Análisis de War of the Vikings

War of the Vikings marca el retorno de la serie de títulos de combate de Fatshark y, siguiendo la línea de combate cuerpo a cuerpo que vimos con la Guerra Civil Inglesa de War of the Roses, volvemos aún más atrás en el tiempo. En este caso, regresamos para revivir las escaramuzas entre vikingos y sajones que tuvieron lugar en las costas de Inglaterra, mucho antes de que las Casas de York y Lancaster se enzarzaran entre ellas.

Para aquellos que jugaron a War of the Roses, este juego tendrá un toque muy familiar, aunque tampoco podemos decir que sean idénticos. War of the Vikings es una experiencia directa en más de un sentido, y aunque ambos títulos parezcan similares, si atendemos a lo que se encuentra bajo la superficie, podemos ver un sistema de combate mucho más simple, más fácil de aprender y mucho más intuitivo. Dicho esto, sigue siendo un título que no perdona ni una, por eso aunque es fácil de aprender a jugar, es muy difícil dominarlo.

Es obvio que este hecho era parte del diseño. Y limitar el amplio rango de movimientos de ataque y defensa que había en Roses a los tres movimientos que hay en Vikings es un claro indicador de que Fatshark pretende ampliar el encanto de la serie, al mismo tiempo que mantiene el combate basado en las habilidades que se ha convertido en sinónimo de su anterior juego. Como antes, los que saben jugar siempre ganarán en War of the Vikings y si no eres muy habilidoso (como nosotros), pronto verás que mantener el equilibrio entre tus bajas y tus muertes es más bien difícil.

De todas formas, que mueras mucho no quiere decir que no sea divertido. De hecho si haces algo bueno, a pesar del número de veces que hayas muerto, en los servidores de Vikings se tendrá en cuenta. Es cierto que morir tanto, a veces, resulta abrumador y muy frustrante, pero siempre hay algunos momentos en cada partida en que incluso un novato tiene la oportunidad de hacer algo bien en lo más crudo del combate, aunque sea un momento breve: dar un golpe escandaloso, superar tus posibilidades, marcar la diferencia, etc.

La armadura pesada que tenían los personajes en Roses se ve reemplazada por la simple coraza defensiva de la era vikinga. Los avatares en tercera persona vestidos con cota de malla y cascos cargan los unos contra los otros en diferentes campos de batalla, que se desarrollan en lugares adecuados. Manejando sentado a tu personaje, tu función es blandir tu arma (hacha o espada) hacia la izquierda o hacia la derecha, o descargar un poderoso ataque desde arriba. Si, además, tienes equipado un escudo, tienes la posibilidad de optar por las mismas opciones pero en modo defensivo (si no tendrías que afrontar la difícil tarea de defenderte con tu propia arma).

Lo cierto es que hay una variedad más o menos pequeña de armas entre las que elegir (aunque puedes desbloquear una selección de armas estéticamente alteradas a medida que avanzas en el juego) como hachas de una mano, espadas, hachas de dos manos, lanzas y arcos. Además, cada jugador puede llevar un arma arrojadiza; nosotros siempre escogimos el hacha, pero también puedes optar por los cuchillos. Aún no sabemos por qué no se puede llevar un hacha en cada mano y, aunque se ha dado a entender que se añadiría, la verdad es que nos hubiese gustado usar ese elemento desde el principio. Por otro lado, cada arma tiene un ataque especial y algunos de ellos son excesivamente poderosos. Por ejemplo, intentar atravesar a alguien con la espada es complicado porque la forma de apuntar es más bien estrecha y además es muy fácil fallar, mientras que con el ataque de hacha que mata de un golpe se basa en girar en un mismo lugar, haciendo que sea mucho más fácil afectar a un enemigo (aunque, para ser justos, se puede interrumpir fácilmente si un arquero oportunista te cuela una flecha en medio del ataque).

Por lo general, las diferentes clases y armas cuadran muy bien las unas con las otras y la mayor parte de los elementos son muy precisos (históricamente hablando). Por eso, nada queda fuera de lugar, aparte de un par de decisiones de equilibrio con las que no estamos muy de acuerdo. La injusticia de tener un ataque demasiado poderoso se nota mucho más cuando te superan en número, cosa que ocurre todo el tiempo cuando las muchedumbres de jugadores se ceban con los rezagados.

