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Metal Gear Solid V: The Phantom Pain

Metal Gear Solid V - análisis en proceso

A falta de llegar hasta el final de la última locura de Kojima, dejamos el mando un momento para contaros nuestras sensaciones tras 30 horas.

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NOTA: La siguiente impresión final se basa en más de 30 horas de juego disfrutadas durante un evento de review de casi una semana que se celebró este mismo mes. Por entonces nos aseguraron que el código final de MGS5 llegaría a la redacción antes del levantamiento del embargo de esta mañana, para contar con un margen suficiente como para terminar el juego y probar Metal Gear Online en condiciones. Desde entonces, MG Online sufrió un retraso y nos informaron de que el código definitivo sólo estará disponible a partir del lanzamiento el 1 de septiembre. Por lo tanto, hemos decidido analizar el juego sólo cuando contemos con su versión completa; es decir, puedes esperarlo en portada de Gamereactor la semana que viene. Por ahora, aquí están nuestras impresiones de lo que llevamos de partida.

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Corre el año 1984. El transbordador espacial Discovery ha partido en su primer viaje, Ronald Reagan se ha presentado a la reelección y en las radios suena Bruce Springsteen, mientras que en Afganistán se está organizando la resistencia contra el régimen apoyado por los soviéticos. Esta es la nueva realidad que aguarda a Snake cuando abre los ojos tras pasar nueve años en coma.

Los sucesos de Metal Gear Solid V: Ground Zeroes han dejado a Snake destrozado: ha perdido algunos de sus mejores años, así como su hogar, un brazo y también a sus camaradas. ¿Qué puede hacer de ahora en adelante? ¿Construir una nueva casa? ¿Formar un nuevo ejército? ¿Vengar a sus hermanos caídos? Todas esas preguntas deberán esperar. Snake sufre un despertar brutal en su cama del hospital, solo para descubrir que es el objetivo principal de soldados, asesinos y seres sobrenaturales.

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Con varias escenas cinematográficas, unos cuantos misterios y un poco de humor escatológico que no podía faltar, las primeras escenas de Metal Gear Solid V: The Phantom Pain nos resultan muy familiares. Sin embargo, al terminar el prólogo y encontrarte montado a caballo, con la vista de una enorme sección de Afganistán a tus pies, te das cuenta de que la última hazaña de Hideo Kojima no se parece a nada que haya hecho antes, al menos en cuanto a tamaño. Esto es cien veces Ground Heroes. Puede que los controles y el sigilo sean similares, pero hay más territorio que cubrir, más misiones en las que embarcarse, más dispositivos, mejores gráficos, un tiempo atmosférico dinámico, tormentas de arena, osos pardos, hierbas que recoger y pequeños animales que hay que capturar. En pocas palabras, Metal Gear Solid tiene ahora un mundo abierto.

Metal Gear Solid V: The Phantom Pain

Pero un gran mundo abierto conlleva una gran responsabilidad, y quizá los fans de la serie no se alegren mucho de oír que aquellas zonas de misiones tan cuidadas que le dieron la fama a Metal Gear Solid se han reemplazado con enormes mapas abiertos, salpicados de puestos de avanzada genéricos y bases militares. El mundo de Metal Gear Solid ya no es una obra de arte en el sentido en que solía serlo; ahora es un lienzo en blanco en constante cambio, y los pintores sois tú, el enemigo y las circunstancias.

Ya no basta con conocer los mapas como la palma de tu mano: tendrás que ser capaz de adaptarte. Por ejemplo, en una de las misiones hay que localizar y secuestrar un camión con un cargamento muy valioso. Al principio de la misión no teníamos ni idea de dónde se encontraba el camión, pero colándonos en un campamento enemigo hemos conseguido hacernos con unos documentos que describían la ruta de la escolta militar que acompañaría al camión.

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Llegados a ese punto, hemos tenido que tomar decisiones. ¿Acampamos en algún punto de esa ruta para sorprender al convoy con una generosa dosis de explosivos, rezando porque el camión no se dañe en el proceso? ¿O intentamos alcanzar el camión antes de que se una a su escolta militar? Quizá, solo quizá, podríamos intentar eliminar dicha escolta con un ataque aéreo antes de que lleguen junto al camión. Las posibilidades son muchas, y aunque Snake ya había contado con enormes y variados arsenales en el pasado, la libertad de movimiento y acción recuerda más a Hitman que a ningún otro Metal Gear.

El equipamiento tampoco crece en los árboles. Una gran parte de Metal Gear Solid V: The Phantom Pain es la reconstrucción de la Base Madre de Snake. Igual que en Metal Gear Solid: Peace Walker, se puede extraer (secuestrar) enemigos del campo de batalla, atándolos a pequeños globos de aire caliente y haciéndolos volar hasta la Base Madre. Cuando consigues convencerlos de que se unan a tu ejército, les puedes asignar tareas basándote en sus habilidades, ya sea desarrollar armas, recoger información o cualquier otra cosa. También puedes moverte con total libertad por la base madre, lo que te permite estar pendiente de tus soldados, darte una ducha o simplemente relajarte y disfrutar de tu plataforma, que se irá haciendo más y más grande. Nos gusta mucho la idea de tener nuestra propia casa virtual, y gestionar y personalizar la base es pan comido.

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Las partidas van de emocionantes a casi absurdas, pero la historia y las temáticas de Metal Gear Solid V: The Phantom Pain son más serias que nunca. El amigo de Snake, Kazuhira Miller, alberga todavía más sospechas y más deseos de venganza en su interior tras perder un brazo y una pierna en el periodo que ha pasado cautivo. Snake apenas habla, y cuando lo hace ya no es con la voz ronca de David Hayter, sino con la interpretación algo más plana de Kiefer Sutherland.

Kojima también ha acabado brutalmente con toda cháchara y charla distendida; Snake ya no tiene conversaciones sobre películas de espías o sobre cómo saben distintos animales. En lugar de eso, Miller y Snake hablan sobre todo de pérdida, de venganza y de niños soldado, lo que en ocasiones da lugar a diálogos muy grandilocuentes (y a lo que sería una fiesta terrible).

Dejando aparte el hecho de que no haya bromas, tras treinta horas de Metal Gear Solid V ya hemos tenido una buena ración de momentos memorables. Es un juego un poco más adulto y sombrío, pero la historia sigue sorprendiendo, aunque el ritmo y la narrativa sean algo lentos. El verdadero héroe de esta entrega es el sistema de juego y el consecuente disfrute a los mandos: no solo tiene mucho más peso que en Metal Gear Solid 4, donde predominaban las escenas cinematográficas, sino que también parece más accesible, más variado y más interesante que todo lo anterior que nos ha ofrecido la franquicia. Es un juego de mundo abierto muy sólido, y solo con que Snake hiciera algún chiste sobre ranas toro en lo que nos queda de juego, ya podría ser uno de los mejores juegos de mundo abierto de este año.

Actualización: conclusión de este análisis, pros y contras y nota de Metal Gear Solid V ya disponibles aquí</b>.

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