Análisis de Rage

Cuando la gente de id Software se embarcaba en un proyecto como este y lo situaba en un mundo post-apocalíptico sabía muy bien lo que hacía. Es que les pega totalmente. Oirás comparaciones con Borderlands o con Fallout, pero el carácter de este juego es de una marca que id registró hace tiempo. Eso sí, eso no quita que se quede en un sabor intermedio, o en una temática que quizás apetece poco en este momento. Es lo que tienen los proyectos a tan largo plazo.

Quizás el mundo sea así años después de que nos impacte un meteorito. Una mezcla entre Mad Max, el Salvaje Oeste, Motorstorm y otros juegos de los padres de Doom y Quake. La gente se refugia en pequeños poblados o asentamientos, los mutantes se cargan todo lo que ven, los suministros de comida, agua y medicinas escasean, la piratería está a la orden del día y cada uno, más o menos, se busca la vida. La sensación de desamparo, odio y cooperación interesada está realmente conseguida. Aun así, la historia no importa tanto como el ambiente y la jugabilidad, lo que de verdad emociona aquí al jugador.

Como buen shooter de mundo abierto, Rage se basa en una estructura de misiones y mejoras. Haz cosas por los demás, mejora lo que tú puedes hacer y accede a nuevas zonas. Pero al contrario que otras ofertas, la diversión y la variedad suele mantenerse a un muy bien nivel. Sólo al principio, en la primera misión, te piden eso de "ve y mátalos a todos". Después, aunque el objetivo implique lo mismo, la variedad de tareas, escenarios y situaciones consiguen que te apetezca hacer más de recadero, un riesgo con estos juegos que aquí se ha asumido y superado decentemente.

Rage se podría definir con dos palabras: impacto y escala.

Impacto por la sensación física y visceral de toda acción recogida en pantalla. Un choque, una explosión, una puerta que derribas... un corte de los wingsticks, un disparo de cualquiera de tus armas. En otra ocasión hablaríamos más tarde de la escopeta, pero es que ya es famosa. Hablar de Rage es hablar de su escopeta, de esa percepción del retroceso o de sus cartuchos reventando en los bichos feos. Nada más recibirla, dan ganas de activar un truco de munición infinita y no pedir nada más. Los rifles o pistolas tampoco se quedan cortos. Puedes adquirir miras y mejoras, o nuevos tipos de munición. Con estas sensaciones con las armas, que una munición se llame "pepino" no podría ser más apropiado.

Escala, por varias cosas buenas y malas. La escala del mundo en sí, las distancias que contemplas desde tu vista en primera persona, los caminos del yermo que comunican los poblados y las zonas de misiones, todo consigue un conjunto más creíble y natural. Rage te deja mirar más lejos que la mayoría de los juegos, a lo ancho, a lo alto y al fondo, y no suele haber cortes bruscos o elementos interpuestos. Sin embargo, tomando el concepto de escala, podemos quejarnos de varias cosas como la regular optimización de la tecnología rompedora de id en las versiones consolas y su mayor problema derivado: el popping de texturas cuando el juego "escala" los elementos.

No soy muy de hablar de tecnicismos gráficos, pero lo cierto es que este problema queda bastante ridículo en un juego tan espectacular. Cada dos por tres, cuando vuelves la vista o te acercas a un elemento nuevo por el escenario, la carga de texturas no se ha realizado de forma disimulada unos segundos antes, sino que la adviertes delante de tus narices, constantemente. Es un efecto desagradable, que te despista y que no está a la altura del juego, ni de su tecnología ni de su estudio. Algo se debería haber hecho antes de lanzarlo así. Este texto se basa en la versión Xbox 360, y me dicen mis compañeros que es incluso más notorio en PS3, por lo que, si cuentas con un PC "pepino", ya sabes qué versión de Rage es la superior.

Presentando un mundo de tal tamaño y detalle, para más inri a 60 fps (todo un logro que notarás sobremanera), este problema realmente afecta a la diversión, y eso es lo que nunca debe pasar. Se aceptaría un menor grado de detalle si es que estas máquinas o los apuros de id no daban para más. Además, estas limitaciones también provocan que muchos elementos presenten una resolución de texturas ridícula, que por mucho que contemples, nunca cargarán una versión superior. Un desequilibrio demasiado notorio en la presentación que no hace justicia al resultado artístico del juego ni a la capacidad tecnológica de id Software. Por este desequilibrio, Rage no consigue representar el pináculo el género en consolas.

Con unas horas de juego ya has asumido el poder de las armas, te has quedado con la boca abierta con la diversión del arsenal y el detalle del mundo y luego la has cerrado con lo de las texturas. En ese momento ya has empezado a avanzar en el sistema de misiones y has conducido tu primera motillo y tu bugy.

Lo cierto es que parecía que gran parte de la diversión de Rage residiría en las secciones sobre ruedas, pero menos mal que los tiroteos son tan rematadamente buenos. Los cochecitos quedan en lo anecdótico, con un control y físicas poco trabajados para lo que se siente al manejar al personaje a pie. Hay que ir sacando nuevos transportes, reparando y armando los que tengas. Sirven para explorar el mapa, echar carreras, descubrir algunos saltos escondidos... pero nunca consiguen "arrancar" y siempre quieres bajarte del coche de turno y seguir con las misiones.

De vuelta a los objetivos, Rage destaca, además del estimulante diseño de niveles, la velocidad de juego o la desafiante IA enemiga, por ciertas mecánicas modernas de esas que hay que exigir a los FPS para que no sean lo de siempre. En este sentido, los wingsticks (esas cuchillas estrelladas) son un recurso muy satisfactorio en pleno combate, y muy del estilo del estudio. Por ejemplo, la ingeniería de objetos o los trajes del protagonista aportan el ligero toque RPG que te pone a pensar y recolectar de todo cuando sueltas el gatillo, así puede captar algo más de interés.

Como pega de esos niveles intricados, con salientes, pasillos, agujeros, varios caminos y erosiones, hay un ligero problema de navegación. Son tan "realistas", tan poco claros porque todo está destrozado y patas arriba, que a veces es difícil saber por dónde hay que seguir, o por qué no se puede avanzar por cierto lugar. Más de una vez te verás saltando contra un límite invisible, o mirando cómo se extiende el estupendo escenario, en esa maravillosa escala, sin poder investigarlo, o quedándote con la duda.

Por los oídos, Rage entra bastante bien. La composición es correcta, lo que pasa en ocasiones en medio de una batalla es que puede hacerse demasiado repetitiva y machacona. El doblaje es de calidad, pero no se acerca a los mejores ejemplos en español, mientras que los efectos sonoros sí que aportan al mencionado impacto constante.

Cuando te acabes la historia (menos extensa de lo que esperábamos, pero por encima de las 10 horas) y te hayas cargado mutantes enormes o aprovechado algunos mini juegos que incluye como extra, te queda algo muy divertido y recomendable: jugar en co-op a pantalla partida u online. Una modalidad muy bien acabada, con historia propia, que no deberías dejar pasar, pues parece que muchos relacionan Rage con juego en solitario.

Como un Walt Disney post apocalíptico, te despiertas en tu cámara criogénica, te buscas la vida por un mundo asqueroso y deprimente y te lías a tiros con una escopeta de las que pocas se ven en el sector. Es tan divertido y tan distinto a tu típico juego FPS "topalante" (aunque un poco parecido a otros en ambiente y misiones) que deberías probarlo ya mismo. Sobre todo, si tienes un PC a la última.