Análisis de Desperados III

Ha pasado mucho tiempo desde que un nuevo juego de Desperados llegara a nuestras estanterías virtuales. Para quienes no lo sepan, es una serie de títulos tácticos con una perspectiva top-down (cámara aérea, casi cenital) con temática western que cuenta la historia de un grupo de personajes liándola por el salvaje oeste americano. De hecho, estaba muy ilusionado por jugar a esta entrega, ya que me gustaron los originales. También estaba encantado de poder hacerme con la versión del juego en PS4, aunque echando la vista atrás creo que puede que no haya sido la mejor idea, pero ya hablaré de eso más abajo.

Desperados 3 es en realidad una precuela de los eventos de los juegos anteriores y nos muestra cómo un variopinto grupo de renegados se alía para liarla parda. Para ello, los personajes se enfrentarán a villano tras villano en situaciones tales como un tren durante un asalto, una boda que ha salido terriblemente mal o un viaje a una ciudad donde el ferrocarril está derribando casas sin consentimiento.

Los personajes principales son John Cooper, un tío muy hábil con su cuchillo y sus dos revólveres; la encantadora Kate, la cual puede distraer a los enemigos; Héctor, que tiene una trampa para osos; la misteriosa Isabelle; y también está Doc McCoy, el francotirador. Todos los personajes tienen sus propias habilidades para llevar a cabo el trabajo y podrás utilizar diferentes combinaciones en determinados momentos. Arrojar el cuchillo de John puede usarse para acabar con enemigos rápida y silenciosamente, mientras que Doc McCoy puede usar su botiquín para gasear a un enemigo antes de romperle el cuello. Héctor, mientras tanto, aprovecha un silbido que puede atraer a los enemigos hacia una trampa para osos.

Debes combinar sus habilidades y hacerlos trabajar en equipo si quieres llegar al final de las misiones, a menudo bastante largas, de las cuales me ha encantado el nivel de planificación estratégico que hay detrás de cada una. Trazar rutas y saber que hay más de una manera de llegar a Roma, por así decirlo, es una de las claves de este juego. Lo mejor de la experiencia es el uso de la cooperación para llevar a cabo el trabajo y la sensación de elección en cuanto a cómo te deshaces de tu objetivo. Saber qué tramar y qué planear, pensar dónde esconder los cuerpos para que no los encuentren, esquivar las llamas para no ser visto, pasar desapercibido entre los ciudadanos... La amplia gama de opciones posibles hacen de Desperados III una proeza.

De la misma manera, los diferentes enemigos, tales como los que no se pueden distraer fácilmente con el lanzamiento de la moneda de Cooper o el silbido de Héctor, te hacen disfrutar de una experiencia variada. La variedad de formas en las que puedes deshacerte de un enemigo, ya sea matándole usando el entorno con aceite y fuego o tirando una moneda al trasero de un caballo para hacer que le dé una coz, ha mantenido mi imaginación activa durante toda la partida.

También hay un modo en cámara lenta para que puedas orquestar los movimientos y las acciones de dos personajes al mismo tiempo. Es un modo genial y, cuando funcionaba, daba como resultado momentos realmente satisfactorios. Es más, cuentas con nuevas formas de matar o deshacerte de tus enemigos constantemente, algunas de ellas realmente entretenidas. Por otra parte, también debes estar pendiente en todo momento del campo de visión de tus enemigos, teniéndote que agachar o esconder en la hierba alta, en los baños o en los edificios para ser capaz de entrar y salir sin ser visto. Pasan muchas cosas simultáneamente, pero cuando un plan se lleva a cabo con éxito, incluso Hannibal estaría orgulloso mordiendo su puro.

El cachondeo entre los personajes también es genial. Contiene diálogos ingeniosos e interesantes que te hace sentir que es un grupo de verdaderos compadres. La historia está muy bien narrada, con villanos interesantes y con una serie de personajes que te encantará odiar, junto con unas escenas cinematográficas desde el mismo punto de vista isométrico del juego.

Finalmente, el último elogio antes de la tormenta. Me ha encantado que las misiones estuvieran puntuadas mediante un sistema de estrellas al final de cada nivel, haciéndote saber lo que habías hecho mal desde un punto de vista general. Esto añade bastante rejugabilidad al forzarme a hacerlo mejor, de la misma manera que disfrutaba intentando conseguir las muertes perfectas en todos los objetivos de los Hitman.

A su vez, los gráficos, el audio, el gameplay, la caracterización y las tácticas están muy bien, aunque la experiencia se ve entorpecida por un solo aspecto: los controles. Si como nosotros, acabas jugando en consola, te mueves con el joystick izquierdo y ajustas la cámara con el derecho. Me ha costado mucho acostumbrarme a estos controles e incluso tras varias horas de juego seguía resultando tosco. Me salía constantemente de la pantalla y tenía que usar rápidamente el joystick derecho para volver a encontrarme. Cuando jugaba en modo manual, a menudo perdía de vista a mi personaje y moría. Hay una opción de bloquear para que el joystick derecho solo rotara e hiciera zoom, pero se hacía muy raro. Los controles simplemente no se sienten naturales, incluso para los estándares de consola (y, para que conste, he jugado muchos juegos de estrategia en consola). Esto, combinado con un minimapa que me resultó difícil de leer, se tradujo en que a veces moría sin motivo alguno.

En resumen, Desperados III es una gran experiencia. Es divertido, táctico e interesante, con una variedad de creativas maneras de deshacerte de tus enemigos. La amalgama de enemigos, como los que llevan escudos que sólo Héctor puede matar en combate directo, o los villanos rojos que no son tan fáciles de distraer, hacen que el desarrollo de la partida se mantenga fresco. Hay mucho que apreciar en el juego. Sin embargo, los controles no son suficientemente buenos en consola (los compañeros de Gamereactor Dinamarca han analizado mismo juego en su versión de PC y le ha dado un 9 de 10, así que añádele un punto si juegas con teclado y ratón). Otros se sentirán más cómodos que yo, pero para mí, se trata de una brillante y casi perfecta experiencia táctica que no acaba de dar en el blanco.