Análisis de Thumper

Thumper es el auto-proclamado "juego de violencia rítmica" y te propone controlar un pequeño escarabajo plateado del espacio a través de un carril futurista y esquivando obstáculos al son de la música, ya sea en la pantalla de tu TV o en Realidad Virtual. Conforme vas volando sobre esta pista aparecen ciertos elementos, pero los controles son muy sencillos y puedes esquivar los peligros con solo pulsar un botón. Sin embargo, sencillo no significa fácil, pues deberás sincronizar perfectamente el momento de saltar, aterrizar, tocar las notas y girar: ese es el reto de la partida.

La característica más distintiva de Thumper es su velocidad de vértigo. Cuando dices que un juego es rápido, la gente se prepara para cierto nivel de velocidad, pero normalmente no te imaginas esto. Además, es algo que se acentúa en los últimos niveles (en total hay 9 fases), cada uno dividido en unos 20 o 30 checkpoints.

Incluso hay jefes intermedios de zona, mediante unos desafíos a mitad de nivel que normalmente se presentan como diferentes formas al fondo de la pista, retándote a tocar las notas verdes en secuencia para activar un ataque final, algo que luego se repite cuatro veces para cada jefe. Los jefes finales, por otro lado, se presentan como un monstruo gigantesco con aspecto calavérico al final del camino que se va enfureciendo más y más cada vez que te enfrentas a él (si se trata del mismo otra vez).

En el transcurso de estos niveles siempre estás en busca de la mejor mezcla de audio. Sortear todos los obstáculos sin cometer ningún error hará que todo sea música perfecta para tus oídos, así consiguiendo un placer para todos los sentidos. Sin embargo, si no consigues ejecutar tus movimientos en el momento exacto, el juego sonará peor y no te hará tanta gracia. En lugar de tratarse de una pega, el hecho de que Drool no obligue a los jugadores a tocar todas las notas perfectamente es algo que queremos elogiar de Thumper.

Otro incentivo para intentar acertar todo el rato es recibir una calificación o rango más alto, en orden de menor a mayor C, B, A y S. Con unos tiempos perfectos, carreras sin fallos y sin perder notas tendrás más posibilidades de alcanzar la S, pero obviamente si te limitas a navegar por ahí más relajado, haciendo lo mínimo para sobrevivir, te darán menos nota. Esto ofrece a los cazadores de los 'high-score' un objetivo claro, sobre todo si tienen amigos con los que compararse.

Sin embargo, nos gustaría que hubiera más 'ranks'. En los niveles finales, conseguir hacer una carrera muy buena es naturalmente complicado, así que resulta algo desalentador que pongan una C tanto a los que le dan a las notas como a los que no. Otra pega que tenemos con Thimper es que cuando recibes daño se monta un buen lío en la pantalla con el caparazón de tu escarabajo desmoronándose, algo que puede desorientar mucho y por tanto hace aún más difícil que aciertes con los siguientes obstáculos. Lo mismo se puede decir cuando te estampas contra una nota, algo que te puede sacar de tu partida de forma similar y que no mola nada cuando estás jugando a tan alta velocidad.

Irónicamente, la música de Thumper no quiere llevarse todo el protagonismo, ni está en primer plano. De hecho, es bastante minimalista e industrial en sus sonidos. Casi todo el rato pasa bastante desapercibida, pero luego hay momentos increíbles en los que la música y los obstáculos de la pista se sincronizan de tal modo que adviertes cómo tus movimientos reflejan el ritmo sonoro. Debemos admitir que esto no impacta tanto cuando lo has vivido varias veces, pero el audio discordante funciona bien.

Donde más impresiona Thumper es en el aspecto visual de la experiencia. Todo el juego se desarrolla sobre un tramo infinito de una pista de velocidad y, aunque no deja tiempo a examinar las cosas al detalle, diversos elementos etéreos y oníricos salen de la pista o la rodean en diversos puntos. Los colores también se emplean con fugalidad, consiguiendo un efecto genial pues el mundo está cubierto de oscuridad y los flashes van y vienen conforme tu cuerpo plateado los atraviesa sin respiro para asumirlos.

A nivel técnico Thumper también corre muy bien, algo que es una bendición en este género, y nos referimos tanto en TV como en VR. La experiencia de Realidad Virtual es prácticamente inmaculada, y la única diferencia reside en la fidelidad visual, y no en la suavidad o la velocidad. Pero, claro, a cambio consigues un nivel de inmersión sin precedentes, y te sientes mucho más cerca de la acción, mucho más metido en la partida. También hay que destacar que, incluso con las velocidades supersónicas y la intensidad de algunas fases, en ningún momento experimentamos nausea o mareo, algo que nos da una alegría dados tantos otros ejemplos.

Thumper es una experiencia intensa que justifica esa autodenominación de "juego de violencia rítmica", y lo cierto es que nos lo hemos pasado realmente bien deslizándonos para esquivar las esquinas o salvando los ataques al tiempo que intentábamos mejorar el paisaje sonoro. Nos hemos deleitado con el espectáculo visual lo mismo que con su desafiante reto. Los amantes de la acción rítmica no se lo pueden perder: les pondrá a prueba.