Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos

Resulta sencillo ser cínico cuando se trata de un blockbuster palomitero multimillonario, elaborado por lo mejor de lo mejor de Hollywood y con una maquinaria de marketing mundial detrás. Es particularmente sencillo cuando este taquillazo en concreto aparenta estar diseñado solo para complacer el paladar del actual mayor público del mundo que asiste a los cines.

Es fácil ser cínico, pero, en realidad, no hay nada de cínico en Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos. De hecho, desde su escena de apertura hasta sus créditos finales, es una de las películas de historia original de Marvel que más cuidadosamente ha sido creada, narrada con más fuerza y montada de manera competente hasta la fecha; y si queda un indicio de interés sobre el universo cinematográfico de Marvel en ti, deberías darle una oportunidad.

Trataremos la posible complacencia y por qué supera esa noción cínica en un momento, pero primero retrocedamos. Shang-Chi es la historia de otro héroe en ciernes nacido y criado para ser poderoso que niega su herencia, o su responsabilidad, y que debe superar sus inseguridades personales para aceptar su cargo y ocupar su lugar en un mundo, o más bien un multiverso, plagado de peligros invisibles. Es una fórmula de eficacia más que comprobada, claro, y está a punto de romper por pura familiaridad, pero en su interior alberga una historia construida de manera más ingeniosa que encaja con el encanto, la cultura, la tradición y el orgullo.

Shang-Chi comienza con el héroe protagonista escondiéndose en San Francisco, después de haber escapado de las garras de su padre, Wenwu. Controla los diez anillos, lo que le otorga un poder incalculable y la capacidad de vivir para siempre. Sin embargo, ahora busca a Shang-Chi y a su hermana, y junto con su amiga Katy debe enfrentarse a su padre y detener su malvado plan de encontrar el reino legendario de Ta-Lo.

La historia se sostiene fuertemente por la actuación sutil pero efectiva del actor Simu Liu, quien interpreta el papel principal de Shang-Chi casi a la perfección. En un giro más sorprendente, Awkwafina resulta ser tanto un alivio cómico como una actuación sincera que nunca llega a estar de más, incluso cuando protagoniza algunos de los momentos ridículos más caricaturizados en pantalla. Puede llegar a ser un poco "Bathos", pero en última instancia, la película sí encaja las partes más extravagantes de su premisa y Awkwafina es a la vez cariñosa y eficaz como compañera, y muy divertida en todo momento. El papel de Tony Leung como el antagonista de la película es, por mucho, el más sorprendente, ya que le otorga profundidad e incluso simpatía a su personaje. En general, Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos tiene una actuación memorable, combinando una fuerte coreografía de acción con cinematografía esencial, que siempre trabajan en conjunto para servir a la narración, y no al revés.

Es una historia impregnada en el folclore oriental, iconografía e imágenes y hasta evoca también a las clásicas películas de kung-fu de antaño, ya que las artes marciales juegan un papel importante en la trama, que teje un hilo argumental coherente utilizando varios cuentos populares chinos. Desde las bulliciosas calles de San Francisco hasta una tierra llena de criaturas míticas, Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos es una imagen colorida, llena de acontecimientos y magníficamente realizada durante sus dos horas de duración.

El relato se narra de una manera efectiva y da que pensar por mucho que flirtee con los típicos temas de la "historia del origen", y luego las secuencias de acción son de las mejores de Marvel hasta el momento. El director Destin Daniel Cretton tiene un ojo certero para la composición de escenas intensamente dinámicas, ya que se abalanza cuando es necesario ver el brillante movimiento coreografiado de los dobles de acción, solo para luego alejarse y darnos una visión general muy necesaria de la pelea. Ya sea en un borde de un rascacielos de Macao o en un autobús en movimiento en las calles de San Francisco, Shang-Chi constantemente se supera con secuencias de lucha excepcionales.

¿Alguna queja más allá de la familiaridad del concepto básico? Bueno, esto puede causar divisiones, pero estoy harto de taquillazos que opten por canciones pop como música secuencial establecida entre segmentos. Es una complacencia inútil, y no encaja tan bien como su banda sonora original, que en realidad es brillante. Es perturbador, distrae y hace que la película parezca infantil.

Obviando eso, Shang-Chi es una lección magistral de narración en películas de superhéroes. Sin embargo, sigue siendo una película de superhéroes, no cabe duda, pero me llena de esperanza que Marvel tenga el talento narrativo para dar vida a nuevos héroes de maneras tan interesantes y reflexivas.