Análisis de Bloodforge

Pues déjame que te estropee ese apetito. Bloodforge no debería compararse con la serie God of War. De hecho, tiene mucho más en común con los mediocres hack n' slash que salieron en la PlayStation 2 antes del ataque de Kratos.

Entonces, ¿hace algo bien? Bueno, el estilo visual en blanco y negro (con una buena ración de rojo sangre) funciona realmente bien con este tipo de juego. Nos recuerda a Mad World en cierta manera, pero por desgracia aquí escogieron unos personajes de aspecto mucho más realista. Es una pena, considerando el precioso estilo cómic que baña los menús. Más allá de esto, los pilares técnicos parecen bastante simples, así que resulta un título que no exprime demasiado el Unreal Engine.

El sistema de combate es sencillo pero funcional. Vas encadenando ataques rápidos con poderosos usando diversas armas (martillos, espadas, garras de hueso...), y finalmente hay una ballesta para atacar a distancia, muy útil cuando pretendes construir combos más amplios. Según vas derribando enemigos, su sangre se va registrando en un medidor; una vez lleno podrás desatar el "blood rage", un estado en el que haces mucho más daño.

Para progresar con más soltura puedes mejorar los ataques especiales y emplear diversos objetos. En este sentido, no hay nada que se salga de la norma. El uso de objetos es uno de los puntos que no parecen muy bien diseñados, pues sólo puedes asignar uno para usarlo rápidamente en tiempo real (siempre te queda la opción de pausar el juego y usar la rueda del menú, claro está). Quizás resta una capa a las estrategias que puedes preparar sobre la marcha.

Los niveles son lineales y los enemigos tremendamente repetitivos. Enfrentarte una y otra vez al mismo tipo de rivales grandes y pequeños en escenarios que también se parecen entre sí es algo que pensaba que habíamos dejado atrás con la anterior generación de consolas, a la que parece que pertenece este título. Este juego podría pertenecer sin problemas a los que vendía Acclaim a precio completo por entonces. La cámara terrible, las puñeteras esquivas semicirculares que suelen devolverte al peligro y una acción a trompicones no se pueden excusar con eso de que se vende a precio reducido.

Climax ha intentado algunas ideas inéditas, eso hay que reconocerlo. Aunque el juego es una experiencia para el jugador solitario, existe algo llamado "Blood Duel" donde te puedes enfrentar a un colega para decidir quién es el mejor en el juego, además de Desafíos que puedes crear para retar a tus amigos. Estos mapas presentan básicamente una modalidad 'survival' con las típicas oleadas infinitas de enemigos y mejoras estadísticas. El problema es que, como la premisa del juego es tan repetitiva y poco atractiva, aquí tampoco consigue atraparte.

Y por muy chulo que pueda ser pasear por ahí con un casco de la cabeza de un venado (enorme cornamenta incluida), un martillo gigante y unos guantes de hueso, mascullando todo tipo de blasfemias en nombre de la venganza, la historia es algo blanda. Nuestro protagonista Crom se carga a su familia tras un engaño y arranca su viaje predestinado en pos de asesinar a un Dios. Morrigan le echa una mano por el camino, un personaje que, convenientemente, se convierte en una bandada de cuervos e indica el camino a seguir.

Bloodforge es, por desgracia, una de las propuestas más flojas que Microsoft ha incluido en cualquiera de las campañas de XBLA hasta la fecha. Es fácil ver cómo podrían haberlo mejorado, pero resulta un juego viejo y demasiado repetitivo. Eso sin mencionar demasiado la cámara, que en ocasiones se convierte en el peor enemigo al que te enfrentarás en el juego. No te acerques a este título a no ser que su ficción te haya ganado o que necesites todos los hack n' slash del mercado.