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El Shaddai: Ascension of the Metatron

Análisis de El Shaddai: Ascension of the Metatron

Ezekiel, Sariel, Baraquel, Azazel, Armaros, Arakiel y Semyaza se lo pasan pipa en el mundo terrenal y tú debes castigarles en Nombre de Dios. Coge tus armas divinas y empieza a alucinar...

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Para que no te asustes: El Shaddai: Ascension of the Metatron es un juego raro, una de las mayores 'rayadas' que jugarás este año. Pero también es una de las experiencias más originales, bellas e inspiradas que se han puesto en una pantalla HD. A lo mejor te puede asustar su presentación cambiante o su historia mística (o enamorarte), pero debes saber, antes de esquivarlo, que bajo todas las capas artísticas y narrativas se esconde una aventura de plataformas y combates realmente divertida.

La verdad es que su desarrollo ha pasado quizás demasiado por debajo del radar de prensa y usuarios, algo que no debería haber ocurrido al estar dirigido nada menos que por Takeyasu Sawaki, diseñador de personajes en Devil May Cry u Okami. Por ahí te puedes ir haciendo una idea del resultado a nivel de combates y de diseño. Aunque El Shaddai: Ascension of the Metatron es algo único.

¿Cómo andas de historias bíblicas? ¿Te suena el Libro de Enoch y la leyenda de los Ángeles Caídos? Seguro que sí. Y si no, siempre puedes apoyar el juego con la Wikipedia y otras referencias: quizás lo disfrutes un poco más. Pero no esperes que siga los textos sagrados al pie de la letra. Como indica un mensaje al comienzo, "este juego se ha realizado entre un equipo multicultural y con diferentes creencias", consiguiendo una historia llena de fantasía y misticismo, pero con una interpretación libre de todos esos fundamentos.

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(Derecha) Ahí deberás confinar a los siete Vigilantes.
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En la primera hora de juego conocerás a Enoch, tu personaje, y sabrás que debes encontrar a los siete ángeles rebeldes y volver a confinarlos en el cielo, no vaya a liarse el temido diluvio. ¿Qué es eso de disfrutar como un humano del libre albedrío, la lujuria, la vanidad o el orgullo? ¡Si hasta se han enrollado con humanos! El Señor confía en ti como el humano Elegido y siempre contarás con la compañía de los cinco arcángeles (en forma de voz y cisne) y con los resúmenes de Lucifel. El 'otro' ángel, el de los ojos rojos, en un personaje al más puro estilo Suda51, sirve para guardar partida y siempre te recibe charlando con el Señor por el móvil. Seguro que esta no es la Biblia que recuerdas; así de atrevida o divertida es esta adaptación con cada lugar, evento o personaje.

En esa hora te has hecho con los sencillos controles, te has confundido un poco más con la historia y has deambulado por un mundo onírico, brillante, sin saber que tu juego ni siquiera ha empezado. Pasarán 300 años hasta que puedas jugar.

Tranquilo. En realidad, son solo unos minutos más, pues esos siglos quedan resumidos en una secuencia de créditos en 2D que te dejará con la boca abierta. Ah, y también sirve para explicarte que habrá secciones de plataformas de desarrollo lateral.

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Enoch también tendrá sus conflictos internos, mientras que los ángeles plantearán dilemas sobre su impacto en la humanidad.
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Lucifel tiene algún control sobre el tiempo. Puede cortar el juego para contarte algo o devolverte a la acción con un chasquido de sus dedos.

En este momento ya estás preparado para afrontar tu verdadera aventura. La estructura del juego se revela como una torre de siete pisos, uno por ángel, donde se esconden tus objetivos, disfrutando como Dioses de sus propios súbditos humanos. Aunque los caminos son bastante lineales durante todo el juego y esta torre parece una estructura evidente y repetitiva, diversos eventos a lo largo de la aventura cortan el ritmo normal y proponen nuevas secciones de juego. Combates inesperados, más viajes en el tiempo, transformaciones... no te contaremos nada, pero no esperes un trayecto demasiado programado y prepárate para sorprenderte.

Enoch es como un Caballero del Zodíaco. Su armadura es su vida y sus poderes y armas le sirven para plantar cara a los ángeles, sus esbirros y otras criaturas del Inframundo. No hay ningún indicador en pantalla, por lo que verás cómo se va rompiendo su armadura hasta quedarse a pecho descubierto durante los combates, a toque. Pero para el Elegido nunca está todo perdido, así que cuando caiga en una batalla, tendrás varias oportunidades para aporrear los botones y resucitarle. Una excelente forma de representar la barra de salud y las "vidas", en la línea de otras ideas geniales que salpican el juego.

Decíamos que en realidad es una aventura de plataformas y combates. Hay muchas secciones de saltos, tanto en mundos 3D como en tradicionales niveles 2D. Quitando su abrumador estilo artístico cambiante, suelen ser secuencias poco llamativas de saltos sencillos y directos, con poca exploración o caminos alternativos. Se van complicando con plataformas móviles o exigencias de precisión, y aquí es donde más problemas hemos tenido con el juego. El sistema de saltos no se controla con total confianza, derivando en muchas caídas al abismo que llegan a sacar de quicio. Enoch vacila en los bordes de las plataformas, la distancia no se percibe correctamente y el stick no da mucha sensación de confianza (en 2D podrían haber empleado la cruceta).

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¿Hemos cambiado de juego por un plataformas colorido? Es el sufrimiento de los Nephilim. Les cogerás cariño.

