Análisis de Kirby Star Allies

Ya está aquí Kirby, dispuesto a recorrer pantallas y repartir golpes como en los viejos tiempos. Pero esta vez no viene solo, se ha montado una buena cuadrilla a base de amor para superar las adversidades. HAL Laboratory ha creado un título de acción lateral en torno al poder de la amistad y la cooperación, en el que acabar con los malos es más fácil si se hace en compañía. Suena bien y pinta infantil, aunque no deja de tener un trasfondo pandillero bastante chungo.

La clave y la diversión están en las transformaciones, como siempre, pero en esta ocasión en cómo se mezclan entre sí. Kirby Star Allies es una vuelta a las mecánicas clásicas, a mover a la bola rosa por escenarios laterales (ahora tridimensionales) para cargarse a quienes se pongan en su camino. Absorber y lanzar prácticamente ha quedado en el olvido, porque siempre hay un disfraz de poder disponible. Y como el número de ellos no para de crecer ni tampoco la variedad de ataques y habilidades, alternativas no faltan. De las aproximadamente diez horas de juego entre unos modos y otros, nos hemos pasado la mayoría cambiando y cambiando de transformación.

Hay que hacerlo por exigencias del guión. Porque el diseño de niveles está más pensado para que te plantees constantemente qué magia y qué elemento van a venir mejor en los puzles y secretos que se avecinan que en el propio combate; la interacción con los escenarios siempre depende del arma: que corte una cuerda, que sea de fuego para prender una mecha, que sea de viento para variar su trayectoria, que pueda romper rocas, que transmita electricidad... Los saltos plataformeros y las batallas quedan en un segundo plano, aunque hay algunos duelos en los que el elemento también puede influir. De todos modos, el juego es casi siempre tan sencillo que no hace falta tenerlo presente, y cuando hay que pensar, hay carteles de ayuda (que se pueden desactivar).

Pero en realidad al final lo acabas haciendo por placer. Porque transformar a Kirby una y otra vez es más entretenido que avanzar con una única forma poderosa arrasando con todo. Es fácil cogerse la escoba y avanzar a toda velocidad volando, nadie te lo va a impedir, pero así lo único que consigues echa a perder el juego. Mejora aún más con la combinación de poderes, es decir, con la posibilidad de combinar armas y elementos cuando hay dos personajes en tu equipo que los tienen. Por ejemplo, el yo-yo, el bastón o la espada pueden usarse tal cual, o impregnarse de fuego, hielo, agua o electricidad para que varíen sus ataques y, además, gané potencia +1. Las más curiosas son las especiales que surgen de unir una transformación del propio Kirby, no su arma, con un elemento.

Este planteamiento es tan válido para quienes jueguen en solitario como para quienes lo hagan en compañía, con su multijugador para cuatro personas. Está muy bien planeado porque solo hace falta un Joy-Con por persona y tiene entrada y salida al instante, así que es ideal para el objetivo real del título, que es hacerlo lo más accesible posible para niños y niñas que están empezando a jugar. Pueden ir a su aire, pero tienen que cooperar en momentos determinados, para que vayan aprendiendo. Si falta gente, hay una IA muy trabajada que sabe combatir y que está siempre al tanto de los secretos y las magias que hay que usar.

El problema llega cuando juega solo alguien con mucha experiencia, porque se convierte en un paseo a través de unas pantallas facilonas con secretos muy poco escondidos. Es curioso, porque HAL ha diseñado un sistema de movimientos complejo para cada personaje y cada variante, al que se saca poquísimo partido. Dan ganas de completarlo sin la compañía, pero hay momentos que es necesario tener dos o cuatro personajes para poder avanzar. De ahí surgen los movimientos especiales de la amistad, como un tren, una ruleta arrasadora, un puente o una estrella voladora. Aportan un poco de variedad al gameplay, al menos.

Tampoco complican la cosa las batallas contra los jefes, excepto al final, que hay un duelo largo y duro que seguro que complica la vida a estos jugadores menos experimentados de los que hablamos. No está mal que sufran su primer reto en los videojuegos, que aprendan a esforzarse, porque además habrán llegado hasta ahí con muchas vidas (110 en nuestro caso). Es un enfrentamiento intenso, animado, cambiante y que deja bastante satisfacción al terminar.

Los duelos contra los jefes, sobre todo estos últimos, son el único espacio narrativo de todo el título. Unos personajes malvados que han comenzado corrompiendo Dreamland y que han hecho que Kirby salga de su mundo para combatir allá donde se van escondiendo. En realidad, sirve para reforzar el mensaje de amistad que lo impregna todo, desde las transformaciones a las barras de vida. No solo pueden compartir entre los personajes un alimento de recarga, es que lo hacen dándose un beso en la mejilla. ¡Puede haber algo más tierno!

Se esperaba más de su presentación. El aspecto general es bueno, porque las animaciones de los personajes y sus poderes son graciosas y los escenarios son llamativos y variados. Sin embargo, en cuanto se pone la lupa se aprecia que son estáticos y planos en comparación con los mejores plataformas 2D de los últimos años. Y no es que el juego sea tan exigente, porque encima no llega a resolución 1080p en sobremesa, ni tampoco corre a 60 fotogramas por segundo. Se ha quedado en 30fps, eso sí, totalmente estables y suficientes para el género, así que se entiende que no querían algo dinámico que provocara una sensación peor. Además, los niveles están partidos en varios trozos con tiempos de carga entre ellos, aunque cortitos. Nada que objetar a su banda sonora, que no es tan cañera como en otros de sus juegos de acción porque, aunque mantiene estilos y ritmos, hay un cambio de instrumentos que lo alejan de la electrónica.

La duración podría ser una preocupación, pero tampoco es para tanto. Completar el modo historia haciéndolo todo pero de forma ligera lleva unas 7 horas o más. Quienes tengan más gente con la que disfrutar también van a poder pasar el rato con los minijuegos competitivos que ofrece, un poco chorras. Y quienes busquen un reto personal tienen dos modos adicionales que fomentan, ahora sí, el combate y la puntuación. Están bien para sacar más partido a esos combos tan poco utilizados.

Kirby Star Allies es un juego que sienta muy bien a Nintendo Switch en inicio de segundo año. Junto a Nintendo Labo, abren la consola a un público más amplio, pero gracias al trabajo en las transformaciones, también van a poder disfrutarlo quienes siguen desde siempre los títulos de la bola rosa. Si tu intención es jugarlo con niños o comprárselo a alguien que está entrando en esto de los videojuegos, entonces súmale un punto a la nota final.