Análisis de Tales of Berseria

En ocasiones las primeras horas de un juego te prometen más de lo que luego son capaces de ofrecerte. Tales of Berseria da un golpe en la mesa con una protagonista que por primera vez plantea la perspectiva de "villana" respecto a cómo suelen ser en la mayoría de juegos de rol, pero no logra mantener el ritmo e interés hasta el final.

Velvet es una mujer forjada por una historia personal profundamente trágica. Durante el comienzo vemos cómo pasa de ser una aldeana a convertirse en una especie de demonio-vampiro tal y como aparece en la portada del juego, con una ropa de diseño... poco práctico. Como protagonista podríamos etiquetarla fácilmente como la antihéroe por excelencia, ya que muchas de sus acciones encajarían más con el típico antagonista de cualquier historia. El argumento principal gira en torno a la venganza y cómo Velvet recorre distintos lugares junto a un grupo de personajes a cada cual más diferente tanto en motivaciones como en habilidades de combate.

La trama arranca después de un comienzo prometedor que acaba deparando horas de juego con un ritmo bastante pobre y una cantidad desbordante de diálogos que aportan poco. Los momentos más importantes aparecen representados con escenas anime bien dibujadas, pero lo cierto es que la mayor parte del tiempo todo se resuelve mediante el propio motor del juego. Como es tradición en la franquicia, durante la aventura hay un sinfín de situaciones opcionales en las puedes ver a los personajes dialogar sobre cosas intrascendentes que ayudan a construir una relación real entre ellos, así como entender las preocupaciones de cada uno.

La historia gira en torno al engaño, a la creación de nuevos dioses y al peso que tienen los exorcistas en un mundo en el que los 'daemons' campan a sus anchas en busca de humanos a los que convertir. Por si alguien se lo pregunta, Tales of Berseria está conectado de forma directa con Tales of Zestiria, la entrega anterior. Ambos comparten universo y los sucesos que experimenta Velvet suceden 100 años antes de lo visto en Zestiria, por lo que se trata de una precuela al uso. El argumento encierra más de un giro inesperado que ayuda a mantener el interés y los personajes son a cada cual más diferente. Si con Tales of Zestiria se decidió apostar por un diseño homogéneo, en Berseria tu equipo está formado por un samurái, chicos inocentes de aspecto 'kawai' y tipos fanfarrones, por citar solo algunos ejemplos. A esto se suma el gran alivio cómico que supone Magilou, una bruja dicharachera de la que en un principio no se conocen sus auténticas intenciones.

La barrera entre el drama y la comedia continuamente se rompe, algo que quizás no te resulte un problema si estás acostumbrado a los juegos japoneses. Para otros, sin embargo, esos cambios a veces tan extremos y repentinos puede que les haga desconectar del juego. De la misma forma, hay un sistema de personalización bastante gracioso con el que puedes ponerle distintas prendas a los personajes, pero que una vez más chocan de frente cuando se te presenta una escena de gran impacto emocional. No es serio ver a Velvet vestida de conejita mientras clama venganza.

Los muchos combates contra monstruos de claro aspecto fantástico se producen en tiempo real como viene a ser habitual en la serie. Por suerte, el grave problema con la cámara que padecía Zestiria ya no existe y en su lugar nos encontramos con un sistema de combate profundo a base de combos. A cada botón puedes asignarle una habilidad concreta y aunque con ratón y teclado no se maneja mal, la mejor opción es el mando. A las clásicas artes marciales se suman las artes ocultas y especiales con las que puedes realizar un golpe más poderoso con el que derrotar a los enemigos. Hay que tener en cuenta, eso sí, que para hacerlos dependes de una barra que se va recargando durante el enfrentamiento.

Los combates tienen muchas capas y es tan profundo como quieras que sea, pero al final lo más sencillo es apretar de forma rutinaria el mismo botón. En ocasiones Berseria recuerda a lo que sería cualquier juego de acción, pero sin la fluidez y precisión que tienen otros. Por poner un ejemplo, Final Fantasy XV también hace uso de un sistema a tiempo real con la diferencia de que se siente mucho más natural e impactante que aquí.

En el apartado visual es donde el juego se queda atrás en comparación con otros títulos actuales. Su aspecto luce en líneas generales como un juego de última generación que tuviera texturas borrosas junto a una iluminación muy básica y zonas que carecen de cualquier detalle o modelados que destaquen. Por suerte, los personajes son otro cantar y rebosan personalidad más allá de cuestiones técnicas. El lado positivo de todo esto es que sus modestos gráficos permiten que los tiempos de carga sean realmente rápidos y eso repercute en la experiencia de juego.

Tampoco se puede obviar que la interfaz y menús están llenos de molestias menores. Por ejemplo, comparar distintas armas es un engorro y algunos de los cuadros de texto tiene textos que se desplazan en lugar de aprovechar el abundante espacio vacío que hay. La aventura es bastante lineal durante las primeras horas, pero una vez el mundo se abre un poco es cuando te das cuenta de que todo está vacío. De la misma forma, las mazmorras son pasillos laberínticos poco inspirados y en las zonas más amplias hay enemigos repartidos aquí y allá para que puedas ganar algo de experiencia. Con los objetos coleccionables y los cofres ocurre algo similar. Si bien se aprecia la intención del estudio de que como jugadores exploremos los entornos, la realidad es que todo se resume a avanzar por callejones hasta toparte con ellos de casualidad.

Mención especial merecen los distintos minijuegos repartidos por el mundo destinados a ofrecer algo más que una historia de venganza. Por los escenarios hay objetos que después se pueden canjear a unos seres felinos que a cambio te obsequiarán con prendas o artículos de moda. A esto se suma el regreso de la habilidad de cocina, algo que no puede faltar en ningún Tales of que se precie y gracias al cual puedes cocinar alimentos si reúnes los materiales necesarios o, por el contrario, dejar que sea el sistema quien de forma automática se encargue de ello al terminar un combate.

Dicho todo esto, el comienzo de Tales of Berseria era bastante prometedor, pero esta decimosexta entrega de la serie no ha podido mantener el nivel. El argumento principal es interesante gracias al nuevo punto de vista que aporta el personaje de Velvet y los personajes están bien diseñados tanto a nivel de guión como en el apartado sonoro con voces en inglés y japonés. Sin embargo, aunque el sistema de combate es profundo, al final todo se siente muy mecánico y no hay ningún disfrute en acabar con cientos o miles de enemigos. Tales of Berseria no es un mal juego y ofrece una experiencia larga y entretenida para los fans de la serie y los JRPG en general, pero la próxima entrega debe renovar su apartado visual y las mecánicas jugables para actualizarse a los tiempos actuales con el fin de dar algo verdaderamente innovador a los jugadores.