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World of Warcraft: Mists of Pandaria

WoW tomando la Senda del Panda

[Artículo de opinión] Analizamos a un mes de su lanzamiento el estilo de juego y la intención de una última expansión de World of Warcraft con la que millones de jugadores harán el oso panda.

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Mucho ha cambiado y crecido el WoW desde sus inicios. Cambios en las habilidades, en las estadísticas de los personajes, nuevos elementos que aparecen y otros que desaparecen... El WoW de ahora no tiene nada que ver con el WoW Vanilla (así se conoce al de la primera etapa).

Los Pandaren fueron una broma interna de la propia Blizzard que incluyeron en Warcraft III. Mists of Pandaria es el mayor ejemplo de cómo algo así se te puede ir de las manos. Gustaron mucho desde el primer momento y los aficionados han pedido durante años que estos curiosos personajes aparecieran en el juego, para que al final lo hagan en una expansión de transición, que relaja el tono épico del juego y desconcierta a los jugadores veteranos que busquen una experiencia más clásica.

Y es que Mists of Pandaria supone, aunque suene un poco brusco, el fin absoluto de la épica de World of Warcraft. Una vez cerradas las tramas de Warcraft III los esfuerzos para dirigir la historia se enfocaron en un enemigo antiguo y poderoso que cambió para siempre la faz de Azeroth en Cataclysm: Alamuerte. La trama abandona los grandes peligros que acechan al mundo para centrarse en las relaciones entre Horda y Alianza. La mejor forma de ahondar en esta relación es a través de una nueva raza neutral que puede pertenecer a ambas facciones, a gusto del jugador, y mostrarnos el lugar donde viven: una China mitológica llena de pandas que practican kung fu.

Lo malo de Mists of Pandaria es que no ahonda en el mundo de Azeroth, no se sumerge en las raíces de su historia y nos proporciona la sensación de formar parte de una historia de fantasía. Basta con ver la introducción cinematográfica para darnos cuenta de en qué línea se mueve esta nueva expansión. Es tranquila, es relajada, casi humorística y no se toma en serio a sí misma. Es, en cierto sentido, la pérdida de la esencia del mundo de World of Warcraft.

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¿Se busca hacer una expansión de transición mientras se preparan las tramas de El Sueño Esmeralda y Sargeras? ¿Tiene el WoW esperanza de vida suficiente para dos expansiones más? Son preguntas lógicas que se ponen encima de la mesa mientras jugamos con un oso panda de dos metros que corre y se bambolea mientras "da cera y pule cera".

Mists of Pandaria también es el camino para simplificar el juego (todavía más). De hecho, una de las cosas más divertidas que tenía el WoW era cambiar de talentos y probar nuevas combinaciones, la emoción de decidir en qué empleabas el punto que obtenías al subir de nivel. Se lo han cargado de un plumazo. Es como si ya no importara subir de nivel en el juego salvo para alcanzar el último de todos, a fin de que se abra el contenido final.

Todo lo que antes implicaba cierta implicación del jugador en conocer el funcionamiento de los personajes y del equipo que necesitaban para desempeñar su rol ha sido sustituido por habilidades pasivas inherentes a ese rol que hayamos asumido. Una vez hecha la elección y a medida que sumemos niveles, el personaje progresa en esa dirección sin nisiquiera visitar a un instructor, ya que lo aprenderemos todo de forma automática.

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Las misiones ya no suponen reto alguno, sino que son una mera excusa para pasearnos por ahí y ver las nuevas zonas que Blizzard ha preparado para los jugadores. Nuevas zonas que no nos dicen nada y cuyos problemas son tan locales que resulta absurdo.

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Nuestros personajes de nivel 90, que han luchado contra el poderoso Illidan, derrotado a Arthas, liquidado a Alamuerte, combatido contra el poderoso Malygos, enfrentado a C'Thun y Yogg-Saron... ahora están ocupados correteando por el Bosque de Jade mientras una raza de la que nadie había oído hablar y que ha pasado de los problemas de Azeroth durante años come brotes de bambú. Estaría dispuesto a seguir recogiendo flores y repartiendo paquetes si de ello depende el futuro de Azeroth, pero eso no ocurre en Mists of Pandaria.

World of Warcraft ha tomado la senda del sistema de juego. Blizzard ha decidido centrarse en simplificar la mecánica y en que el jugador se implique lo menos posible en la creación de su personaje y que se limite a jugar. Un camino más guiado para que centre su atención en el juego y supere misión tras misión. El resultado es un jugador que no se pregunta por qué ocurren las cosas que ocurren en el mundo que está jugando. De hecho ni siquiera le importa por qué hace lo que hace, sino que se limita a hacerlo porque está ahí.

La senda de World of Warcraft ya no es la de la épica, ahora es la de la senda del panda.

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