Análisis de Dirt Rally

Cuando nos ponen delante un juego de rally nos volvemos un poco conservadores. Nos acordamos de los viejos tiempos, con Carlos Sainz, Colin McRae, Richard Burns y Marcus Grönholm recorando curvas con furia y derrapando con suavidad en el cambio de siglo. Después llegó la era de Sebastien Loeb, con su conducción fina y delicada. Le sirvió para ganar, qué duda cabe, pero nos gustaban más las decisiones extremas de los veteranos.

Porque nos gusta arriesgar, esa forma de vida que siempre tuvo McRae. Quizá porque tuvimos la ocasión de charlar con él en una sesión de prueba de Colin McRae 2 y sus palabras mientras manejábamos su juegos aun resuenan como un eco. Decía que dudábamos mucho, parecía que no íbamos suficientemente rápido. "Cuando dudes, pisa el pedal a fondo", ese fue su consejo, y desde entonces hemos tratado de hacerle todo el caso posible en cada partida desde hace 15 años.

Desde que Codemasters lanzó Toca 2 hemos estado esperando que nos dieran un título de simulación de competición más directo. Han sido muchos años en los que el talentoso estudio británico se ha esmerado más en intentar atraer a más público con juegos mixtos en los que siempre ha habido una dosis de conducción arcade, en un limbo entre formatos que ni satisfacía a uno ni a otros. Hablamos de nombres como la serie Dirt, Colin McRae Rally, Drid o F1. Esta tarea de intentar satisfacer a unos y a otros es casi imposible, cómo ofrecer un simulador con ayudas a la conducción.

Así que, cuando dijeron que habían estado desarrollando un simulador puro se nos iluminó la cara. Nos quedamos aun más encantados cuando nos dijeron que habían fichado a algunos veteranos del sector con experiencia en títulos como iRacing o Richard Burns Rally para programar un sistema de físicas completamente nuevo. Llevaban ya un tiempo en ello así que no tardó mucho en salir Dirt Rally en acceso anticipado de Steam. Por supuesto, nos lanzamos a por él como víboras.

Hay una gran verdad que se repite en los grandes simuladores de conducción de hoy en día como iRacing, Rfactor o Assetto Corsa: la mediocridad de sus gráficos. Dirt Rally no es feo, todo lo contrario, pero como ocurre con sus pares la mayor parte de la capacidad de computación ha ido para la simulación de fricción, de gravedad y de velocidad. Por eso no hay demasiada diferencia con sus hermanos del mundo del arcade. Si solo tenemos en cuesta su aspecto parece un título viejo, aunque valoramos el diseño y el esquema de colores. La iluminación también ayuda a paliar el hecho de que tanto los modelados como la mayoría de texturas podrían moverse con una Xbox 360. Pero bueno, al final acaba dando un poco igual.

Porque la parte positiva de todo esto es que la fluidez de Dirt Rally es total incluso con un PC flojo o envejecido. Lo hemos probado tanto en una máquina potente como en un portátil normalito y en ninguno de los dos lo hemos visto caer de los 60 fotogramas por segundo, que es en lo primero que hay que fijarse cuando se ponen las manos en un juego de este subgénero que tenga unas físicas decentes para los vehículos.

Codemasters ha puesto sobre la mesa todo lo que tiene sin preocuparse por satisfacer a esa supuesta audiencia. Más bien es todo lo contrario. Dirt Rally es el juego más realista de todos los tiempos, incluso más que Ricard Burns Rally, y por ejemplo las físicas de los neumáticos son impresionantes. Los desarrolladores han estado muy atentos a las respuestas de la gente durante la fase de acceso anticipado y han estado realizando pequeños ajustes de forma constante que han dado como resultado una experiencia de conducción brillante.

Como fans de Carlos Sainz y Colin McRae, nos gustan los derrapes largos incluso cuando la pista no lo permite (sí, Finlandia, estamos pensando en ti). Nos gusta tirar el morro del coche al ángulo de la curva pronto, ajustar con el freno de pedal, tocar un poco el freno de mano para que el culo entre en la trayectoria y sacar el coche cortando con un acelerón fuerte pero controlado. Es muy difícil hacer esto en la vida real y aun más complicado hacerlo en este videojuego, por lo que harán falta echarle muchas horas para conseguir una conducción precisa y perfecta. Y eso nos parece fenomenal.

Cagarla es bastante fácil, sobre todo al principio. Vas a reventar el coche tantas veces que al final acabarás perdiendo la cuenta, pero no hay que pensar en esa dificultad como un punto negativo del título. Es parte de su éxito y se ha demostrado en el acceso anticipado, como ocurre con iRacing y Assetto Corsa, porque significa que todo lo bueno y todo lo malo es totalmente responsabilidad del jugador.

También nos han dejado bastante impresionados los menús, y no por su aspecto y diseño sino por lo breves que son los tiempos de carga y el audio que nos acompaña en esos momentos. A propósito del sonido, los efectos asociados a cada coche son realistas ya y eso que Codemasters dice que van a seguir mejorándolos en el futuro. Por el lado negativo hay que destacar que el campo de visión es escaso y que no hay multijugador. Al menos por el momento, porque el estudio ya ha dicho que va a seguir metiéndole contenido con el tiempo y este podría ser uno de ellos, lo que haría que Dirt Rally fuese aun mejor.

La vuelta de Codemasters a la simulación pura nos ha dejado, no solo un título brillante de carreras, sino ejemplo muy entretenido de cómo se puede crear un título muy adictivo para los fans más acérrimos con una cantidad de recursos relativamente limitada. Junto a Project CARS, Dirt Rally es la otra gran noticia que deja el año a los amantes de la conducción.