Análisis de Agatha Knife para Xbox One

Si os gusta el humor más negro que el alquitrán, es bastante probable que la nueva aventura gráfica point & click creada por Mango Protocol os guste. Agatha Knife es una revisión satírica de la religión repleta de imágenes grotescas desde el punto de vista de la pequeña de Agatha, que tan solo tiene siete años. Su dilema, que es carnicera y disfruta despiezando a los animales que hasta entonces han sido sus amigos. El título no es nuevo, se estrenó en Steam el abril pasado, pero aprovechamos que llega ahora a Nintendo Switch y Xbox One para repasar qué dan de sí sus cuatro horas de gore.

Lo primero que vemos encarnando a la pequeña es un día en la iglesia con su madre en el que pide a su dios una solución a sus problemas económicos. Pero enseguida se da cuenta de que eso es un aburrimiento y se va por ahí a dar vueltas hasta que se topa con un hombre, un ser convincente que le propone crear su propia religión. Desesperada por salvar su carnicería y a esos animales que tanto ansía despellejar, se arma de valor y acepta crear el 'Carnivorismo'. Todo lo que necesita es un santuario, un libro sagrado y un dios al que sus seguidores puedan adorar. Con la ayuda del mago Gran Sundando, emprende el camino para difundir la palabra por las granjas de todo el mundo hasta convencer a todos esos animales de que se unan a su fe.

Esta idea de crear tu propio credo funciona gracias a un reparto de personajes excelente que propicia que prácticamente cada conversación deje alguna carcajada. Hay un vagabundo con un gato viviendo en su barba, un hombre obeso atrapado en una caseta de lotería, un luchador profesional que va dando brincos por ahí con su tutú... Puede que haya quienes encuentren este humor cruel, o al menos un poco ofensivo, pero quienes disfruten con el humor negro van a ver que han dado en el clavo. Al contrario, quienes se ofendan con facilidad, especialmente con las miserias humanas y de religión, van a pasar un mal rato.

Agatha Knife se juega como una aventura point & click tradicional, es decir, que tiene un poco de conversación con personajes de todo tipo, un poco de recogida de objetos y lectura de textos y, por último, una tercera parte de resolución de puzles usando todo lo anterior. Jugando en Xbox One, el sistema de control recae en los botones y en más de una ocasión pinchamos a lo que no queríamos porque corre un poco más de la cuenta. Este aspecto funciona mejor en PC con ratón y teclado e incluso en Nintendo Switch, que ofrece control táctil.

El objetivo principal es conseguir que el Carnivorismo empiece a funcionar, y para lograrlo es necesario encontrar feligreses más allá del propio pueblo de la protagonista. Hay varios escenarios entre los que moverse de acá para allá, aunque la mecánica de desplazamiento es bastante lenta y hay fases en las que volver hacia atrás es bastante pesado. Una pena que el sistema de teletransporte esté tan limitado. Además, tampoco hay un mapa en el que apoyarse y al principio causa alguna vuelta de más, pero como el escenario es tan lineal, por las malas, se solventa este problema.

Lo que sí nos ha gustado mucho es su estilo visual, construido a partir de dibujos a mano animados. Es un aspecto que encaja a la perfección con su sentido del humor, al estilo de otras series animadas para adultos como South Park o BoJack Horseman. La banda sonora, sin embargo, es un poco plana y carece de esa personalidad que sí transmiten el resto de apartados artísticos, como si fuera una selección aleatoria tomada de cualquier librería. Además, hay que tener en cuenta que hay muchos diálogos y, sin doblaje de voz, es mucha lectura para la que hay que ir preparados.

Desternillante en unas ocasiones y perturbador en otras, Agatha Knife es un buen juego que capta la esencia de la escena independiente. Una aventura point & click que no se avergüenza de su personalidad rara, con unas animaciones muy atractivas, un guión muy divertido y un concepto tan interesante como crear tu propia religión y ser responsable de los engaños que entraña. Sus puntos débiles están ahí, pero no deben ser motivo para que quienes encuentren el atractivo se alejen de Agatha.