El juego rinde al máximo cuando dos grupos de rivales se enfrentan los unos a otros en batallas intensas y memorables. Durante la lucha es habitual cortarle algún miembro que otro a tus compañeros, sobre todo cuando quieres apuntar a un enemigo con un ataque especial, por eso tienes que aceptar que, por desgracia, hay una cantidad determinada de fuego amigo y debes dejarlo pasar. No obstante, a pesar de acuchillar accidentalmente a tus compañeros por la espalda de vez en cuando, War of Vikings muestra su verdadero potencial cuando te pierdes en una batalla en masa. Así, algunas luchas pueden acabar con el jugadorr completamente rodeado de enemigos; los duelos surgen en lo más crudo de la batalla; y los arqueros (¡malditos arqueros!) se quedan atrás para disparar flechas y esperar estar ayudando a su equipo, y no estorbando, sin olvidarse de evitar los avances de los soldados que buscan una muerte fácil. El título es, a veces, caótico, muy brutal y tan frustrante como divertido, pero también es único y emocionante.

Sin embargo, con eso no queremos decir que no haya problemas. El netcode tiene algo de lag a veces y, aunque sabemos de buena tinta que la detección de golpes es increíblemente específica, la verdad es que no siempre funciona, más aún cuando estás en el medio de la batalla. Muchas veces ocurre que el resultado y la animación no van acordes e, incluso si tu enemigos te pilla con las manos en la masa, lo cierto es que al no verlo en pantalla correctamente, resulta una experiencia frustrante. Igual que en Roses, puedes resucitar a los camaradas caídos y rematar a aquellos que han muerto y están esperando a que alguien los reviva, pero los movimientos finales parecen un poco inconsistentes; está claro que un golpe (sin importar lo fuerte que sea) a un enemigo caído debería de ser suficiente para enviarlo al otro barrio (de todas formas, sigue siendo mejor que en Roses).

Por otra parte, hay otros elementos que deslucieron nuestra experiencia: en algunas ocasiones reapareces en medio de un ataque enemigo, superado en número y destinado a morir al momento. En otras, te envían a integrar las filas enemigas para poder equilibrar las cosas, pero nada te indica que esto vaya a ocurrir; en un minuto sencillamente cambias de equipo. Por eso, si estás jugando con tus amigos (como nosotros), puedes encontrarte, de repente, luchando contra tu compañero. En sí, no es un problema pero resulta un poco molesto.

Desde la perspectiva visual y gráfica, el juego es muy decente. Tiene unas texturas agradables y la iluminación es buena, además de que las animaciones, en su mayor parte, son bastantes consistentes. Fatshark ha mejorado claramente con el motor Bitsquid y la maestría que han adquirido se nota. Dicho esto, nos hubiese gustado ver más mapas que los que hay. Es cierto que hay mapas grandes y pequeños, pero si eres como nosotros y te mueves en ambientes con muchos jugadores, no verás demasiados mapas pequeños, por lo que te familiarizas pronto con los grandes. Eso sí, los mapas tienen muy buena pinta, pero no se diferencian demasiado entre ellos.

Entre los mapas, el jugador puede elegir alguno de los modos que ofrece el título, pero, de nuevo, no son tantos modos como a nosotros nos gustaría. El modo principal es el "deathmatch" de toda la vida en el que hay que matarlos a todos, pero también hay modos en los que debes capturar puntos y batallas más pequeñas que se juegan en rondas individuales y en la que los jugadores solo tienen una vida. Al parecer con el tiempo saldrán más mapas y modos, pero, por el momento, si el juego te engancha, los echarás de menos.

Desde luego, nosotros creemos que si hay algún elemento por el que te engancharás a esta representación de la guerrilla brutal de antaño, será, en su mayor parte, por las sólidas opciones de personalización del título. Así, puedes invertir todo el tiempo que quieras en ajustar la apariencia de tu personaje, desde la decoración del escudo hasta la longitud de tu barba. Por otro lado, también hay bonificaciones que puedes desbloquear con la experiencia que consigues en las partidas. Estas ventajas pueden parecer pequeñas, pero está claro que determinarán tu forma de juego. Si prefieres quedarte atrás y acribillar a tus enemigos a flechazos, puedes crearte un personaje que represente justamente eso. Sin embargo, por el contrario, si te gusta expresarte blandiendo un hacha, puedes incorporar las bonificaciones que mejoren tu resistencia y esas cosas. En general, las opciones de personalización son muy decentes y, desde luego, uno de los puntos fuertes de este título.

Por último, nos ha gustado bastante lo que War of the Vikings quiere hacer (hay que destacar que Fatshark ha prestado mucha atención a los detalles, tanto con la clásica apariencia islándica como con los audios en inglés antiguo, que son impresionantes). La verdad es que la barbarie del combate y la guerra entre estas dos fuerzas nos entretuvo mucho la mayor parte del tiempo, pero también debemos comentar que nos frustramos bastante con los combates por todas las razones anteriormente mencionadas. Eso sí, cuando funciona, la batalla es gloriosa y emocionante, pero hay demasiados fallos como para que podamos concederle nuestra recomendación más efusiva.