Análisis de The Last Worker

Kurt siempre dice que trabaja desde casa, pero la realidad es que vive en el trabajo (y en unas condiciones miserables, por decirlo suavemente). Kurt es el último trabajador de JFC-1 (Jüngle Fulfillment Center 1), la empresa de paquetería más grande del mundo. Durante 25 años, se ha dedicado a repartir paquetes a clientes expectantes y a cumplir sus sueños más profundos. O al menos eso es lo que dice el mantra de Jüngle.

Hace tiempo, Kurt tenía miles de compañeros de trabajo, pero ahora todas las tareas están automatizadas para alcanzar el mayor rendimiento y satisfacción del cliente posibles. Él tiene que moverse alrededor del enorme centro de paquetería, codo a codo con múltiples máquinas y robots que realizan un trabajo similar, pero mucho más eficiente. Supongo que este es el aspecto que tendrán las empresas y depósitos centrales de paquetería de Amazon en un futuro próximo.

The Last Worker es un título bastante extraño, aunque eso no tiene por qué ser algo negativo. Se trata de un juego narrativo de aventuras donde la historia es el elemento más importante. Kurt ha estado contratado casi indefinidamente, pero un día su lealtad se ve puesta a prueba cuando entra en contacto con Hoverbird, miembro de un misterioso grupo de activistas que le piden su ayuda para derrocar a Josef Jüngle. Jüngle es el hombre más rico e influyente del mundo y el propietario de la empresa del mismo nombre; por tanto, el jefe de Kurt. A partir de ahí, la trama va avanzando por direcciones imprevistas y cuando Kurt va descubriendo el lado oscuro de su jefe, debe decidir entre su trabajo o el activismo.

Como jugador, tomas el control de Kurt y te vas moviendo en su JünglePod, una mezcla entre un transelevador y un patinete eléctrico. Normalmente, su trabajo es moverse a través de kilómetros de estanterías llenas de paquetes que es necesario entregar a los clientes. Kurt tiene que asegurarse de que lleguen a tiempo transportándolos a la zona de envíos y acordarse de descartar aquellos que sean del tamaño o peso equivocados o que hayan recibido algún daño.

Kurt siempre va acompañado de su compinche y buen amigo, el robot Skew (una divertida interpretación de SKU, las siglas en inglés para los códigos de referencia de artículos). Skew vuela y tiene un pequeño propulsor adorable. El diálogo es bastante entretenido y expresado con una gran convicción, pero entraré en detalle sobre ello más adelante. Mientras se asegura de que los paquetes se entregan correctamente para no llamar la atención, Kurt, junto a Hoverbird y Skew, va realizando misiones más pequeñas de sigilo por las esquinas más oscuras de JFC-1. Poco a poco va obteniendo más habilidades, como hackear puertas cerradas o disparar a los robots guardianes, entre otras. El juego tiene una dinámica sencilla y claramente el argumento es lo que mantiene al jugador enganchado y le anima a continuar.

Los gráficos son bastante bonitos, con un estilo inspirado en los cómics. Los personajes y entornos están basados en el arte conceptual de la leyenda de los cómics, Mick McMahon, creador de Juez Dredd, Slaine y The Last American en los años 80 y 90. A mí no me entusiasma el diseño de Kurt, porque me da la sensación de estar un poco fuera de lugar, pero el resto (desde los menús hasta el universo en sí) parece muy bien hecho.

Como dije antes, el diálogo del juego está expresado con gran convicción. The Last Worker tiene un reparto repleto de actores muy conocidos que prestan sus voces a los personajes del título, y se nota mucho. La voz de Kurt, el protagonista, es la del actor islandés Ólafur Darri Ólafsson (Criminales en el mar, El turista, Banshee), quien hace una interpretación fantástica. El resto del reparto también hace unas actuaciones muy convincentes. Algunos de los actores son Jason Isaacs (Harry Potter, Star Trek: Discovery) como Skew, Clare-Hope Ashitey (Amenazados en la red, Riviera, Seven Seconds) como la activista Hoverbird y David Hewlett (Suits, Midway, Stargate) como Josek Jüngle. La música está creada por Oliver Kraus, quien trabajó anteriormente con artistas como Adele, Christina Aguilera, Sia y Pink.

Sin embargo, para mí todos estos grandes nombres no logran salvar el juego. Como he dicho, es un poco chocante: nunca llegó a atraparme y me quedé con la sensación de que en general no era muy emocionante. La dinámica de juego es muy sencilla, pero aún así hay momentos en los que es muy difícil descubrir qué hay que hacer, así que me quedé atascado en varias ocasiones. Además, hacia el final del juego hay algunos minijuegos extraños inspirados en el Flappy Bird, tan tediosos como frustrantes. Por otra parte, recoger y repartir los paquetes a las áreas correctas en el centro de entrega de Jüngle es extrañamente satisfactorio. La mayoría de las secuencias de sigilo funcionan bastante bien, pero luego de repente surge alguna secuencia en la que te quedas sin saber qué debes hacer.

Por último, en varios momentos descubrí que algunos eventos del juego no se habían activado, así que tuve que volver a empezar una tarea para poder seguir avanzando. Había otros problemas técnicos menores, así que al final acabó siendo una experiencia bastante frustrante. A pesar de estas molestias, la historia es muy interesante y está narrada con convicción. Por desgracia, eso no es suficiente para compensar los demás problemas del juego.

The Last Worker está disponible para un gran abanico de plataformas (incluyendo Utomik, una versión intuitiva de servicio de suscripción que, aunque tiene algunos problemas de rendimiento, se presenta como un completo e interesante sustituto centrado en juegos indies, de un estilo de suscripción cuyo estándar está establecido por el Game Pass). Se puede jugar en PlayStation 5, PC y realidad virtual, con PSVR2 y Meta Quest 2.