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Rymdresa

Análisis de Rymdresa

Una aventura espacial lenta y solitaria de un desarrollador indie sueco, que hace hincapié en la exploración lánguida con un toque de peligro.

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Hace poco leímos El Marciano y vimos Gravity, así que nos entró el gusanillo de un juego de supervivencia ambientado en el espacio. Y entonces, como caído del cielo, apareció Rymdresa de Morgondag.

Enseguida nos dimos cuenta de que la esencia de este juego está a años luz de cualquiera de los dos títulos que hemos mencionado. Ambos tienen protagonistas ahogados en ansiedad, estrés e incontables problemas. Rymdresa, por su lado, es una aventura relajante (en su mayor parte) en la que puedes explorar a tus anchas.

El juego comienza con la explosión de la Tierra tras el impacto de un asteroide. Así, tal cual (Bruce Willis y sus compañeros debían de estar de vacaciones). Quedamos abandonados a nuestra suerte, flotando en el espacio dentro de nuestra nave. El espacio es un lugar frío, silencioso y lleno de misterios, donde las posibilidades de sobrevivir son escasas, donde las estrellas son incontables y donde tu existencia parece increíblemente intrascendente. Morgondag se las apaña para captar todo eso de forma magnífica en Rymdresa, una aventura 'roguelike' bidimensional que les ha llevado dos años desarrollar.

El producto final es impresionante, sobre todo la música y el sonido minimalista. Un piano solitario se encarga de crear ambiente cuando termina la breve introducción y comienza el primer capítulo de Rymdresa. La banda sonora prepara muy bien el camino, y estamos inmersos en una experiencia única desde el primer clic.

Para jugar no es necesario usar el teclado. Lo único que hemos usado es el ratón (aunque también funciona con un mando de Xbox). Nuestra nave se mueve con el cursor, y un clic izquierdo la pone en marcha muy despacio, como una antigua máquina de vapor, pero sin raíles. De hecho, tenemos total libertad para ir en cualquier dirección hacia la eternidad.

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El movimiento de la nave nos recuerda a cómo se mueve la ficha en una mesa de hockey de aire, pero sin los rebotes bruscos. El ritmo es lento y relajante, y tras un rato, resulta casi terapéutico. Rymdresa no es un juego para los que necesiten una partida rápida y llena de adrenalina. La calma que nos ha embargado al abrirnos paso por el espacio no se parece a ninguna experiencia que hayamos tenido antes; lo cual es bueno, en un ámbito tan lleno de explosiones, armas y montones de violencia. Morgondag tiene otro público en mente para este juego: simplemente está ahí para cualquiera que quiera relajarse.

Rymdresa
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Nuestra misión en el primer capítulo es encontrar nueve balizas. Pan comido, ¿verdad? Al menos eso es lo que pensamos cuando nos pusimos en camino hacia la primera. Por el camino escuchamos unos monólogos poéticos, leídos con una voz de robot (la voz de Eric Reed) que recuerda a HAL 9000, de 2001: Una Odisea en el Espacio. Parecen muy convenientes, aunque empiezan a repetirse si pasas mucho tiempo en el espacio. De todas formas, puedes hacer que desaparezcan con un clic, desde luego (y lo harás, cuando empiecen a repetirse). La charla puede llegar a sonar pretenciosa, pero tiene su encanto.

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Además de los monólogos, también nos cruzamos con algún que otro satélite y planeta. Al pasar junto a ellos, se nos ofrece la opción de explorarlos más a fondo, lo que normalmente nos proporciona más puntos y más recursos/combustible. Los puntos también aparecen como estrellas brillantes que salpican la galaxia de forma aleatoria, y conforme nuestra nave se acerca a ellas, las absorbe con un sonido muy satisfactorio. Los puntos se pueden invertir en naves nuevas, algo que en principio hemos evitado, porque hasta el momento la nave estándar nos ha ido bien.

Estos puntos también sirven para aumentar el nivel de nuestro héroe solitario, dotándolo de cinco puntos de atributos con los que mejorar la nave. Hay cuatro árboles distintos en los que gastarlos, y todo lo que contienen resulta útil: cada árbol ofrece algo importante para facilitar el viaje. Enseguida decidimos centrarnos en el árbol de la supervivencia, porque ofrece combustible extra.

