Y algunas son temporales, lo que debería activar cierta sensación de urgencia, pero pronto te darás cuenta de que actúan como un relleno barato para que vuelvas a islas anteriores una vez, y otra, y otra más.
Además, y volviendo a las odiosas comparaciones con los juegos viejos, la propuesta anticuada de esas misiones impregna el juego principal, cosa que no me esperaba hoy en día. Hay varios segmentos muy torpes por los que hay que culpar al arcaico diseño del juego. Algunas de las islas parecen sacadas de los años 2000, con unas indicaciones obtusas, un sigilo obsoleto, tareas de diálogo muy bobas, o puntos que te impiden seguir el camino lógico.
Sin embargo, también existen un buen puñado de aspectos destacados que me mantuvieron navegando a pesar de la sensación general de monotonía. El combate, por mucho que los encuentros con los enemigos rasos se vuelvan repetitivos, adquiere gradualmente profundidad y estrategia mediante las clavijas de combate. En uno de los sistemas mejor equilibrados de todo el juego, creas estos enchufes gastando el coleccionable de las Fulgas que encuentras por las islas, y luego los equipas en combate para obtener distintos efectos añadidos. Son imaginativos, combinables y divertidos en sí mismos, sugiriendo un montón de usos alternativos para el ataque, la defensa, las bonificaciones, los combos y mucho más. A veces, entrarás en combate sólo por toquetear las clavijas y probar sus efectos combinados, ya que puede ser incluso más divertido que enfrentarte a los enemigos.
La animación y el acabado visual son otra gran razón para seguir abriendo nuevas zonas. Tiene algunos problemas con el framerate cuando la pantalla se llena de gente, y tardas un poco en acostumbrarte a que Mario y Luigi sólo se muevan en las ocho direcciones principales, pero el aspecto y los movimientos de casi todo (con unos enemigos aleatorios mucho, mucho mejores que los habitantes aleatorios de Concordia) hacen que se vea como un programa de dibujos animados interactivo.
Y derivado del último punto está lo mucho que querrás a Luigi. No es que tenga un papel secundario más destacado esta vez, es que es la estrella del show. Desde la animación cuando sube de nivel, hasta el hecho de que se le ocurran soluciones para diferentes situaciones a pesar de ser tan torpe y dormilón, siempre es graciosísimo y adorable, y los desarrolladores han clavado su personalidad como si esto fuera un juego de Luigi's Mansion.
Por último, el diseño de los jefes es digno de mención. Luigi también tiene algo que ver en ello de formas únicas que ya descubrirás, y junto con los Ataques Tándem, dan lugar a algunos de los momentos más espectaculares.
Por lo que no, no estamos hablando de un triplete de RPG de Mario imprescindibles en un solo año. Los remakes arriba mencionados son mejores juegos a pesar de su edad, con historias más atractivas, combates mejor equilibrados y un ritmo de partida más fluido. Mario & Luigi: Conexión Fraternal carece de parte de la magia, el sabor y los secretos de aquellos juegos, se alarga considerablemente y se vuelve demasiado tedioso con demasiada frecuencia. Dicho esto, a los niños les encanta, es bueno ver el regreso de una serie que muchos creían muerta, y sienta las bases para una nueva rama que puede sentirse diferente a los juegos de Paper en el futuro. Clavijas de combate, diseño de jefes, dibujos encantadores y un Luigi estelar muestran el rumbo.