Es un ejercicio de paciencia más complicado de lo que cabría esperar por la dificultad de cada sección de saltos, con el que te muerdes la lengua para no blasfemar en un juego como este. Si te conoces y este es un asunto que no soportas, El Shaddai tiene momentos plataformeros demasiado frustrantes. Pero quizás sepas perdonar, controles la soberbia y llegues a la siguiente zona sin tirar el mando, aunque sólo sea para ver un nuevo diseño o echar otro combate. Porque los combates son, junto a ese abrumador aspecto visual, lo que más vale de El Shaddai: Ascension of the Metatron.

Tres armas: el Arch, el Gale y el Veil. Tres estilos de lucha y tres posibilidades a la hora de hacer más daño a cada jefe. Con el arco eres rápido, saltas más y pegas tajos a diestro y siniestro. Con la tormenta comienzas una danza a distancia que provoca una lluvia controlada de clavos sobre los enemigos. Con el velo eres lento, pero golpeas mucho más y te cubres mejor con un escudo en cada mano. Sólo hay que pulsar un botón para usarlos y otro para el salto y la guardia. Puedes hacer combos de suelo, aéreos... y si el enemigo se cubre, espera un poco más a la siguiente pulsación y Enoch cambia de postura para romper la guardia.

Y no queda ahí la cosa. La otra clave está en cómo consigues las armas. A veces aparecen en el escenario, pero la mejor estrategia es ir robándolas a los enemigos, que también cuentan con las tres variedades. Como están llenos de oscuridad, Enoch siempre las purifica en la animación de robo de arma, algo que tendrás que hacer manualmente durante el combate cuando tu arma ennegrezca de golpear a los seres oscuros.

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Jefes que cambian de orden, apariciones inesperadas, transformaciones... nunca sabes qué toca.
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El Arcángel Uriel te dará un ataque especial para cuando las cosas se pongan muy feas... algo que te pasará sobre todo contra los desafiantes jefes.

Y a pelear: te pegas con uno, le quitas su Arch para que suponga menos amenaza. Contestas a otro que viene, le dejas sin Gale para atacar a un tercero que es mejor mantener lejos. Purificas tu arma, repartes a otros dos que quedan, cambias el ritmo para romper su guardia... Es un sistema ágil y que funciona genial contra el gran repertorio de enemigos. Aunque muchos combates se repiten, el dinamismo durante los mismos consigue que apetezca otra batalla más.

Pero para batallas, las de los jefes. Tenían que estar a la altura cuando se presentaban como los siete objetivos del juego, y han superado las expectativas. Dos o tres batallas finales de este juego son de las mejores que hemos vivido en un tiempo: intensas, complicadas, emocionantes, épicas, largas, imprevisibles... Además no sólo hay siete jefes (esos cambios repentinos que mencionábamos) y cada uno puede tener varias fases o transformaciones.

A base de plataformas, combates y giros en el desarrollo pasarás tus buenas 7-10 horas en este mundo sin darte cuenta, queriendo ver qué viene después. Para bien o para mal, hay un par de secciones que desentonan: el cuarto piso, que cambia hasta el género del juego y sube la adrenalina, y el paréntesis entre el quinto y el sexto piso, donde pasarás demasiado tiempo "esperando a Enoch". Pero nada demasiado criticable.

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Todos esos ojos te miran como los Vigilantes. Cuando mueres, intenta cerrarse otro ojo parecido.

Junto al problema con los saltos y algún glitch eventual, solo nos acordamos de la rigidez de la cámara como último problema. Siempre actúa por su cuenta, y si bien consigue un efecto cinematográfico en el desarrollo normal, puede irritar de lo lindo en un combate cuando no ves bien al enemigo o tapa el objeto que necesitas coger. Además, con una cámara libre durante el plataformeo podríamos haber disfrutado aún más de los impresionantes escenarios, si bien esconderán poco más allá de lo que ve el jugador.

Y con esto de los escenarios, un último párrafo para el asunto artístico. No sólo cambia en cada piso/mundo, sino que muchas veces lo hace a cada rato, sin dejar de sorprender. Árboles que son llamas, rostros que son el viento, nubes que son olas en los mundos más naturales. Cubos, tecnología, cables, luces en los futuristas. Mezclas entre aliens y tribus, cultura tradicional nipona o escenas sacadas de Tron y Matrix. Vidrieras para los Arcángeles, contrastes para la luz de Dios. Combates de Samurai Jack, momentos de Eternal Darkness que dejan paso a escenarios puntiagudos, montados con pelos o picos de cristal. El Inframundo más desagradable seguido de unos dibujos animados que podrían ser del Estudio Ghibli, para contar con gracia la terrible historia de los Nephilim, que se devoran entre sí. No encontrarás más propuestas artísticas unidas en un mismo juego. La ejecución técnica es notable, pese a la sombra de Enoch o algunos efectos que, por arriesgados, revelan su naturaleza pixelada.

A lo mejor no te enteras "de la misa, la mitad", pero El Shaddai: Ascension of the Metatron merece toda tu atención porque no te sumergirás en otro mundo como el suyo. Con un combate moderno y ciertas mecánicas innovadoras (salvo el torpe plataformeo), consigue que la diversión esté casi a la altura del diluvio artístico. Palabra de Dios.

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08 Gamereactor España
8 / 10
+
Una nueva y preciosa propuesta artística tras cada esquina. Combate y mecánica de juego ingeniosos. Adaptación épica y fantástica.
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Plataformas frustrantes. Algún error sin eliminar. Cámara incómoda en combates. Varias secciones repetitivas.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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ANÁLISIS. Autor: David Caballero

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