Al combustible se le llama recursos, y también hace las veces de salud en el juego. Se va vaciando poco a poco a medida que exploramos, y si nos encontramos trampas y planetas peligrosos (señalados con un halo rojo) el combustible desaparece rápidamente. La lenta y tranquila caza de las balizas llega a un súbito fin cuando la gravedad de un sol gigante nos atrae y nos estrellamos. El combustible se termina de inmediato, y la partida acaba. Así de cruel puede llegar a ser el espacio.

Muestra tan poca misericordia por el jugador como un juego arcade de los 80 o un 'roguelike' puro, pero la diferencia es que Rymdresa guarda algo de tu progreso: al menos los puntos, las mejoras y los objetos útiles. Otros aspectos de nuestro progreso en el juego, como las balizas que visitamos en nuestro primer intento, no se guardaron. Llegar a la octava baliza y morir tiene que ser tremendamente frustrante, pero la ausencia de puntos de guardado en el primer capítulo también hará que los capitanes sean más precavidos.

Rymdresa
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Tras un par de intentos llegamos por fin al segundo capítulo, donde nos esperan nuevas mecánicas de juego. Pronto aparece la opción de llevar un escudo recargable, que nos permite chocar con obstáculos sin perder combustible. Es una mejora vital, que deja espacio para un pilotaje (ligeramente) más despreocupado, sobre todo porque nos encontramos con un motor nuevo que nos da una mayor velocidad máxima y más aceleración. Se pueden aplicar muchos objetos a la nave, lo que le da más sustancia a lo que, de otra forma, sería un paseo algo disperso desde el punto de vista narrativo. El juego no te urge a ir a ningún sitio, al contrario; te invita a tomarte tu tiempo y explorar.

Sin embargo, no toda la exploración es tan satisfactoria como podría ser. Un problema del juego son los portales de teletransporte que encontramos. Al usarlos, apareces en otro sector del espacio, pero es una parte del espacio desierta, donde no hay ningún planeta nuevo y ningún enemigo. Le damos diez minutos antes de darnos cuenta de que está completamente vacía. Quizá haya algún objeto rarísimo si persistimos, pero se nos acaba la paciencia y vemos que se trata de una opción que no tiene mucha razón de ser. Nos quedamos sin combustible y volvemos a empezar el segundo capítulo. A diferencia del primero, se guarda el progreso de la misión principal; y menos mal, porque los obstáculos que hay que superar aquí son mucho más numerosos y letales.

Al llegar al tercer y último capítulo, encontramos una recompensa en forma de jefes: inesperados y completamente imposibles de vencer en el primer intento. Hay intercambios poéticos basados en turnos, y podemos elegir entre dos opciones cada vez que llega el nuestro. Nos dimos cuenta de que surge un problema si se usa un mando de Xbox 360: resulta muy difícil de manejar, sobre todo a la hora de utilizar los menús. Normalmente preferimos jugar con mando, pero está claro que Rymdresa se juega mejor con un ratón.

Si te faltan tiempo y paciencia, Rymdresa no es para ti. Los aficionados a la acción seguramente odiarán esta aventura tan lenta, pero si buscas una experiencia peculiar y única y un juego relajante, merece la pena que le eches un vistazo a este juego de Morgondag. Nosotros hemos disfrutado mucho de nuestro viaje, y volveremos a él la próxima vez que necesitemos o nos apetezca un descanso. Junto a Grow Home, es el juego más distendido de lo que llevamos de 2015.

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08 Gamereactor España
8 / 10
+
Muy buena ambientación, música genial, anima a explorar, monólogos emotivos, controles sencillos, sorpresas constantes.
-
Implementación pobre para jugar con mando, teletransporte sin ningún propósito.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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ANÁLISIS. Autor: Jerry Fogselius

Una aventura espacial lenta y solitaria de un desarrollador indie sueco, que hace hincapié en la exploración lánguida con un toque de peligro.



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