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Reigns: Her Majesty

Análisis de Reigns: Her Majesty

¡El Rey ha muerto, larga vida a la Reina! Volvemos a este videojuego a lo Tinder-en-modo-Dios.

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Con lo bien que le fue al estudio francés Nerial con ese juego de diplomacia a lo Tinder llamado Reigns, era de esperar que tarde o temprano sacaran algún tipo de adaptación o secuela. De la mano de Devolver Digital llega más bien pronto este Reigns: Her Majesty, en el que toca volver a mandar en un reino medieval tantos años como sea posible tomando las decisiones acertadas. La diferencia ya la dice el título, ahora toca Reina.

Quienes hayan jugado al original deben saber que la bases han cambiado muy poco. Y para el resto, lo explicamos. El juego consiste en una pantalla estática por la que van a ir pasando por el centro algunas cartas, retratos de personas de todo tipo y estamento. Como si fuera la app de ligar Tinder, debemos echarlas a izquierda o a derecha, aunque aquí el gesto no significa me gusta o no me gusta, sino que significa lo que esté escrito en cada una de las esquinas superiores de la carta. Esa frase es tu respuesta como Reina a la pregunta o afirmación que se formula justo encima, y de tu contestación dependerá cómo evoluciona la partida.

En la parte superior de la imagen hay cuatro iconos que representan los cuatro aspectos relevantes de este país: religión, pueblo, ejército y dinero. Cada decisión va a afectar a la popularidad del personaje en cada uno de esos cuatro terrenos de una forma u otra. Y el objetivo es satisfacer a todos en su justa medida, porque si alguno de los cuatro indicadores llega al máximo o al mínimo, la mandataria muere y toca volver a empezar.

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Si decides jugarlo te darás cuenta muy pronto de que no es nada fácil saber qué contestar, y que las pistas pueden llevar a error. No te sorprendas ni te alarmes si en algunas ocasiones no duras más de un par de rondas. No pasa nada, porque nada más fallecer llega una sucesora, con su propio nombre. Y cuando por fin habéis entrado en ese bucle de muerte y resurrección un espíritu llegará para contaros qué está pasando aquí. Es cosa suya, nosotros no vamos a destripar nada.

Aunque la jugabilidad esencial de Reigns: Her Majesty es la misma que la del original, si hay algunas diferencias que tienen mucho que ver con ser una mujer. En esta ocasión van a aparecer trabas que tienen se corresponden con su género, como por ejemplo la muerte por un parto o las acusaciones de brujería. De hecho, hay una buena carga de sexismo para reflejar esta situación, como que se pida a la Reina que sonría más o que vista de cierta manera. A partir de aquí, como regente de su mandato, toca decidir si acatar esas normas o si tratar de imponer las propias, incluso con expresiones duras, bien traducidas al castellano.

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Para que la cosa no quede en leer y pulsar a un lado o a otro, el juego introduce unas casillas de objeto que dan ventajas en momentos determinados. La secuela, como era de esperar, trae más, pero también sanciones por intentar usar lo que no corresponde. Puede ser maquiavélico, pero es que en el fondo se trata de encontrarle un toque de humor. Morir de forma atroz es muy divertido.

Hay ocasiones en las que el propio juego trata de darte pistas sobre lo que deberías hacer, pero la libertad para decidir, insistimos, es total. Por ejemplo, puedes escoger mantener relaciones sexuales con otros hombres o con otras mujeres, insultar a quienes no se lo merezcan o cabrear a la jerarquía eclesiástica. A veces puede que escojas lo menos inteligente, pero si eso te parece divertido, bien escogido está. Porque si algo tiene Reigns: Her Majesty es una enorme rejugabilidad que hace que perder no sea tan importante, ya habrá ocasión de marcar un nuevo récord. Y así otra, otra y otra vez, al más puro estilo Tinder.

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07 Gamereactor España
7 / 10
+
Mecánicas sencillas y divertidas, buenos cambios al pasar de Rey a Reina.
-
Es más de lo mismo, no se diferencia del anterior.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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